VIERNES 12 FEBRERO 2010
Habíamos quedado a las 9:00h para ir a la estación de ski con los madrileños, así que bajamos al hall del hostal a tomarnos los gofres y chocolate que nos habíamos comprado el día anterior y nos habíamos calentado en la habitación. Tras un poco de internet, nos vamos a Trafikanten a coger el Metro (T-bane) en Jensbanetorget. Todas las líneas de metro pasan por 3 estaciones que hay en el centro: Nasjonaltheatret, Stortinget y Jensbanetorget. Cogemos la línea 1 dirección Frognerseteren: la estación de ski de Tyvann. El metro no es como el de Madrid en el que hay varios andenes, es como el de NYC, en el que hay un solo andén y tienes que fijarte qué número de metro viene, no montarte en el primero que pasa.
Tras 14 paradas (unos 40 minutos) se supone que llegábamos a la parada de Hollmenkollen, el salto de ski, pero el metro paró una antes y todo el mundo nos tuvimos que bajar y coger un autobús (1B) que hacía el recorrido montaña arriba porque estaba la vía sepultada de nieve. Tras una sola parada de bus, nos bajamos en Hollmenkollen y subimos un poquito para verlo bien. Hay unas panorámicas de Oslo preciosas desde la cafetería.
[falta foto]
El salto impresionante, se ve ahí la estructura de hierro imponente elevándose sobre los abetos nevados, las grúas aún construyéndolo, y un montón de maquinaria pesada y obreros en la parte baja acondicionando las gradas y moviendo terreno a los alrededores. Hay unos merenderos que seguro que en verano se está de vicio con las vistas, pero ahora mismo hay un frío y un viento glacial.
Volvemos a la parada del bus (no hay marquesinas, son postes) y esperamos al siguiente 1B a que pase, lo cogemos y ya sí que subimos hasta arriba, lo más alto de la montaña. Allí hay una cafetería de madera con los tejadillos y los voladizos adornados con madera tallada al estilo vikingo, muy bonito. Se ve todo Oslo y la salida del fjordo. Allí se ven unas casas privadas y una en donde parece que alquilan cosas. Entramos y resulta que son trineos. Aunque teníamos intención de ir a esquiar (alpino 600NOK o de fondo ), nos decidimos por alquilar el trineo (100NOK todo el día hasta las 20:00h, tirado). El trineo es de acero, el asiento de cuero y con la típica cuerda para la dirección, aunque a los que eran más altos les daban uno de madera, más antiguo pero se supone que distribuía mejor el peso. El chico, que por cierto, hablaba un poco de español, nos enseña un poco el mecanismo y nos vamos a buscar donde está la rampa. Bajando un poquito y justo donde terminan las casas, se ve una puertecilla donde empieza una bajada de los que supongo que en verano será una pista forestal. Nos sentamos los cuatro y empieza la diversión.
¡¡Una verdadera pasada!!, jamás hubiera pensado que el trineo fuera tan rápido, peligroso y que te subiera tanto la adrenalina. Hay que decir que la pista era una maravilla, hay verdaderas pendientes en las que se coge mucha velocidad y zonas en las que es un poco peligroso porque te sales y ves las mejores vistas del mundo antes de pegártela contra un abeto quedarte espachurrado. Aun así, se lo recomiendo a todo el mundo, lo mejor del viaje.
Tras unos 5 minutos larguísimos por el viento sobre la cara, se llega abajo y un metro (el mismo metro) te coge con skis, trineo o lo que lleves y una parada más adelante ocurre lo mismo, via cortada + bus 1B hasta la cima.
El día lo echamos subiendo en bus y bajando en trineo. Nos tiramos 5 veces al final, la última de noche (anochecía a las 17:30h), ya que la pista está iluminada. En las últimas bajadas tenemos percances porque yo me salí de la pista por el lado interno por dejarme maravillar por la grandeza del momento y me enterré hasta la cintura en la nieve. Laura se la pegó contra una valla de madera y yo me llevé por delante a una niña, pero por suerte (mucha) no pasó nada y todos riéndonos. Subimos la última vez y devolvemos los trineos, aprovechamos a admirar las vistas del fiordo por la noche con las lucecitas de Oslo y hacemos el camino inverso para bajar: bus 1B + metro hasta Nasjonaltheatret, que habíamos quedado con los otros chicos a las 19:00h en la pista de patinaje.
Nos vamos los cuatro a intentar encontrar un restaurante italiano para cenar pasta o algo que nos diera energía tras todo el día de ejercicio, pero era todo muy caro, unos 150NOK por plato. Tampoco queríamos ir al Icebar (que está en una perpendicular de Johansgate) porque ya teníamos suficiente hielo y nieve en el cuerpo, así que nos tomamos un turco al lado del Anker Hostel (1coke + 1kyllingsand + 1shawada i pita = 175NOK, traducido: una coca-cola, un kebab de pollo en plato y un kebab de cordero). Giramos la esquina y nos subimos a dormir, que estábamos cansados del trineo. Esa noche llegaron dos chicos nuevos franceses a la habitación.
Sé que faltan fotos, tened paciencia. Pero he preferido escribirlo para que lo puedan usar los futuros viajeros. Las fotos prometen, de verdad, pero todo lo bueno se hace esperar, jejeje.