![]() ![]() Pigmeos y Gorilas, un paseo por la selva centroafricana ✏️ Blogs de Centro Africa R.
Un viaje en el tiempo por una de las pocas zonas virgenes del planetaAutor: JMGT Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (21 Votos) Índice del Diario: Pigmeos y Gorilas, un paseo por la selva centroafricana
01: 1.- Introducción
02: 2.- La Ruta
03: 3.- De Yaundé a Lomié
04: 4.- Selva del Dja. Tribu Baka
05: 5.- Tambores, cantos polifónicos y espíritus
06: 6.- En busca de miel
07: 7.- Seguimos en ruta hacia la RCA.
08: 8.- GORILAS!!
09: 9.- Dzanga Bai
10: 10.- Bailando con Bantúes
11: 11.- Encuentro con los Bayaka.
12: 12.- En el “Infierno Verde”
13: 13.- Viviendo la selva
14: 14.- El regreso
15: 15.- Kribi
16: 16.- Fin
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Etapas 10 a 12, total 16
Nos queda un día más antes de meternos en la selva con los Bayaka, que aprovecharemos para hacer una visita a nuestros más cercanos vecinos.
Daremos una caminata de un par de horas por la selva para acercarnos hasta un poblado habitado por bantúes, uno de los ayudantes de Rod en Sangha Lodge vive en esa aldea y nos dice que estarían encantados de que fuéramos a visitarles y a cenar en su poblado. Así que ante la invitación, después de comer, salimos andando en dirección al poblado, que si no recuerdo mal, tenía por nombre Yabongo, o como mínimo, es lo que creí entender. ![]() Lo que nos espera allí es algo difícil de explicar, ya antes de ver las primeras cabañas del pueblo, empezamos a oír tambores sonando y en cuanto llegamos al lugar podemos ver que todo el poblado está de fiesta y bailando. Ante nuestra llegada y sin dejar de bailar, forman una fila y van pasando a saludarnos, dándonos la mano uno por uno hasta que todos nos hemos saludado debidamente. Y a partir de aquí, empieza una tarde-noche memorable. Ya he comentado antes, la alegría con la que, cuando pasábamos por algún poblado, salían a saludarnos sus habitantes y el porqué de tanta alegría y efusividad. Podéis pues imaginar, como se desarrolló la fiesta hasta entrada la noche. Bailes ininterrumpidos desde nuestra llegada hasta que nos fuimos, la gente acercándose a nosotros, tocándonos, ofreciéndonos compartir con ellos unas horas de felicidad y fiesta. ![]() Todo el pueblo se vuelca en la celebración, desde los más ancianos hasta los más pequeños, todos se quieren acercar a vernos de cerca, a saludarnos, de manera que estamos completamente rodeados de gente, con la que no nos entendemos, solo unos pocos hablan algo de francés, pero tampoco es necesario decirse gran cosa, basta con sonreír y dejarse llevar por ellos para disfrutar de una fiesta que nunca podremos olvidar. ![]() El baile bantú no es nada fácil, la verdad. Para empezar, se colocan atadas a la cintura, una falda de hojas que les cubren solo la parte posterior y el baile consiste en ir avanzando moviendo solo la parte inferior de la cintura, piernas y cintura se mueven sin parar mientras de cintura para arriba, el resto del cuerpo permanece totalmente inmóvil. Algunos de nosotros intentamos con más o menos éxito, danzar junto a ellos alrededor de la hoguera, para regocijo y diversión de todos los asistentes, que, imagino, debían de partirse de risa viendo nuestros espasmódicos movimientos, procurando seguir el ritmo del o la bantú que teníamos delante en la hilera. ![]() Avanzada ya la noche y muy a pesar nuestro, debemos regresar. Los coches se acercan para que no tengamos que volver andando de noche a través de selva y después de despedirnos de todos los bantúes de poblado y agradecerles muy sinceramente el habernos permitido compartir con ellos unas horas inolvidables, regresamos al lodge a dormir con el sonido de los tambores y el recuerdo de los bailes aun en nuestras cabezas. Etapas 10 a 12, total 16
Y empieza ahora la parte más excepcional de todo nuestro viaje, hoy partimos de Sangha Lodge en dirección a Bayanga, el poblado al que podríamos adjudicar el título de “capital” de toda la zona por donde nos estamos moviendo y de aquí hasta el poblado que los Aka tienen en el borde de la selva, donde pasaremos la noche antes de entrar en la selva propiamente dicha, para compartir unos días con esta increíble gente.
