ESTAMBUL
Estaríamos seis noches en Estambul y, como ya conocíamos bastante de la ciudad del viaje anterior, teníamos una idea de lo que quedaba por ver.
El grupo se separó hasta en seis hoteles distintos aunque en los días siguientes coincidimos algunos en distintas excursiones.
Nuestro hotel era el Orka Royal, en el barrio rehabilitado de Sirkezi, junto a la estación del Orient Express, a un paso de todo. La habitación correcta pero con una deficiencia, un armario excesivamente pequeño para acoger la ropa de 6 días y casi sin sitio para las maletas.
Solo contratamos una de las tras excursiones que nos ofrecieron los guías ya que incluía, alguna mezquita, el paseo por el Bósforo en ferry y el palacio de Beylerbeyi que no habíamos visto la vez anterior.
Por nuestra cuenta fuimos también a Pierre Loti, a la plaza Taksim y sobretodo a callejear sin rumbo empapándonos de la ciudad.
En la visita al bazar egipcio no podíamos dejar de ver a un amigo, el simpático turco que hace 6 años conocimos seguía allí, en su tienda, se emocionó viendo las fotos anteriores, intercambiamos emails y nos volvimos a despedir hasta una próxima vez.
No podíamos dejar de ver de nuevo Santa Sofía, esta vez sin andamios, la mezquita azul, y otras que no conocíamos como la pequeña Sofía y la escondida de Rustem Pasza, junto al mercado egipcio, repleta de bellos azulejos. Fuimos otra vez a Pierre Loti, a la iglesia de San Salvador con sus famosos mosaicos y al barrio de Eyup pero esta vez callejeamos mucho por la zona nueva europea y todas las noches recorríamos Istiklal hasta la torre de Gálata para volver al hotel cruzando el puente (una vez hasta pude pescar con una caña prestada).
También visitamos el museo arqueológico y los jardines del palacio de Topkapi aprovechando la cercanía del hotel.
Incluso una vez aproveche para afeitarme en uno de los locales que teníamos cerca. En las fotos de abajo pongo la prueba.
También este fue un viaje gastronómico. Las cenas las procurábamos en alguno de los distintos restaurantes de la ciudad de los que teníamos referencia. Comimos muy bien en el Amedros, tres veces en el restaurante Ozler, junto al hotel, con el mejor y mas barato Testi Kebab (el estofado en cántaro de barro), el consabido Enjoyer lleno de españoles y no tan bien en Can Oba, On Bacilar y el del barrio de Pierre Loti, junto a la tetería que no recuerdo su nombre.
Descubrimos el pequeño museo del Orient Express, una pequeña joya escondida en la misma estación, con utensilios y detalles de la época y del tren.
Cansados pero con ganas de volver terminamos el recorrido turco diciendo adiós a su mas famosa ciudad. Esta nos despidió con un monumental atasco de casi tres horas que por poco nos hace perder el avión de vuelta. Era como si no quisiera que nos fuésemos.
Volveremos.