Fuimos hasta la agencia donde habíamos contratado la excursión y esperamos allí al microbús.
Era un poco cutre y la guía, aunque amable, no tenía un buen inglés. He de decir que los vietnamitas en general hablan bastante bien inglés.
Compartimos el bus con viajeros de otras nacionalidades pero no seríamos más de 20. Era nuestra primera excursión y nuestra primera toma de contacto con las carreteras vietnamitas.
La primera impresión que uno tiene en todo momento es que te vas a estampar con el coche/camión/moto que viene enfrente a pesar que conducen bastante despacio. Apuran el adelantamiento al máximo, y si a eso le sumas los constantes pitidos para indicar a otros vehículos que se aparten o que se les está adelantando, hace que el simple hecho de conducir alcance cotas de aventura. Menos mal que con los días uno se acostumbra.
Las carreteras en general están en bastante mal estado y uno puede encontrarse a personas andando por los arcenes con toda la tranquilidad del mundo o cualquier cosa.
A pesar de todo esto uno disfruta del paisaje a cada momento. Ver los campos de arroz con agricultores en sus tareas y sus típicos gorros vietnamitas es una estampa que no se borra nunca de la memoria.
Tras recorrer unos 100 km llegamos a Ninh Binh y desde allí fuimos a visitar el templo Dinh en Hoa Lu que es la ciudadela y la antigua capital del Vietnam del siglo X, levantada por los reyes Dinh y Le. Ambos reyes son considerados héroes en Vietnam y fundadores de ciudades como Hanoi.
El templo Dinh fue construido por los habitantes de la ciudad siguiendo los principios arquitectónicos del Feng Shui: el río a las puertas del palacio y la montaña tras él. Es un templo muy pequeño y bastante simple.
De allí fuimos a comer a un restaurante en el embarcadero a orillas del río Ngo Dong que más tarde recorreríamos.
La comida estaba bien para los que no son escrupulosos, cosa que en mi caso no ocurre…
Tam Coc que significa las 3 cuevas se la conoce tradicionalmente como “la bahía de Halong interior” debido a las formaciones rocosas, las cuevas y el agua.
En el embarcadero subimos a las típicas barcas en las que solo hay espacio para dos viajeros y están remadas de forma peculiar (con los pies) por una persona. El recorrido dura aproximadamente hora y media.
A pesar de haber una gran cantidad de barcas y vendedores un poco insistentes, este paraje no pierde su encanto. No es un lugar tan especial como la bahía de Halong pero me pareció precioso. Ir al ras del agua entre las montañas, en silencio, todo tan verde, tan misterioso…impresionante.
A primera hora de la tarde volvimos a Hanoi con un buen recuerdo de este sitio y preguntándome cómo sería la bahía de Halong después de haber visto Tam Coc.
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