Día 8.
Nos ponemos en marcha después de un completo desayuno, después de nuestra última noche en el Kibo Safari Camp. El día ha amanecido nublado otra vez, así que nos vamos a ir de aquí sin poder ver el Kilimanjaro… Una razón más para volver!
Salimos de Amboseli sobre las 7.30 de la mañana porque nos espera un largo camino hasta nuestro próximo destino; el Lago Nakuru. Mientras cruzamos Amboseli, vemos a lo lejos el Kilimanjaro. No se ve muy nítido porque el día no está despejado, pero nos damos por satisfechos.
Durante el camino, Wilson nos cuenta que esa zona es agrícola y poblada mayoritariamente por Kikuyu, la tribu más numerosa de Kenia.
Paramos en un mirador desde el que vemos la extensión del Valle del Rift. Es un paisaje muy distinto al que hemos visto en Amboseli; mucho más verde y por lo tanto la gente que vive aquí tiene muchas más posibilidades, por lo menos en cuanto a agricultura se refiere, convirtiéndolo en su modo de vida.
De repente paramos el coche en un atasco, y aparece gente corriendo y gritando. Wilson nos traduce, y resulta que han atropellado a una persona más adelante. Al pasar lo vemos allí, hay mucha gente mirando, entre ellos muchos niños. Nos impresiona mucho la escena, no lo tapan ni intentan que nadie se acerque.
Después de ese mal trago, llegamos a Nakuru. Nos quedamos en el Steam Hotel. No es gran cosa; podríamos describirlo como un hotel de carretera. Eso sí tiene piscina (que no podemos probar porque hace bastante mal tiempo). Comemos algo rápido allí mismo, y a las 16.00 salimos hacia el lago. Todavía no lo sabíamos pero va a ser una tarde estupenda.
El parque no tiene nada que ver con Amboseli. Es muy verde con mucha vegetación y muchos árboles, y el lago es enorme. El tiempo no nos acompaña y empieza a llover, pero nos resistimos a marcharnos y en un rato para de llover.
Lo primero que vemos son búfalos. Wilson nos cuenta que son animales con mucha fuerza y muy peligrosos, aunque a simple vista no lo parecen, siempre con un bocado de hierba en la boca…
Y una jirafa comiendo plácidamente.
Un poco más adelante vemos nuestro primer rinoceronte. Es enorme, y hay una cría a su lado. Están un poco lejos, así que decidimos seguir hacia adelante.
Nos dirigimos a la orilla del lago, donde Wilson nos dice que podemos bajarnos. Es toda una aventura bajarnos del coche. No hago más que mirar hacia los lados… Las cebras están muy cerca, y el lago está lleno de flamencos y pelícanos. Estamos un rato paseando por la orilla del lago y seguimos buscando…
A lo lejos vemos una hiena que se acerca al camino. Se va acercando cada vez más, y pasa corriendo a nuestro lado sin dar ninguna importancia a nuestra presencia.
Y de repente, ahí está, tumbado tan ricamente… el rey de la sabana! Son dos machos jóvenes, que están tranquilamente tumbados. Estamos un rato mirándolos y vemos unos rinocerontes al fondo, así que vamos a verlos con la intención de volver luego donde los leones. Poco a poco, los rinocerontes (madre e hijo), se van acercando a la zona donde están los dos leones. Quieren echarlos de ahí! Por un momento parece que no quieren acercarse demasiado. Los leones les miran como diciendo: se acercarán?
Pero no se dan por vencidos, y siguen acosándolos hasta obligarles a moverse. Qué caras de miedo tenían los dos! Bromeamos sobre los “reyes” de la selva… va a resultar que son los rinocerontes! Al final consiguen que se vayan corriendo.
Antílope de agua (Waterback)
Ha sido una tarde muy curiosa, sobre todo por ese duelo “rino-leon”. Volvemos muy emocionados al hotel, y cenamos algo antes de irnos a la cama.
Últimos comentarios al diario: