Para este día teníamos organizada una de las excursiones que más ilusión nos hacía de todo el viaje: El campo de elefantes de Patara!!! Todas las palabras que puedo decir sobre este campamento se quedan cortas. Es totalmente excelente el trato con los elefantes, lo bien cuidados que están... Durante todo el día te asignan tu propio elefante y es el que te acompañará todo el día, la compenetración que sientes con él al final es indescriptible. Lo tienen todo super bien preparado tanto para el visitante como el elefante, para que ambos estén a gusto el uno con el otro. En fin, fue una de las sensaciones más especiales de todo el viaje. Es caro, más que otros, pero LO VALE. La web es ésta: [url=http://http://www.pataraelephantfarm.com/]Patara[/url].
A las 7 de la mañana nos recogen en el hotel y en 50 minutos más o menos llegas a la granja. Nada más llegar nos cuentan un poco la historia de la granja y los elefantes, así como el recorrido (todo en inglés). Nos trajeron unos "trapitos" por llamarlo de alguna manera para que nos los pusiéramos y comenzó la aventura.
Lo primero que hicimos fue analizar los EXCREMENTOS de los elefantes. Después nos dieron una cesta con plátanos y cañas de azúcar para alimentar a nuestro elefante. No veais que glotones son...
Ahora tocaba limpiar a los elefantes, ellos mismos se tumbaban y se dejaban limpiar con unas ramitas. Ainss... son tan adorables. Y por último nos llevaron a un pequeño río para limpiarles un poco más con agua y cepillarles.
Y ahora por fin... nos montamos en el elefante!!!! Menuda odisea para subir... y parecía fácil! Los elefantes te "ayudan" junto con los cuidadores, pero creedme que es complicado y al principio cuesta.
Una vez arriba, comienza el paseo. Nos llevaron por la selva, por campos de arroz e incluso tuvimos que cruzar un río a lomos del elefante. Una pasada, vamos. A mi se me hizo cortísimo. Por cierto, durante el paseo, todos los elefantes van comiendo lo que pillan de los árboles, y aunque te enseñan unas palabras claves para parar, caminar, girar y todo eso, los elefantes no hacen ni caso jajaja y más de una vez mi elefante se quedó parado 10 minutos comiendo cañas de azúcar.
Acabado el paseo paramos en unas mesas de madera improvisadas en la selva y nos pusieron allí la comida. Había arroz, pollo, coco, frutas, agua... todo en "platos" que eran hojas. Estaba todo muy bueno.
Y después de la comida venía lo mejor, nos llevaron al río con una cascada dónde nos bañamos con los elefantes. A estos bichos les encanta el agua y se lo pasan tan bien mojándote con la trompa y dejándose mojar. Les encanta jugar contigo, revolcarse por el agua... Es increíble. Pero hay que ir con cuidado porque pesan mucho y cualquier trompazo hace daño, lo aseguro jaja.
Durante todo el día los cuidadores te van haciendo fotos chulísimas, y al final te regalan un DVD con fotos y vídeos.
Se acercaba el final del día, y con mucha pena llegó el momento de despedirnos de nuestros elefantes. Cuanto cariño se les llega a coger en unas horas, pero es que son tan especiales! Otra vez intente llevarme a mi elefante a casa, pero habría tenido dificultades para meterlo en la maleta
A las 6 de la tarde nos dejaron a todos en nuestros hoteles y se acabó el día tan maravilloso que habíamos pasado.
Después de la experiencia puedo decir que es totalmente recomendable.
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Llegamos al hotel y nos dimos una ducha. Salimos a dar una vuelta por el centro de Chiang Mai, viendo algunos templos que no vimos el día anterior.
Esa noche cenamos en Riverside (9-11 Charoenrat Road, Chiang Mai 50000), un restaurante espectacular sobre el río Ping con música en directo. El precio no es muy elevado para lo que es el sitio. La comida es típica tailandesa, por lo que hay cosas que los turistas no estamos acostumbrados a comer. Los camareros son muy simpáticos y amables y te aconsejan los platos más adaptados para turistas.
Después de la cena, dimos un paseo por la orilla del río Ping y volvimos al hotel en tuk-tuk, parando antes en el Night Bazaar, nuestra rutina de todas las noches.
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