![]() ![]() Pigmeos y Gorilas, un paseo por la selva centroafricana ✏️ Blogs de Centro Africa R.
Un viaje en el tiempo por una de las pocas zonas virgenes del planetaAutor: JMGT Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (21 Votos) Índice del Diario: Pigmeos y Gorilas, un paseo por la selva centroafricana
01: 1.- Introducción
02: 2.- La Ruta
03: 3.- De Yaundé a Lomié
04: 4.- Selva del Dja. Tribu Baka
05: 5.- Tambores, cantos polifónicos y espíritus
06: 6.- En busca de miel
07: 7.- Seguimos en ruta hacia la RCA.
08: 8.- GORILAS!!
09: 9.- Dzanga Bai
10: 10.- Bailando con Bantúes
11: 11.- Encuentro con los Bayaka.
12: 12.- En el “Infierno Verde”
13: 13.- Viviendo la selva
14: 14.- El regreso
15: 15.- Kribi
16: 16.- Fin
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Etapas 13 a 15, total 16
No, el título del capítulo esta bien, no es ningún error. No se vive EN la selva, simplemente, se vive la selva. La vives adaptándote a ella, dejándote llevar por sus ritmos y procurando aprovechar todo lo que ella te ofrece, intentar adaptar el entorno a ti es una quimera, una pérdida de tiempo, no lo conseguirás. Así viven los Aka y así deberemos vivir nosotros los días que vamos a estar aquí.
Empieza nuestra primera noche en la selva. Terminamos de cenar y al irse apagando los fuegos, dejando solo pequeñas brasas, nos encontramos con la primera sorpresa, el cielo, en lugar de sobre nuestras cabezas, se halla bajo nuestros pies. Si miras hacia arriba, no ves prácticamente nada, los altos árboles, que de día no dejan llegar los rayos del sol hasta el suelo, impiden igualmente que ahora podamos ver las estrellas, sin embargo, cuando miras al suelo, este parece estar alfombrado con miles de estrellas. Son las pequeñas astillas que han caído al ir cortando los arbustos que había en el lugar. En su interior se encuentran unos hongos que poseen la curiosa propiedad de ser fluorescentes!! Así pues, el mundo parece haberse invertido, con la oscuridad arriba y las estrellas abajo. Y empiezan a sonar los tambores, los Bayaka se han ido reuniendo en la “plaza” central, empieza la llamada a los espíritus y hoy nos daremos cuenta, de que lo que vivimos con los Baka, en la reserva del Dja, a pesar de lo mucho que nos impresionó, no deja de ser un pequeño aperitivo de lo que vamos a vivir estas noches que compartiremos con los Bayaka. Manu nos avisa, nada de luces, dejad los frontales en la cabaña, la aparición de luces mientras se está llevando a cabo la ceremonia, es prácticamente una herejía y puede acarrear mala suerte y no hablemos ya, si por casualidad, el rayo de luz llega a iluminar de pleno a alguno de los espíritus que aparecen danzando durante la ceremonia. Casi a tientas, nos vamos acercando hacia donde se encuentran todos reunidos y nos acomodamos donde mejor podemos para seguir el desarrollo de la ceremonia. La verdad es que soy totalmente incapaz de poder describir dicha ceremonia, el sonido de los tambores, los cantos de las mujeres, los sonidos de la selva que te rodea, ruido de grillos, insectos, algún que otro rugido o bramido a lo lejos, todo ello en medio de una oscuridad prácticamente absoluta, en la que a duras penas ves moverse sombras delante de ti cuando aparecen los espíritus bailando, algunos de ellos, llevan las astillas con los hongos fluorescentes que antes mencionaba pegadas por el cuerpo, de manera que de pronto aparece ante ti un montón de puntos luminosos que se mueven, se unen, se separan … es imposible expresar en palabras lo que oyes, medio ves y sientes cuando estas allí y aun hoy, cuando recuerdo todo lo que allí pude vivir, sigo sin saber muy bien que era realmente todo aquello, lógicamente, la razón te dice que los espíritus no son más que Bayakas disfrazados con plantas, hojas y cortezas, pero lo cierto, es que estando allí, viviendo y compartiendo toda la ceremonia, hay momentos en los que ya dejas de estar seguro de nada y la razón deja de ser algo que puedas usar. Los recuerdos de aquellos puntos de luz danzando, moviéndose, agrupándose, separándose … todo ello envuelto en el sonido de los cantos y los tambores se convierte