Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía.
Como a muchos otros, las aventuras de Indiana Jones han marcado mi infancia, así que no es de extrañar que desde bien pequeño mi deseo era ser Arqueólogo (el cómo acabé siendo informático ya es otra historia). Entre otras muchas, las culturas Azteca y Maya me fascinaban, por lo que no era de extrañar que mirara con cierta envidia y quisiera emular las aventuras de los cientos de niños que acudían año tras año a realizar la Ruta Quetzal de la mano de Miguel de la Quadra-Salcedo. La península del Yucatán era un destino que siempre estaba en las quinielas a la hora de elegir nuestros viajes, pero por un motivo u otro nunca acaba de llegar. Este año, por un giro del destino, nos hemos aventurado a cruzar el charco y hemos hecho la primera (espero que de muchas) etapas de nuestra propia ruta Quetzal.