A las 6:30 de la mañana estábamos preparados en la T4 de Madrid para dejar nuestras maletas en el mostrador de facturación de Iberia, con las etiquetas de Costa bien cogidas, para no volver a verlas hasta unas horas después en la puerta de nuestro camarote.
A eso de las 9 de la mañana despegamos rumbo a Rostock, un vuelvo genial que 3 horas después nos dejó en un aeropuerto muy pequeñito, donde en la puerta nos esperaban numerosos autobuses de Costa que en apenas 45 minutos nos llevaron hasta la terminal de embarque, en el puerto de Warnemunde. Rápidamente enseñamos nuestros pasaportes y demás papeles, para subir a bordo del "barquito".
A las 13 h ya estamos en el barco y el jaleo de gente subiendo y desconcierto era grande, ya que ha sido nuestro primer crucero. Amablemente la tripulación de Costa nos indicaba que fuésemos a comer con nuestro equipaje de mano y cuando terminásemos ya estaría listo nuestro camarote. Así que nos dirigimos hacia el puente 9 donde encontrariamos el buffet, después de dar una buena vuelta sin encontrar mesa decidimos sentarnos en una de las mesas de popa, junto a la piscina y con bonitas vistas de Warnemunde, para empezar a comer.
Del buffet a la hora de comer hay que destacar que para nosotros fue de mas a menos, o quizá que nos cansamos del mismo tipo de comida con el trascurrir de los días: la calidad decente, platos mejores y otros peores, las colas interminables y lo de encontrar mesa tarea para valientes, quizá lo ideal es ir a última hora de comida, si la excursión o salida del barco lo permite, para no encontrar la aglomeración de gente.
Una vez terminamos de comer como nos nos había quedado claro que debíamos hacer, si checkin como en los hoteles o que, nos dirijamos a la planta 3, donde se encuentra hospitality y allí nos dijeron que fuésemos directamente a nuestro camarote donde encontraríamos toda la información necesaria, y así fue como llegamos hasta el camarote, ya preparado y arreglado para encontrar nuestras tarjetas Costa y el primer diario de a bordo.
Aquí una foto de nuestro camarote:
Como aun no había llegado nuestras maletas, decidimos dar nuestra primera vuelta de reconocimiento a lo largo del barco, desde el puente 3 hasta la parte superior andamos y andamos para ver todo lo que nos encontraríamos a lo largo de los 7 días.
Fuimos hasta nuestro restaurante para las cenas, con el fin de ver que mesa nos habían adjudicado y nos sorprendió gratamente que atendieran nuestra solicitud de disponer de una mesa doble, si bien hay que decir, que durante el trascurrir de los días a nuestro lado se sentó una familia encantadora con su dos niños y aunque divididos cada uno en sus mesas, las tertulias eran en conjunto. Pero esta opción te da la posibilidad de que si no te llevas bien con la gente de tu mesa, tienes la intimidad de una mesa para dos.
Seguimos andando y decidimos ir a tomar un café, nosotros elegimos la opción de piu gusto y no nos equivocamos, ya que hace que puedas pedir a tus anchas, sin tener que preocuparte por los precios, por otro lado caros, y disfrutar totalmente de bebidas a cualquier hora del día.
Después de terminar nuestro café, serían las 5 de la tarde, nos dirigimos hacia el camarote y allí estaban las maletas en la puerta, una ducha, cambio de ropa y ahora a por un cocktel en la popa del barco.
Vimos zarpar el Costa Favolosa, de manera muy emotiva por primera vez con música y toques de bocina.
Nos dirijimos hacia el teatro para ver nuestro primer espectáculo, divertido y ameno para hacer tiempo hasta nuestra hora de la cena en el segundo turno, una vuelta por las tiendas y a cenar se ha dicho, de las cenas destacar que la calidad es superior al de la comida, tienes 3 entrantes, 3 primeros, 3 segundos y 3 postres para elegir, además de platos comunes todos los días. La calidad muy bien, mejor que durante el día.
Por la noche un par de gin tonics en los diferentes salones y a la cama después de un duro día.
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