Aka, Baka, Bayaka… ¿son lo mismo? ¿Qué significan? Si hablamos de los Aka, la mayor parte de la gente no tendrá ni idea de que o quien estamos hablando, si en lugar de Aka, decimos pigmeos, entonces ya todo el mundo sabe a quién me refiero. Pigmeos, aparte de ser políticamente incorrecto, suena bastante despectivo y vendría a ser como si a los europeos nos llamara los “blanquitos”. El verdadero nombre, tal como ellos se llaman a sí mismos es Aka y es un nombre que aparece ya en crónicas de los faraones egipcios que dos mil años antes de Cristo, enviaron expediciones hacia el corazón de la selva africana. Allí se encontraron con estas gentes y aquí continúan, viviendo prácticamente igual a como lo hacían cuatro mil años atrás. Baka, Bayaka, son los nombres de las diferentes tribus de Aka que viven en diferentes zonas, Baka en Camerún, Bayaka en esta parte de la RCA, Babenjele en el Congo… Los Aka son los nómadas de la selva, llevan viviendo en ella miles y miles de años y si alguien pregunta porque no han evolucionado, la respuesta es sencilla, porque no necesitan hacerlo. Están perfectamente adaptados a su entorno, son capaces de sobrevivir en lo más profundo de la selva de forma totalmente autónoma y sin ningún tipo de ayuda. Deja a un Aka en mitad de la selva, con solamente un machete y en medio día, habrá construido una cabaña donde dormir, se habrá fabricado lanzas para cazar, arpones para pescar y tendrá comida suficiente para él y los suyos. Además, en poco tiempo, sabrá perfectamente donde se encuentra y que dirección debe tomar si quiere acercarse al borde de la selva o dirigirse a algún poblado en concreto. ![]() Pero de vez en cuando, los Aka salen de la selva, buscan comerciar con los bantúes, que son la etnia dominante fuera de la selva y por ello, tienen pequeños poblados construidos en los bordes de la selva, a los que acuden cuando desean comerciar, cambiando por ejemplo pieles por utensilios que les faciliten la existencia y será a uno de estos poblados a donde nos dirigimos para poder contactar con ellos. Por desgracia para los Aka, no siempre han sido tratados como personas, a principios del siglo XIX, los bantúes cazaban y comían Aka, para ellos, eran animales, entre el gorila y el hombre. Hoy en día ya no se da esta salvajada, pero aun así, se les ve como seres mágicos o extraños, existe por ejemplo, la creencia de que hacer el amor con una mujer Aka cura enfermedades, así que no es difícil imaginar los estragos que está haciendo el Sida entre las poblaciones Aka, a causa de las violaciones que muy a menudo sufren las mujeres Aka. Para los bantúes, los Aka son de su propiedad y además, les consideran como una especie de sirvientes, obligados a trabajar para los bantúes cuando estos deciden acercarse a la selva en busca de algo, cualquier Aka que encuentren por el camino está obligado a servirles y a trabajar para ellos. Y este es otro de los problemas que tenemos para acceder hasta esta gente, ya que los bantúes quieren tener la exclusiva del derecho a visitar a los Aka, dado que los consideran una propiedad suya, creen tener el derecho de ser recompensados económicamente si alguien quiere relacionarse con los Aka. Esta ha sido una de las principales batallas que Manu ha tenido que lidiar aquí para que pudiéramos ir, hacerles entender a los bantúes que ellos no tienen ningún tipo de derecho de pertenencia sobre los Aka y aunque le ha costado, finalmente lo ha conseguido o por lo menos, ha conseguido que las autoridades de la RCA, muy interesadas en el proyecto de incentivar un turismo que puede dejar bastantes divisas en el país, tomen cartas en el asunto, llegando a dictar una ordenanza según la cual, molestar a Manu o a cualquiera de sus “invitados” puede suponer el pasar una o dos noches detenido. Nos dirigimos pues, hacia uno de estos poblados “de tránsito” de los Aka para encontrarnos con un grupo de ellos, al que podremos acompañar al interior de la selva y compartir unos días viviendo con ellos y como ellos. Evidentemente el equipaje se ha quedado en el lodge