Hoy es uno de los días que más kilómetros haremos, nuestro destino final del día es Ochagavía donde hemos reservado para dos noches, tenemos pensado parar por el camino y visitar algunos sitios que nos interesan. Nuestra primera parada Hondarribia, después de que el gps nos la volviera a hacer y acabásemos en un carril de tierra junto a unos cazadores finalmente conseguimos llegar a la zona del puerto con la suerte que allí mismo se encontraba la oficina de turismo donde nos atendieron de maravilla y nos dieron un par de mapas.
No teníamos nada visto con anterioridad a salvo de una foto que vimos por internet de unos balcones que nos gustó mucho y por eso decidimos venir, pero qué sorpresa nos llevamos!, quizás sea uno de los pueblos que más me ha gustado de todo el viaje, pues yo diría que es un dos en uno. Me explico, tiene dos zonas muy diferentes la primera que visitamos es la parte de la Marina, donde se encuentran las casas antiguas de los pescadores hoy en día convertidas en su mayoría en bares y restaurantes. Son casas bajas, blancas y con unos balcones preciosos. Las calles San Pedro, Santiago y Zuloaga son obligatorias.
Estuvimos un buen rato andando por aquí y al haber madrugado estábamos prácticamente solos por el pueblo. Ahora nos dirigimos a la segunda zona, la ciudad amurallada. Dada la situación estratégica en la que se encuentra la ciudad, con Francia a unos pocos metros cruzando el río, la ciudad estuvo fuertemente fortificada y hoy en día se conservan numerosas casas nobles y edificios militares como el polvorín o la plaza de armas junto a lo que es hoy un parador nacional. Os dejo aquí algunos rincones de esta bonita ciudad amurallada.
Una estatua que nos llamó la atención fue la que os muestro en la siguiente foto. Hachero
Me recordaba a los guardias de Londres con esos gorros tan altos, pero no me cuadraba nada, ¿qué hace con un serrucho en la mano? le pregunté a un hombre que pasaba por allí y resultó que era uno de los que todos los 8 de septiembre forma parte del Alarde de armas con el que se conmemora que la ciudad salió airosa del asedio de 1638, todo esto me lo explicó este señor incluso me enseñó varios videos desde su móvil dónde se veían los diferentes trajes y compañías, una tradición de la que no sabía nada y que descubrimos por casualidad.
Ya de vuelta hacia el coche compramos pan, vino, fruta y un poco de embutido de la zona, de camino a Zugarramurdi nos encontramos un merendero perfecto para comer.
Continuamos hasta Zugarramurdi, me hacía ilusión visitar este pueblo porque había leído algo sobre el auto de fe de Logroño en el que se recoge todo el proceso inquisitorial sobre el caso de brujería más importante de toda España. Cuadros como El Aquelarre de Francisco de Goya describen supuestamente parte de los hechos por los que las brujas de Zugarramurdi fueron condenadas. La cueva en mi opinión no es la más bonita ni la más espectacular pero la historia que rodea al pueblo es fascinante, y es eso lo que te hace verla de otra manera.
La entrada a la cueva cuesta 4 euros me parece, pero nosotros pagamos 2 euros por persona porque estaban montando un escenario para un concierto en su interior y como compensación pagabas la mitad. Una vez entras comienzas por un sendero que se adentra en el bosque y discurre junto a un río que te acaba llevando a la cueva, el entorno también tiene su encanto.
Nuestro siguiente destino del día no estaba a priori en nuestros planes, pues teníamos pensado ir a Saint jean de pied de port, pero descubrimos que Espelette estaba en fiestas, celebraban la fiesta del pimiento y finalmente nos decidimos por ir a ver esta fiesta, el ambiente nos encantó.
Para los que lleváis coche de alquiler informaros de si podéis pasar a Francia porque Goldcar nos cobraba 25 euros aunque sólo estuvieramos unas horas por allí, os lo digo para que no os llevéis sorpresas. Las casas son todas prácticamente iguales, blancas con ventanas rojas en su mayoría, aquí se habla francés, es lo que tiene estar en Francia pero en español más o menos nos entendían.
En el pueblo no se cabía y nos costó un poco aparcar, aunque al ir después de comer tuvimos un poco de suerte y no tuvimos que andar demasiado hasta el pueblo. Nos divertimos un rato con las charangas y nos hinchamos a hacer fotos de ventanas y balcones adornados con los típicos pimientos de la zona, también nos encontramos con un pimiento que nos resultó algo familiar.
Paseamos durante un buen rato, nos tomamos un café en una terracita y seguimos nuestro camino hacia Ochagavía. Antes de llegar a Ochagavía descubrí que booking me había mandado un email informándome que el alojamiento en el que nos íbamos a quedar dos noches estaba intentando contactar conmigo, mi fallo fue que puse el teléfono español como contacto y sólo me traje mi móvil inglés con lo cual ni me había enterado. Llamamos al Apartamento Pistolo y Yolanda, la dueña, nos informó de que se le había estropeado la caldera que da agua caliente y que no nos podíamos quedar allí, claro a estas alturas un pueblo de este tamaño, en fin de semana y junto a la selva de irati está con todo lleno. Así que la noche la pasamos en la única habitación que encontró, una pensión que eran 3 camas y poco más ni televisión, ni wifi ni nada de nada...
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