Hoy tenemos muchos kilómetros por delante así que nos levantamos tempranito, nos preparamos y vamos a desayunar. Cuando terminamos pasamos por la habitación para recoger nuestras cosas y directos al coche.
Teníamos un día entero y queríamos ver todo lo que se pudiera. Comprobamos que una cosa es querer y otra muy diferente poder.
Cuando llegamos a Córdoba el primer reto… aparcar, cosa más bien imposible teniendo en cuenta la fecha en la que estamos. La mitad de las calles están cerradas por las procesiones y en la otra mitad no cabe un coche más.
Terminamos dejando el coche en el parking del centro comercial El Arcángel, no es que estuviera muy cerca, pero era la única posibilidad.
Empezamos a caminar, pasamos por el Puente Romano y callejeamos un poco antes de llegar a la Mezquita. El calor empezaba a apretar y paramos a tomar algo.
A todas estas eran como las 12 y algo de la mañana y cuando llegamos todo cerrado.
Hablamos con el vigilante y nos dice que por las procesiones solo abrirían a las 5 de la tarde, pero para solo para ver el Patio de los Naranjos del resto nada.
Reorganizamos nuestro día y fuimos a ver La Calleja de las Flores, La Judería y cuando nos dimos cuenta era la hora de almorzar.
Nos habían recomendado El Caballo Rojo y para allí que nos fuimos. Tiene un patio muy agradable y había una mesa libre.
El camarero que nos atendió es lo más pintoresco que he visto en mi vida. Ese pobre hombre no sabía lo que era dejar el mal humor en su casa. Vaya manera de tirar los platos en la mesa y de mirarte atravesado y que vamos a decir de su uniforme, su chaqueta tenía tantas manchas que si la dejaban caminaba sola. Quería hacerle una foto pero me hubiera llevado el salmorejo por encima.
Eso sí la comida buenísima, como nos apetecía comida típica pedimos salmorejo, flamenquines y por supuesto rabo de toro y de postre una bandeja con pedacitos de dulces variado y helado. Para tomar vino blanco bien fresquito. La comida compensó las maneras del camarero.
Pensamos que aún nos daba tiempo de ver la Torre de la Calahorra y fuimos, pero cuando llegamos la fila le daba la vuelta y si nos quedamos no podríamos entrar a la Mezquita.
Caminamos otro poco y diez minutos antes de las 5 llegamos a la Mezquita, había bastante gente esperando, pero que pasa el tiempo y no abre.
Llevamos mucho tiempo esperando y cuando sale el vigilante le preguntan que cuando iban a dejar pasar y el muy tranquilo dice que hoy no pasa nadie. Pobre hombre casi se lo comen.
La procesión empezaba en una hora más y ya era casi las 6.30 hacía mucho calor y ya no teníamos ganas de esperar más, decidimos marcharnos para Málaga, fuimos al centro comercial a buscar el coche y para el hotel que teníamos muchos kilómetros por delante.
La verdad es que el día no se aprovechó como teníamos pensado, pero siempre tendremos la excusa para volver.
Llegamos al hotel, cena, ducha y partido de futbol que esto si que no se puede dejar escapar. La noche estaba preciosa.