Teníamos que salir a las 11, porque venían nuevos inquilinos a las 13 horas. Terminamos de recoger, dejamos la ropa de casa sucia encima del sofá y limpiamos el apartamento. Diez minutos después de la hora acordada apareció Karine con una señora que, creemos venía a limpiar todo.
Aunque nos ofreció guardarnos las maletas en otro local hasta que nos fuéramos al aeropuerto, decidimos llevárnoslas. Con los trastos a cuestas nos fuimos al Forum Las Halles, donde aprovechamos para desayunar en sitio parecido al McDonald.
Y como tengo un contrario muy cagaprisas y se obsesiona con perder los aviones, nos marchamos para el aeropuerto. Allí mismo cogimos el metro hasta Antony y allí coger el Orlyval. Cuando hicimos transbordo, había un montón de revisores comprobando si todos llevábamos el billete correcto.
Ya estamos en el aeropuerto. Aunque traté de sacar la tarjeta de embarque en las máquinas, no funcionaba ninguna y en el mostrador nos dijeron que hasta dos horas antes no teníamos nada que hacer. Pues a esperar.
Comimos allí y poco antes de cumplirse el plazo nos fuimos al mostrador. Oh, oh, mi maleta pesaba 11kgs y no estaba por la labor de facturar, así que hice mudanza a la maleta del enano que sólo pesaba 6.
Toca pasar el control, con una cola inmensa y medio despelotados. De repente, vi que desviaban la caja con los líquidos y que otro vigilante la meneaba para todos los lados. Como vio que todos los frascos hacían espuma, nos los devolvieron sin más problemas.
Y a esperar otra vez. Menos mal que habíamos sacado las tarjetas pronto, porque el avión iba a reventar y estaban todas las familias separadas.
Por fin estamos en Madrid y ¡qué cosas! para Jerez nos tocaba el mismo avión, la misma tripulación y los mismos asientos ¡Cachis!, si lo llegamos a saber, ni nos bajamos.
Casi estamos en casa, pero quien debía estar esperándonos no estaba. Llamé por teléfono y resultó que nos habían estado esperando, pero a las 10.30 de la mañana. Pues nada, cogimos un taxi y listo.
Estamos en casa ¡biennnnnnnnnnnnnn! Y me voy corriendo a poner garbanzos en remojo que mañana quiero comida de verdad.
Pues con esto me despido. Os dejo con la colección de monedas conseguida a base de atracar todas las maquinitas de París.
Hasta la próxima. Y que os haya sido leve el testamento.