en algo, no ya que no sepas como explicar, es que en el fondo, creo, tampoco quieres ni pretendes hacerlo. Lo único que puedo deciros, es que escuchéis la banda sonora del video, el enlace del cual encontrareis al final del diario, solo así, pienso, podréis sentir un poco de lo que tuvimos la suerte de poder vivir. Tras tres horas y algo de cantos y bailes, termina la ceremonia y nos metemos en las cabañas para dormir un rato y parece que hace cinco minutos que nos hemos dormido cuando ya vuelven los tambores a dejarse oír. Ya es de día y están llamando al espíritu de la caza para que ayude a la partida que va a salir a cazar. Rapidamente, desayunamos algo y nos apuntamos a la partida que va a salir de caza. ![]() El sistema que usan los Bayaka para cazar, cuando lo hacen en grupo, consiste en colocar unas redes trenzadas con lianas en diferentes pasos estratégicos, que ellos saben que van a ser usados por los animales. Una o dos personas quedan a cargo de cada una de las redes y el resto dan un rodeo, realizando una batida para empujar a los animales hacia los pasos donde están colocadas las redes, una vez un animal queda atrapado por una red, el responsable de dicha red, debe acercarse rápidamente para matar al animal con su lanza, antes de que este pueda liberarse. La red en la que nos quedamos nosotros, no fue demasiado afortunada, se enredó un jabalí de selva en ella, pero antes de que pudiera llegar el responsable de la misma hasta donde estaba el jabalí, este consiguió soltarse y huir. ![]() Así que después de una mañana entera de andar por la selva, colocando las redes y esperando a que el resto del grupo hiciera llegar a algún animal hasta nuestra red, tuvimos que regresar al campamento con las manos vacías. Otros grupos tuvieron más suerte y consiguieron caza, de modo que a pesar de nuestro fracaso, la gente no se quedó sin comer. ![]() La caza es una actividad masculina, no es que esté prohibido que las mujeres vayan en partidas de caza, de hecho, vimos a algunas que acompañaban a los hombres en ocasiones, pero normalmente los grupos que salen de caza, están casi siempre, únicamente formados por hombres. A la hora de procurarse sustento, la tarea de las mujeres es la recolección, frutas, raíces, plantas… y la pesca, así que a la mañana siguiente, acompañamos a un grupo de mujeres que van de pesca. Siempre que los Bayaka montan un campamento, lo hacen en algún lugar donde, a poca distancia, pase algún rio o riachuelo, tanto para poder proveerse de agua, como para poder pescar. La técnica de pesca consiste, en el caso de practicarse en un riachuelo, que es lo que nosotros pudimos ver, en buscar un lugar que para ellas, sea adecuado, por lo que pude observar, casi siempre junto a algún árbol que tenga alguna parte de sus raíces hundiéndose en el suelo dentro o a tocar del riachuelo. Una vez allí, hacen una represa de manera que en un radio de un metro o dos alrededor del árbol, dejan una charca aislada del riachuelo, para a continuación, vaciar esta charca con cuencos o cualquier utensilio que tengan a mano. ![]() A parte de los peces que puedan quedar dentro de esta charca, una vez vacía, empiezan a excavar entre las raíces del árbol, buscan unos peces que se hunden en el fango, el problema, es que a veces, también encuentran alguna víbora negra, cuya picadura es mortal, nosotros vimos como salía una de estas, pero Kena, que es como se llamaba la “jefa” de la expedición de pesca en la que íbamos nosotros, solucionó el problema rápidamente con un golpe de machete. Con la pesca tuvimos más suerte que con la caza y pudimos volver al campamento con un buen puñado de peces, más una tortuga y un mono. Lo de la “pesca” de un mono, es una de esas anécdotas que resume perfectamente la habilidad de esta gente para sobrevivir en la selva. Con nosotros, en la expedición de pesca, venia una chica, de unos catorce años de edad, que acarreaba a sus espaldas a un crio de menos de un año, ignoro si era hijo suyo o un hermano, mientras estábamos pescando en una de las charcas que hacen, ella se alejó rio arriba de donde estábamos nosotros, y sorprendió a un mono