Salimos súper puntuales con Vueling y llegamos al Euro Airport algo antes de lo previsto. Esta tarde visitaremos Friburgo o Freiburg, en alemán.
Hay un par de opciones para llegar:
En transporte público: tomando un bus hacia Basilea y allí un tren.
En Flixbus: en 55’ de trayecto sin ninguna parada va directo a Friburgo. Sale un bus cada 1h y 15 minutos. El billete nos cuesta 23€ (es como los vuelos, el precio no es fijo) y se puede comprar al conductor o bien desde la app.
Elegimos el Flixbus, la parada está bien indicada en el aeropuerto. Nos deja enfrente de la estación de tren de Friburgo, muy cerca del casco antiguo o Altstadt.
El nombre completo de la ciudad es Friburgo de Brisgovia o Freiburg im Bresgau, está en la región alemana de la Selva Negra y es una de las ciudades con un clima más soleado y cálido del país.
Lamentablemente, la mayoría de los edificios medievales fueron destruidos en la Segunda Guerra Mundial pero han sido reconstruidos posteriormente.
El centro histórico es prácticamente peatonal y tiene unas dimensiones óptimas para no necesitar transporte público (aunque lo tiene).
Es la hora de comer, así que vamos caminando de la estación a un biergarten que apunté de internet. De camino pasamos por la Martinstor, una de las dos puertas medievales que quedan hoy en día (hubo un total de cinco).
Su construcción es del s.XIII pero el tejado actual es de principios del XX, cuando se decidió triplicar su altura. Durante un tiempo fue una prisión, y actualmente la mitad es un McDonalds.
Llegamos a la cervecería Feierling, empresa familiar cervecera de más de 140 años de antiguedad, tiene un bonito jardín con mesas (biergarten) pero hace un poco de fresco, mejor comemos en el restaurante, que está justo enfrente.
Aquí fabrican su propia cerveza, y detrás de la barra se pueden ver dos grandes calderas de cobre.
La carta es tradicional y con precios aceptables. Qué mejor forma de empezar a conocer una región que por su gastronomía.
Está en la calle Gerberau, una de las más bonitas.
De aquí vamos a la Plaza del Ayuntamiento, o Rathausplatz.
El ayuntamiento viejo, o Altes Rathaus, es ahora la oficina de turismo. Pedimos un mapa.
El ayuntamiento nuevo, o Neues Rathaus, está justo al lado. Los dos, de estilo renacentista, son del siglo XVI, aunque irónicamente el “nuevo” es el más viejo de los dos.
En un lateral de la plaza del ayuntamiento, detrás de la iglesia de San Martín se encuentra la Casa de la Ballena, Haus zum Walfisch, de un rojo intenso, con adornos dorados relucientes. En esta bonita casa residencial de estilo gótico vivió durante un par de años Erasmus de Rotterdam. Hoy en día es la sede de un banco. Se desconoce el motivo del nombre del edificio, pues no hay ninguna ballena a la vista.
Después vamos a la joya de la ciudad, su catedral, o Münster . Todo está muy cerca. Esta obra gótica, aunque con muchas ampliaciones, lleva aquí desde el siglo XIII, sobreviviendo los bombardeos nazis.
Me llamó la atención la torre agujereada, a través de la cual se veía el cielo azul, el tono marrón de la piedra, que de lejos parecía como si estuviera hecha de ladrillo y la portada adornada con un montón de figuras policromadas de santos.
Se puede visitar su interior, de lunes a sábado de 10 a 17h y los domingos de 13 a 19h. La entrada es libre.
La torre normalmente se puede visitar pero ese día estaba cerrada por reformas. Cuesta 4€.
En la plaza de la catedral está uno de los edificios más peculiares, el Historisches Kaufhaus, de un tono rojo anaranjado, fue el primer centro comercial de la ciudad, construido en el siglo XV. Su fachada está custodiada por las estatuas de cuatro señores con armaduras y espadas.
Nos perdemos por unas callejuelas y llegamos a la segunda y robusta torre medieval, la Schwabentor. En el siglo XIII aquí estaba el límite de la ciudad, y por lo que a nosotros los visitantes respecta, hoy en día también. A no ser que se tenga tiempo de subir al monte del castillo, o Schlossberg. No es nuestro caso.
Nos llaman la atención los mosaicos de la acera. Enfrente de la joyería hay una forma de diamante, el dibujo de la bota señala la zapatería, y así.
Y ya empieza a bajar el sol, así que toca dirigirnos al hotel. No sin antes admirar la bonita iglesia que queda detrás de la estación, la Herz Jesu Kirche o Iglesia del Sagrado Corazón. Su fachada de color crema y sus brillantes tejados verdes le dan un aire a casita de Hansel y Gretel.
Estas tres noches nos alojaremos en Rust, la localidad en la que se encuentra Europa Park.
Para ir a Rust desde Friburgo hay un Flixbus directo que tarda media hora. Nosotros en ese momento no lo sabíamos y compramos un billete de tren hasta Ringsheim y allí tomamos un bus hasta Rust.
Esta combinación no solo es más cara, sino que es más lenta.
Además, teníamos el tiempo justo para hacer el transbordo del tren al bus y el tren se retrasó y estuvimos sufriendo un poco.
Llegamos a Rust ya de noche y vamos al hotel. De camino vemos varios restaurantes abarrotados, la recepcionista nos dice que para comprar comida sólo está abierto el Lidl (son las 8 de la tarde) y está a un cuarto de hora a pie, por unas calles desiertas y oscuras. No hay sensación de inseguridad porque todo son casitas residenciales bonitas o apartamentos para turistas.
Nuestro hotel es el Kosel Garni . Es una bonita casa de dos plantas a diez minutitos de la entrada del parque. Nuestra habitación es prácticamente un apartamento, tiene capacidad para 4 personas, una cocina y el baño, que está separada la ducha de la taza. Super práctico.
Sólo hay un inconveniente: en la cocina no hay enseres de cocina. Lo pedimos en recepción y nos dicen que sólo tienen un juego de ollas, platos y cubiertos y lo están utilizando otros huéspedes.
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