Y por fin llega uno de los días más esperados del viaje: Petra. Teníamos claro que al menos uno de los dos días que ibamos a pasar en Petra queríamos entrar a primera hora, en torno a las 6 de la mañana, para poder disfrutar del tesoro con menos aglomeraciones. Dicho esto, a las 5:45 bajamos a recepción y comprobamos que tal y como habíamos acordado el día anterior teníamos nuestro desayuno preparado para llevar. Cogemos el coche y bajamos al parking gratuito situado junto a la entrada de Petra. Tan solo uno o dos coches se encuentran ya allí.
Todavía de noche en torno a las 6 de la mañana, nos encontramos que las puertas están cerradas (no son muy puntuales). Esperamos como unos 10 minutos y un hombre, al ver que estábamos unas cuantas personas esperando, nos abrió la puerta y así pudimos dirigirnos a la taquilla para sacar la entrada. Aquí tenéis que enseñar vuestra Jordan Pass y os darán la entrada física con la que acceder al recinto. Al final entre unas cosas y otras, entramos sobre las 6:45. Sabiendo ahora esto, quizá el primer día hubiera ido un poco más tarde ya que se pierde tiempo haciendo cola en la taquilla para sacar la entrada, y al día siguiente, ya con la entrada en mano, puedes ir directamente hacia el Siq sin esperar.
Tras pasar la entrada empezamos nuestra caminata a paso ligero por un sendero que conduce al desfiladero de Petra o Siq. El Siq, de aproximadamente 1,2 km de largo, es una serperteante garganta que finaliza en la plaza donde se encuentra el Tesoro. En poco más de 15 minutos llegamos al final, momento en el que este se vuelve más estrecho y oscuro. Poco a poco empieza a iluminarse y se empieza a asomar, entre los escarpados acantilados, la impresionante y enorme fachada del Tesoro.
Desde la plaza del Tesoro, a la derecha, sale un camino hasta el centro de la ciudad de Petra. Esta vía es la conocida como la Calle de las Fachadas. Al final de esta calle vemos el Teatro Nabateo, que comenzó a construirse en el año 4 a.C., aunque posteriormente fue reformado por los romanos.
Ascendiendo un poco más la colina llegamos a la Iglesia Bizantina, considerada una de las construcciones más modernas de Petra ya que fue levantada en el siglo V d.C. En ella es posible disfrutar de los maravillosos mosaicos bien conservados de su interior.
Muy cerca de la Iglesia Bizantina se encuentra la Capilla Azul, donde destacan sus cuatro columnas de granito grises azulados coronadas por capiteles nabateos. Es prácticamente lo único que es conserva a día de hoy del templo. Merece la pena acercarse si habéis venido a ver los mosaicos de la Iglesia Bizantina.
Tras este paseo hacemos una parada en uno de los puestos que se encuentran cerca de la Iglesia para tomar un té y comer algo. Los precios son iguales en casi todos los sitios, 2 JOD el té o agua, 3 JOD el zumo natural, y de comer tienes shawarmas por unos 5-6 JOD. En el inicio del sendero al Monasterio hay un par de restaurantes tipo buffet pero no los probamos porque tampoco habíamos leído muy buenas opiniones.
Al final de los restaurantes hay un cartel que señaliza el camino a seguir para el Monasterio. Allí comenzaremos a ascender por la montaña y a subir los más de 800 escalones labrados en la piedra. En vuestro camino veréis como muchos turistas hacen este trayecto en burro e incluso os insistirán para llevaros también a vosotros. No recomiendo para nada esta práctica, sin duda la peor parte de Petra es el maltrato animal que se observa. Yendo a un ritmo tranquilo es una ruta que se puede realizar perfectamente.
Después de aproximadamente 40 minutos de intensa subida llega la merecida recompensa: llegamos al Monasterio, el segundo lugar más increíble del complejo de Petra después del Tesoro. En el caso del Monasterio no hay miradores establecidos como tal pero hay muchos lugares desde donde podréis obtener diferentes perspectivas del templo. La foto más famosa sin duda es la del Monasterio desde la cueva que hay frente al templo, junto al As Deir Restaurant, el único restaurante que hay en esta zona.