que había bajado a beber al riachuelo. Con el crio a cuestas y con todo el cuidado del mundo, consiguió llegar hasta el mono, el cual ni se había enterado de que ella estaba cerca, lo agarró por la cola y volteándolo, lo estrelló contra el tronco de un árbol, matándolo en el acto. No sé cómo fue capaz de llegar hasta el mono sin que este la oyera, oliera o viera, pero lo cierto, es que cuando regresó con el mono a cuestas y una sonrisa de oreja a oreja, fue efusivamente felicitada por el resto de mujeres del grupo. Las tardes en el campamento, acostumbran a ser unas horas de relajación y se aprovechan para efectuar tareas de “mantenimiento”, ya sea de las cabañas, las lanzas, redes… además, son también el momento de socializar con el resto de integrantes de la tribu, alrededor de una fogata, tomando un té o una infusión. Acostumbra también a ser el momento en el que llueve, por lo menos, durante los días que nosotros estuvimos allí, cada día, a media tarde, cayó un chaparrón de una duración de entre una o dos horas. No demasiado molesto para ellos, perfectamente guarecidos en el interior de sus cabañas, pero para nosotros y nuestra defectuosa cabaña, si supone un reto al estar todos apelotonados en el interior de la misma, intentando ocupar el poco espacio en el que no hay goteras, incluyendo en dicho espacio a nuestras pertenencias, intentando conservarlas lo más secas posibles. ![]() Pero una vez finalizada la lluvia, cuando desaparecen las nubes tan rápidamente como han llegado y vuelve a lucir el sol, el espectáculo de los rayos del sol colándose entre la vegetación húmeda y la neblina que produce el agua al evaporarse allá donde alcanzan los rayos del sol, es un espectáculo que difícilmente pueda olvidar jamás. Una curiosidad respecto a los bayaka es la forma que tienen de tomar decisiones acerca de cualquier asunto. A diferencia de lo que ocurre entre la mayor parte de comunidades humanas, los bayaka no tienen ningún jefe, nadie está por encima de nadie y cada cual es libre de hacer lo que le plazca, no se obliga a nadie a ir a cazar o a pescar, cada cual va cuando quiere y cuando no quiere, se queda tranquilamente en su cabaña, así que cuando hay algún tema que necesita ser tratado o deben ponerse de acuerdo acerca de qué dirección tomar o donde montar un campamento, empiezan a hablarlo entre ellos. Al principio creíamos que se estaban peleando, ya que la discusión acostumbra a ser a grandes voces, pero Manu nos explicó que no, que simplemente gritan para que el resto del campamento pueda oír lo que están discutiendo y si alguien desea decir la suya, pueda acercarse y dar su opinión. ![]() Otra cosa que nos sorprendió sobremanera, fue como cada día que pasaba, la comunidad iba aumentando. El primer día que llegamos, cuando construimos el campamento, se construyeron unas 13 o 14 cabañas, al cabo de dos días, las cabañas ya superaban de largo la veintena y eso teniendo en cuenta que algunos de los que habían entrado en la selva con nosotros, se habían ido. De donde venían y como se enteraron de que estábamos allí es un misterio que nunca podré resolver, pero que forma parte de su forma de ser. Entre ellos, no se establecen lazos inquebrantables, en cualquier momento, una pareja puede decidir que ya está harta de quedarse en un sitio, coger sus bártulos y desaparecer en la selva y de la misma manera, aparecen de la nada gente que se une a la comunidad. No sé si es por la manera de ser y de tomarse la vida de los bayaka, por la sensación de paz que se respira en el campamento, por la magia de sus cantos y sus espíritus o por el hecho de estar viviendo en el interior de selva, con sus sonidos, sus luces y sombras y sus misterios, pero lo cierto es que mañana mismo, si pudiera, volvería a ir allí sin dudarlo un segundo, a pasar más tiempo con ellos, disfrutando de su hospitalidad y de todo lo que se puede ver y vivir en el interior del tan erróneamente llamado “Infierno verde”. Etapas 13 a 15, total 16
Finalmente llega el día en que debemos despertar del sueño en que hemos estado viviendo para iniciar el regreso a la realidad. Hay que volver a casa.