y para pasar los próximos días, únicamente llevamos con nosotros las pequeñas mochilas de día, en las que llevamos la colchoneta y el saco para dormir, un par de mudas y una camiseta. Esta vez y a diferencia de cuando, en el Camerún pasamos un par de días con los Baka, no llevamos tiendas ni nada parecido, deberemos construir nuestras propias cabañas o dormir haciendo vivac. Pero además, el grupo al que vamos a visitar, es más especial, si cabe, ya que encontramos entre ellos a un personaje especial. ![]() Louis Sarno, un norteamericano, de Jersey, que hace más de treinta años escuchó por la radio una grabación de los cantos de los Bayaka y quedo enamorado de su música, hasta el punto que lo dejó todo atrás para poder venir aquí a conocer a esta gente y aquí se quedó, lleva treinta años viviendo con los Bayaka y en este tiempo ha escrito un libro acerca de su experiencia “Song of the forest” y en 2011 se rodó una película basada en su vida entre los Bayaka “Oka!” ( Escucha! En lengua Aka). Además, Louis, una o dos veces al año, viaja a USA y Europa a fin de atender las peticiones que departamentos de antropología de universidades como Yale, Harvard, Oxford, etc. le hacen para que acuda a dar alguna conferencia explicando todo lo que ha aprendido en estos treinta años de convivencia con los Aka. ![]() Así, gracias a que Manu ha forjado una gran amistad con Louis, tendremos el privilegio añadido de poder, no tan solo entrar en la selva con los Bayaka, que ya es un gran privilegio, sino que además, lo haremos acompañados de alguien tan excepcional como Louis Sarno. Etapas 10 a 12, total 16
Nos levantamos temprano por la mañana, hemos dormido en el “jardín” de la cabaña en la que Louis vive cuando no está en la selva. Desayunamos y recogemos las tiendas y el equipaje, que dejaremos en la cabaña de Louis, nos llevamos solamente la pequeña mochila de día, mientras, los Bayaka han empezado con los preparativos para la marcha.
Cogen únicamente los utensilios indispensables, los cargan en unas cestas hechas de mimbre, que cargan a la espalda como si de mochilas se tratara y ya están listos para irse a pasar el tiempo que quieran en el interior de la selva, cualquier otra cosa que puedan necesitar, encontraran todo lo necesario en el interior de la selva para poder fabricarla. ![]() Nosotros nos llevamos comida para pasar esos días con ellos, pasta, conservas, pan … no queremos cargar a los Bayaka con la responsabilidad añadida de alimentarnos, ya es duro conseguir alimento para ellos, como para que además, deban cazar y pescar para que nosotros podamos comer. Ya con todo listo, entramos en la selva. ![]() Seguimos a los Bayaka a través de la selva, cruzando riachuelos, resbalando en pendientes embarradas, haciendo equilibrios andando sobre troncos de árboles caídos. Poco a poco, nos vamos adentrando más en el llamado “infierno verde”. Sin duda, si estuviéramos solos aquí, seria para nosotros un auténtico infierno. No hay horizonte, estas totalmente rodeado del verde de la vegetación, sorteando arboles gigantescos y sin casi poder ver el cielo, solo de vez en cuando, un pequeño claro donde uno de estos gigantescos arboles ha caído, te permite ver un pequeño trozo azul, fuera de estos pequeños claros, la luz del sol difícilmente llega hasta nosotros, andamos en una especie de penumbra permanente. Pero acompañados de los Bayaka, este lugar tan inhóspito, pronto nos parecerá un verdadero paraíso. A la media hora de andar, estamos ya totalmente perdidos, no tenemos ni idea de si nos dirigimos al norte o al sur, ni podemos imaginar como saben esta gente hacia donde nos dirigimos y mucho menos como pueden seguir los pasos de aquellos que han salido antes. Porque esta es otra. Cuando deciden entrar en la selva, no salen todos juntos en una larga hilera, sino que primero, se adelantan algunos exploradores, tanto como medida de seguridad, para evitar encuentros desafortunados con elefantes u otros animales, como para poder ir explorando las distintas opciones de la ruta a seguir. Seguidamente, el resto