Hoy tocaba visitar la parte de Atenas que no habíamos podido visitar el día de la Acrópolis, así que después de levantarnos y desayunar nos dirigimos al recinto del Ágora Griega.
Como introducción, decir que el Ágora antigua de Atenas era el centro donde transcurría la vida social, política y comercial de la ciudad en la antigüedad, era el corazón de Atenas, se celebraban reuniones, debates políticos, elecciones, celebraciones religiosas, etc…
Después de dar un largo paseo por la zona, entramos en el museo que hay en uno de los extremos del recinto, está situado donde anteriormente se encontraba la Stoa de Átalo, un edificio de planta rectangular que fue un regalo del Rey de Pérgamo y que servía como edificio donde se realizaban todas las transacciones comerciales en la época.
Las exposiciones del museo contienen diferentes objetos encontrados en las excavaciones realizadas en el área del antiguo Ágora, tales como cerámica, joyas, armas, monedas.
Quisimos dejar el templo de Hefesto para el final de la visita, porque estaba en la parte alta y luego se podía ver una panorámica de lo que habíamos recorrido antes andando. El Templo de Hefesto nos pareció espectacular, quizás el mejor conservado en toda Grecia. Fue construido entre los años 460 y 415 a.c.
Y ésta es la panorámica del Ágora antigua que se ve desde el templo de Hefesto, con la Acrópolis de fondo, el Ágora en el centro y el Stoa de Átalo en la parte izquierda.
Al salir del Ágora, cogimos una de las calles que tiraban hacia la entrada principal del Acrópolis por un lado y hacia el Barrio Psiri por el otro, esta calle normalmente está llena de puestos de venta ambulante, con cosas de todo tipo y en la que había mucha gente paseando. Se había hecho la hora de comer y como estábamos cerca del barrio Psiri, aprovechamos para visitarlo y volver al restaurante de la noche anterior, pues nos había gustado tanto y nos habían tratado tan bien que nos sentimos con ganas de volver. En el camino vimos la famosa tienda de alpargatas griegas Melissinos, donde mi novia preguntó por el precio de un par y nos pareció prohibitivo.
Por la tarde comenzó a llover bastante fuerte, teníamos dos opciones, o quedarnos en una cafetería esperando a que se calmara el temporal, o coger paraguas en mano y visitar el Templo de Zeus, el Estadio Panathinaiko y la Puerta de Adriano. Elegimos la segunda opción, porque nos quedaba solo el día siguiente y lo habíamos destinado a ver museos.
Desde Monastiraki fuimos andando hasta la Plaza Síntagma, atravesando el barrio de plaka, nos plantamos en la plaza en menos de 10 minutos, esta plaza es muy importante en Atenas porque es la sede del parlamento de Grecia, que se encuentra enfrente de la misma, y donde está la Tumba del Soldado Desconocido. Dicha tumba está custodiada noche y día por dos “Evzoni” (guardias vestidos con un curioso uniforme tradicional). Es posible asistir al peculiar cambio de guardia de estos soldados, que se celebra cada hora en punto, hay uno especial los domingos a las 10 de la mañana.
Cogimos la calle que iba desde la plaza Síntagma hacia el Templo de Zeus y llegamos en unos 5 minutos, el acceso al recinto estaba cerrado, pero en realidad se ve bastante bien desde fuera, así que aprovechamos para hacer unas fotos del templo desde fuera y de la Puerta de Adriano que está en la esquina noroeste del mismo.
Sobre el templo, decir que fue construido entre los siglos VI y II a.c. en honor al dios Zeus Olímpico, es decir que tardaron unos siete siglos en terminarlo, lo que da idea de la grandiosidad de la obra que estamos hablando, en su momento tenía 104 columnas corintias, de las que hoy sólo se conservan 15. Una obra colosal, el templo más grande de la Grecia Clásica.
Acto seguido cogimos una de las calles laterales que salen del templo y que va directamente a parar al Estadio Panathinaiko, allí que fuimos. El estadio fue construido en mármol blanco entre 1869 y 1870, y en él se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, en el año 1896. Es posible la entrada al recinto, pero nos pareció una tontería porque se ve perfectamente desde fuera y había que pagar 3 €.
Ya era de noche, había parado de llover, así que nos dimos la vuelta y nos fuimos hasta Monasteraki dando un paseo, allí compramos un par de sandwiches y cogimos el metro de vuelta al hotel para descansar y coger fuerzas para el día siguiente.