A media mañana, nos despedimos de los bayaka que se quedan en el interior de la selva, algunos nos acompañan de regreso a la “civilización”, pero bastantes de ellos prefieren quedarse más tiempo aquí, no me extraña, yo, si pudiera, también me quedaría bastantes días más. Cuando no llevamos aun media hora andando, camino de regreso hacia Sangha Lodge, un temporal como no le hemos visto en los días que hemos estado aquí, nos deja empapados de pies a cabeza, seguimos andando durante dos o tres horas, siempre bajo la constante lluvia que solo terminará justo en el momento en que salgamos de la selva para llegar al poblado “de transito” de los bayaka, cerca de Bayanga. Nos hace pensar que la selva nos quiere decir adiós mostrándonos como podía habernos “puteado” durante los días que hemos estado aquí. A la tristeza de andar bajo la lluvia torrencial, se suma la de dejar atrás un lugar fantástico, donde hemos podido disfrutar de unos momentos como nunca hasta ahora había vivido, todo ello hace que uno se sienta con un importante “bajón”, al cruzar Bayanga, el pueblo que a la ida me había parecido un pueblo típico africano, con sus cosas buenas y malas, pero con un llamémosle, encanto, ahora, al observarlo después de estos días en la selva, me parece un lugar sucio y triste. ![]() Solo al llegar a Sangha Lodge, desaparece esta sensación de tristeza, que es reemplazada, después de una buena ducha, de ponerme ropa limpia y sentarme en la terraza sobre el rio Sangha con una cerveza helada en la mano, por una sensación de nostalgia de los días pasados en la selva, hace tan solo unas horas que hemos dejado a los Bayaka y ya los estoy echando de menos. Pasamos la última noche en Sangha Lodge, disfrutando de la compañía de Rod y Tamar y a la mañana siguiente, viene a buscarnos la canoa que nos trajo hasta aquí para devolvernos a Libongo, en el Camerún. Pero al levantarnos, nos espera una sorpresa no muy agradable, está lloviendo de nuevo, así que tenemos por delante más de cuatro horas de viaje, en una canoa en medio del rio y bajo la lluvia. Pero no hay opción, hay que salir hoy si o si, así que nos vestimos solo con una camiseta y un bañador y nos embarcamos para iniciar el regreso, Y aquí la cagamos, no hace ni media hora que hemos salido, cuando deja de llover y a continuación aparece el sol, que calienta y mucho, primero nos alegramos de ello, no deberemos sufrir la lluvia durante toda la travesía, pero luego, poco a poco nos vamos dando cuenta de que las partes expuestas del cuerpo van a freírse bajo ese sol tropical ( y las bolsas están apelotonadas y envueltas en lonas y atadas con vueltas y vueltas de cuerdas en la parte trasera de la canoa, con lo que la opción de buscar ropa o crema solar dentro de ellas, está totalmente descartada ) así que toca aguantar el sol o mejor dicho, sufrirlo, sobre todo en mi caso que soy de piel blanca y pecosa, lo que normalmente hace que procure no excederme en lo de tomar el sol. Y en efecto, al llegar finalmente a Libongo, tengo las piernas que me recuerdan a esos turistas nórdicos que vemos en verano por la costa mediterránea y a los que llamamos “gambas” por el colorido que ha ido tomando su piel. ![]() Desembarcamos en Libongo y vamos a comer algo (de nuevo tortilla de espaguetis) antes de tomar el Matatu. Esta vez, a diferencia de al venir, que lo hicimos en Land Cruisers, vamos a hacer el viaje en un Matatu, el Matatu es un pequeño autobús de transporte público, con unos asientos de medio palmo y tan juntos