Este era nuestro último día en Viena, y pese a que nuestro hotel estaba en la calle de Standpark, todavía no habíamos visto la estatua de Strauss. Sería imperdonable no llevarse la típica foto con el dorado maestro del vals. Pues imaginaros nuestra cara cuando vimos esto:
No estaba! Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que la habían robado, pero ¿para que iba a querer alguien una estatua de Strauss? Si fuera de chocolate, o si fuera un enanito de jardín...
Seguimos caminando parque a través y vimos un brillo dorado, era él! ¿Pero por qué no estaba en su sitio? Cuando nos acercamos vimos que tenía un letrerito que decía que estaban arreglando el auténtico, que él era una copia, pero que podías hacerte una foto con él en su podium.
Igualitos, si no fuera por el violín
Solo nos quedaba en Viena el resto de la mañana, ya que nuestro avión salia por la tarde. El último día en nuestros viajes siempre dejamos unas horas para dar una vuelta por lo que más nos haya gustado. Así que volvimos hacia la Plaza de Maria Teresa, Neue Burg y Hofburg a dar el que sería nuestro último paseo por Viena.
Hasta aquí nuestra aventura vienesa. Espero no haberos aburrido mucho.