Como introducción, decir que el Ágora antigua de Atenas era el centro donde transcurría la vida social, política y comercial de la ciudad en la antigüedad, era el corazón de Atenas, se celebraban reuniones, debates políticos, elecciones, celebraciones religiosas, etc…
Después de dar un largo paseo por la zona, entramos en el museo que hay en uno de los extremos del recinto, está situado donde anteriormente se encontraba la Stoa de Átalo, un edificio de planta rectangular que fue un regalo del Rey de Pérgamo y que servía como edificio donde se realizaban todas las transacciones comerciales en la época.
Las exposiciones del museo contienen diferentes objetos encontrados en las excavaciones realizadas en el área del antiguo Ágora, tales como cerámica, joyas, armas, monedas.
Quisimos dejar el templo de Hefesto para el final de la visita, porque estaba en la parte alta y luego se podía ver una panorámica de lo que habíamos recorrido antes andando. El Templo de Hefesto nos pareció espectacular, quizás el mejor conservado en toda Grecia. Fue construido entre los años 460 y 415 a.c.
Y ésta es la panorámica del Ágora antigua que se ve desde el templo de Hefesto, con la Acrópolis de fondo, el Ágora en el centro y el Stoa de Átalo en la parte izquierda.
Al salir del Ágora, cogimos una de las calles que tiraban hacia la entrada principal del Acrópolis por un lado y hacia el Barrio Psiri por el otro, esta calle normalmente está llena de puestos de venta ambulante, con cosas de todo tipo y en la que había mucha gente paseando. Se había hecho la hora de comer y como estábamos cerca del barrio Psiri, aprovechamos para visitarlo y volver al restaurante de la noche anterior, pues nos había gustado tanto y nos habían tratado tan bien que nos sentimos con ganas de volver. En el camino vimos la famosa tienda de alpargatas griegas Melissinos, donde mi novia preguntó por el precio de un par y nos pareció prohibitivo.
Por la tarde comenzó a llover bastante fuerte, teníamos dos opciones, o quedarnos en una cafetería esperando a que se calmara el temporal, o coger paraguas en mano y visitar el Templo de Zeus, el Estadio Panathinaiko y la Puerta de Adriano. Elegimos la segunda opción, porque nos quedaba solo el día siguiente y lo habíamos destinado a ver museos.
Desde Monastiraki fuimos andando hasta la Plaza Síntagma, atravesando el barrio de plaka, nos plantamos en la plaza en menos de 10 minutos, esta plaza es muy importante en Atenas porque es la sede del parlamento de Grecia, que se encuentra enfrente de la misma, y donde está la Tumba del Soldado Desconocido. Dicha tumba está custodiada noche y día por dos “Evzoni” (guardias vestidos con un curioso uniforme tradicional). Es posible asistir al peculiar cambio de guardia de estos soldados, que se celebra cada hora en punto, hay uno especial los domingos a las 10 de la mañana.
Cogimos la calle que iba desde la plaza Síntagma hacia el Templo de Zeus y llegamos en unos 5 minutos, el acceso al recinto estaba cerrado, pero en realidad se ve bastante bien desde fuera, así que aprovechamos para hacer unas fotos del templo desde fuera y de la Puerta de Adriano que está en la esquina noroeste del mismo.
Sobre el templo, decir que fue construido entre los siglos VI y II a.c. en honor al dios Zeus Olímpico, es decir que tardaron unos siete siglos en terminarlo, lo que da idea de la grandiosidad de la obra que estamos hablando, en su momento tenía 104 columnas corintias, de las que hoy sólo se conservan 15. Una obra colosal, el templo más grande de la Grecia Clásica.
Acto seguido cogimos una de las calles laterales que salen del templo y que va directamente a parar al Estadio Panathinaiko, allí que fuimos. El estadio fue construido en mármol blanco entre 1869 y 1870, y en él se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, en el año 1896. Es posible la entrada al recinto, pero nos pareció una tontería porque se ve perfectamente desde fuera y había que pagar 3 €.
Ya era de noche, había parado de llover, así que nos dimos la vuelta y nos fuimos hasta Monasteraki dando un paseo, allí compramos un par de sandwiches y cogimos el metro de vuelta al hotel para descansar y coger fuerzas para el día siguiente.