que la longitud de mi fémur es superior a la distancia que hay entre el respaldo de mi asiento y el de delante, así que no hay otra que sentarse medio de lado e ir aguantando como puedas los saltos que va dando el Matatu a lo largo de todo el día. Nos esperan dos días de viaje así, primero desde Libongo a Yokadouma, donde ya dormimos al venir y al día siguiente desde Yokadouma a Bertoua, donde tomaremos el tren que nos llevará hasta Yaundé. ![]() El viaje se ve amenizado por las paradas obligadas, cuando en alguna cuesta y debido a la lluvia caída, que ha convertido la carretera en una pista de fango deslizante, debemos bajar para empujar al Matatu, el cual resbala y no puede subir la cuesta. Nos encontraremos con varios de estos momentos de diversión a lo largo del viaje, pero en el fondo, no deja de ser una anécdota divertida. El problema lo tenemos realmente en el segundo día de viaje, entre Yokadouma y Bertoua. Debemos estar en la estación a medianoche para tomar el tren y en una cuesta, nos encontramos con una camión maderero, atravesado en la misma y un par de camiones más detrás suyo, detenidos y que además, están discutiendo con el chofer del primer camión no sé muy bien porque. No podemos pasar. ![]() Con el chofer del Matatu, vamos a ver a los camioneros, los cuales no están de muy buen humor, todo hay que decirlo, para ver si podemos hallar una solución al problema. Esperar a que llegue alguna grúa no es una opción, no tenemos tiempo, es más, nadie sabe si va a llegar dentro de una hora o dentro de dos días, así que se trata de buscar una alternativa. Después de darle vueltas y vueltas, nuestro chofer nos dice que si uno de los camiones que están detrás, recula un poco, podría quedar el suficiente espacio para intentar pasar. Ahora ya solo falta convencer al chofer del camión para que lo intente, cosa nada fácil. Por suerte, pasa en ese momento en una moto, un policía, el cual ha sabido que hay el lio de estos camiones aquí y se ha acercado a ver qué ocurre y se cuadra con el chofer del camión, amenazándole con todos los males del infierno si no hace recular el camión. Así que a regañadientes, lanzándonos unas miradas asesinas, el tipo se sube al camión y consigue hacerlo retroceder unos pocos metros, los suficientes, esperamos, para poder pasar. Habrá que hacer pasar el Matatu, medio por fuera de la pista, pero empujando adelante y atrás, por los lados y casi medio construyendo un nuevo trozo de pista, podemos pasar y continuar el viaje hacia Bertoua. De camino, nos detenemos a cenar en Batouri, otro pueblo “típico” africano y ya sin más incidentes, conseguimos llegar a tiempo a la estación de Bertoua para poder tomar el tren, el cual tiene previsto pasar a medianoche. ![]() Finalmente a eso de la una y media, llega el tren y tenemos una agradable sorpresa al ver que las cabinas son de dos literas, con un aspecto limpio y bastante nuevo, así que después de dos días de viaje en el Matatu, poder ahora estirarse en una cómoda litera y pasar la noche durmiendo a pierna suelta nos parece un regalo del cielo, además y para terminar de hacernos sentir como millonarios, a la mañana siguiente, cuando faltan un par de horas para llegar a Yaundé, pasan unas camareras por los compartimentos trayéndonos el desayuno a la habitación, todo un lujo! ![]() Etapas 13 a 15, total 16
En la estación de Yaundé nos espera nuestro transporte, el mismo que nos llevó desde aquí a Libongo a la ida, con los Land Cruiser, esperándonos para llevarnos hasta Kribi.