de la gente va saliendo, pero no todos a la vez, sino que van formando pequeños grupos que se van adentrando en la selva. A nosotros, al principio nos maravilla pensar que puedan encontrar el rastro dejado por los primeros que han salido, hasta que poco a poco, nos vamos dando cuenta de las pequeñas señales que han ido dejando. El tronco de un arbusto partido, señalando en una dirección. Unas marcas hechas con el machete en el tronco de un árbol, señales que a nosotros nos pasarían totalmente inadvertidas si no nos las indicaran, pero que para ellos equivalen a los paneles indicadores de nuestras autopistas. Por el camino, de vez en cuando nos encontramos con alguno de los grupos que han salido antes que nosotros y que se han detenido para tomarse un pequeño descanso, fumar algún cigarrillo, ya sea del tabaco que nosotros conocemos o del llamado “tabaco de la selva”, que son cigarros liados con hojas de plantas y una picadura que fabrican, de vete a saber de qué planta y que tiene unos efectos parecidos a la marihuana. Los senderos que seguimos, a veces más trillados, otras veces más difuminados, no son senderos creados por ellos, sino que han sido los animales, los elefantes, búfalos, etc. los que abren estos caminos y ellos los aprovechan para recorrer la selva más cómodamente, en lugar de tener que ir abriendo nuevos caminos a través de la densa vegetación. ![]() Finalmente, después de unas horas de caminata, llegamos a un lugar donde parece haberse reunido los exploradores y los diferentes grupos que nos preceden. Nos dicen que vamos a acampar aquí. Nosotros, totalmente alucinados, nos preguntamos donde, ya que no acertamos a ver un metro cuadrado de terreno libre de vegetación sobre el que poder, no ya echarse, si no tan solo sentarse. Pero nuestra estupefacción, dejará pronto paso a una sincera admiración. Sacan los machetes y empiezan a desbrozar el terreno, mientras los hombres van cortando y apartando los arbustos y la maleza, las mujeres recogen los troncos de estas plantas y con ellos empiezan a fabricar sus cabañas. Son troncos delgados y muy flexibles y con ellos crean una estructura en forma de iglú, clavando un extremo en el blando suelo y formando un arco con el tronco hasta clavar el otro extremo también en el suelo. Con otros troncos, forman travesaños que unen los diferentes arcos y los atan entre sí con unos “cordeles” que han fabricado con la tierna corteza de estos mismos troncos, dando la forma final al iglú. ![]() Finalmente, recubren esta estructura con hojas y ya tienen finalizado el “chalet”. Una vez han construido sus cabañas, nos ayudan a nosotros a construirnos una para nosotros, aunque el acabado final, la cobertura de la estructura con hojas, nos lo dejan a nosotros solos, con el resultado de que, cuando más adelante empiece a llover, nos daremos cuenta de que muy bien no hemos sabido desenvolvernos, ya que las goteras que vamos a padecer parecerán provenir de un grifo abierto, más que de las gotas de lluvia. Y en una hora u hora y media, aquel inhóspito lugar, donde parecía imposible poder encontrar un lugar donde echarse, se ha convertido en una verdadera “urbanización”. Cada familia tiene su cabaña, pero no solo han construido cabañas, delante de las mismas, han construido además, unos pequeños bancos, que por la noche pueden utilizarse como camas si no apetece quedarse a dormir dentro de la cabaña, hay pequeñas “plazas” o lugares de reunión comunes, los pequeños fuegos ya están encendidos y aquí, de nuevo, deben ayudarnos, ya que nosotros somos incapaces de hacer arder la madera verde, nos traen la madera adecuada, que a pesar de estar húmeda y recién cortada, arde fácilmente cuando se sabe cómo hacerlo. ![]() Cuando finalmente hemos conseguido instalarnos, las mujeres llevan ya un buen rato moliendo mandioca y tienen ya la cena prácticamente lista. Nosotros corremos a prepararnos la nuestra puesto que la noche ya se acerca. Nuestra primera noche en el “infierno verde”. Etapas 10 a 12, total 16
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