El viaje empezó el 4 de enero. Aunque tengo el aeropuerto de Alicante mucho más cerca, siempre prefiero ir a Madrid. Primero porque hay más vuelos y más baratos pero también porque así veo a la familia, que uno es madrileño por muchos años que lleve en la diáspora. Así que tarifa web por delante, (18€ por persona, no está mal), a sufrir los altaria de RENFE. Salimos a las 9:30 horas de Murcia y hasta más de las 14 horas no entrábamos en Atocha. Y pensar que la gente de mi pueblo puede ir a Sevilla y Barcelona en dos horas y media (y hay 100-200 kms. más que desde Murcia a Madrid). A esto se le llama discriminación. Eso sí el viaje dio lugar a estrenar el libro electrónico que me trajo Papá Noel. Vaya invento. Eso de llevar encima toda la literatura del momento tiene su punto. Y con un peso liviano y que apenas ocupa lugar. Se acabó lo de comprar libros en papel.
Una vez en Madrid aprovechamos la tarde para ir a un par de sitios remodelados. Por un lado el Cerro del tío Pío, antiguo barrio de casitas prefabricadas, que fueron derruidas y sobre sus escombros los urbanistas se inventaron un parque con colinas que son las que han hecho que la gente le llame las tetas de Madrid. La verdad es que las vistas son espectaculares. Y además anda fuera de los circuitos turísticos, con lo que no tienes que estar pidiendo permiso para sacar una foto. Una imágen ilustra mejor que todo lo que yo pueda decir.
El otro sitio es el que en su momento fue el Palacio de correos y que ahora es sede del Ayuntamiento y al mismo tiempo un centro visitable, con exposiciones varias y una terraza con estupendas vistas sobre la Cibeles. Una foto del interior y otra de las vistas desde la terraza dan fe de que hay en Madrid un nuevo sitio para disfrutar