Nos quedan un par de días antes de tomar el avión de regreso y vamos a pasarlos en esta localidad costera de Camerún, donde podremos disfrutar de tranquilos paseos por la playa, comer marisco hasta cansarnos y ver las cataratas de la Lobe. ![]() Nos alojamos en el hotel Ilomba, a menos de un km. de las cataratas y fuera del centro de Kribi, un lugar mucho más tranquilo. El hotel es genial, sobre la misma playa y a tiro de piedra de las cataratas, a las que nos acercaremos paseando por la playa. Los dos días que estaremos aquí, los dedicamos a pasear, a comer y a jugar con la grandes olas que rompen en la playa, pero cuidado con la resaca, al retirarse la ola, la fuerza que tira de ti hacia dentro del mar es increíble, de hecho a mi mujer, tener la pierna mal posicionada en el momento en que se retiraba la ola, le costó una distensión en los ligamentos de la rodilla, que le supuso varios meses de cuidados el poderla curar. Vale mucho la pena hablar con gente que te encontrarás esperando fuera del hotel, en la playa, algunos quieren venderte productos de artesanía, pero hay otros que lo que te venden es una mariscada en la misma playa, así, quedas con ellos por la mañana y ellos se van a pescar langostas, cangrejos y las famosas “crevettes” y te montan una mesa y sillas en la misma playa, encienden un fuego y asan en esta improvisada barbacoa el marisco, todo ello regado con tanta cerveza como quieras. Cuidado, no es barato, te puede salir la broma por unos 20 €, lo cual, teniendo en cuenta el país en el que estás, es bastante dinero, pero que demonios, son los últimos días de vacaciones, así que a disfrutarlo. ![]() La otra atracción de la zona son las cataratas de la Lobe, un lugar curioso, pues no puedes ver a menudo como un rio desemboca en el mar, no en un delta, sino mediante una serie de pequeñas cascadas que llegan hasta el mar. Se pueden coger canoas en la misma playa para poder observar las cascadas desde el agua o, como en mi caso, andar por las cascadas, pasando de un lado al otro entre piedras, agua y hierba. Por la noche y después de cenar una vez más, cangrejo y crevettes, nos vamos a la discoteca. La verdad es que es toda una experiencia, en primer lugar, debido a que al ser los únicos blancos en el lugar, te convierte en el blanco (nunca mejor dicho) de todas las miradas, las mujeres no se cortan un pelo en acercarse a ti y provocarte con sus bailes y además, tienes la lotería de las bebidas, la cual consiste en que tú le pides a la camarera lo que te apetezca y ella te servirá lo que le dé gana, aunque eso sí, la selección musical y el volumen del ruido en el local aconsejan acercarse con tapones en los oídos. ![]() Y así pasamos los dos días que nos quedan en Kribi, la verdad es que la playa es preciosa y como lugar para descansar un par de días, después de un viaje algo duro, no está nada mal, pero tampoco es que se trate de un lugar excepcional al que ir expresamente, al menos para mi gusto, supongo que otros estarán encantados de poder pasarse varios días aquí. Nos queda ya solo, desplazarnos hasta el aeropuerto de Douala, donde tomaremos el vuelo a Barcelona vía Estambul, desplazamiento que aún nos permite ver el extrarradio de Douala, un lugar digno de “Blade Runner” en versión africana. Lo que vimos de esos barrios desde el coche que nos llevaba al aeropuerto es inimaginable. Todos los camiones que circulan por las pistas de Camerún, desde la frontera con la RCA y las selvas adyacentes, cargados de troncos ( y probablemente otras cosas, como marfil ), convergen en este puerto del golfo de Guinea, atestando la carretera y propiciando el “negocio” que todos ya imaginamos en los alrededores de la carretera. Ver como un camión averiado y abandonado allí mismo es canibalizado hasta que solo queda el chasis, es algo normal a lo largo de esta ruta. Es viendo estos “paisajes” cuando uno se pregunta dónde está realmente el “mundo civilizado”, aquí o en el interior de la selva, con los Bayaka. Etapas 13 a 15, total 16
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