Al día siguiente tiramos hacia Tulum, haciendo una parada en Bacalar. Vale mucho la pena ver la Laguna. Queríamos ver la laguna de cerca, pero era imposible, pues los hoteles están uno tocando al otro y no hay manera de llegar a la laguna. Finalmente encontramos un acceso, que se llama Balneario Público. Para llegar hay que ir por la calle 26 hasta la Avenida 1, que está al lado de la laguna, y después girar a la izquierda unos 100m. Allí se puede aparcar y por el módico precio de 10$ puedes entrar a la laguna y bañarte. En el recinto hay vestuarios y lavabos. Muchos lugareños comen allí en unas mesas por las que no hay que pagar. También hay bares y tiendas de recuerdos. La laguna tiene un color turquesa sorprendente. Os recomiendo ir con escarpines o chancletas, pues hay piedras en el suelo.
Continuamos hacia Tulum y nos alojamos en un apartamento en el centro del pueblo. Si tuviera que volver, me alojaría en un hotel al lado de la playa. Son hoteles pequeños y muchos son tipo cabañas, no como en Cancún que son mastodontes. Eso sí, las tiendas, restaurantes, etc. están, en su gran mayoría, en el centro del pueblo. Por cierto, nosotros compramos todos los recuerdos en Tulum, en la primera tienda de recuerdos pasada la plaza central en dirección a Cancún. Allí compramos las máscaras medianas por 350$ (para que tengáis una referencia).
En Tulum, al día siguiente, fuimos a ver las ruinas que, después de haber visto Chichen Itzá, Uxmal y Calakmul, se te hacen pequeñas. Lo que es bonito es la foto desde la playa, pues dentro de las ruinas hay un acceso para poder bañarse. Recomiendo que os llevéis la toalla y el bañador. Las vistas son bonitas. La entrada son unos 4€.
Por la tarde fuimos a Akumal. Nos habían dicho que la playa era espectacular y que podíamos ver tortugas. Después de comer en el restaurante “El último maya”, cuyo dueño es un mexicano que vivió varios años en Andalucía, fuimos a la playa. Otra vez nuestra decepción con las playas. La zona pública de baño es diminuta, y si quieres ver tortugas tienes que ir con una lancha. En fin, que todo cuesta dinero y lo que es turístico es a precio europeo. Decidimos que con un niño pequeño no iríamos con la lancha a buscar tortugas.