Tres puntos de interés en el Camino Real de Temisas a Agüimes, en el sureste de la isla de Gran Canaria: el cada vez más visitado Barranco de las Vacas, las Cuevas de la Audiencia o del Risco Pintado, y las Cuevas del Gigante.
El
Barranco de las Vacas y el pequeño tesoro que esconde apenas está señalizado, pero es un secreto a voces. Aunque se le dé este nombre al lugar donde se encuentran las paredes de aspecto liso limadas por el paso del agua a lo largo del tiempo, realmente es el Barranco de Barafonso; el de las Vacas quedaría más abajo. Conviene ir temprano o a última hora de la tarde, porque está muy concurrido.
Para acceder, solo hay que seguir la GC-550; una vez pasado Agüimes, en la carretera que nos lleva hacia Temisas y Santa Lucía, se encuentran varias bajadas sin señalizar; te servirán de guía los coches aparcados, en las inmediaciones del km 14.
Hay un primer espacio en el que caben unos 4-6 coches; el camino te llevará bajando hasta el puente de piedra del S. XVIII, desde el que siguiendo a la izquierda caminarás por el cauce seco del barranco hasta dar con las paredes casi lisas de color anaranjado.
Otra forma de entrar es por otra bajada, más adelante en la GC-550, a partir de un espacio solo para dos coches; vendrás a dar al túnel que cruza durante unos metros la carretera por debajo, justo en la curva.
Nosotros escogimos la más larga, pero que nos permite disfrutar de las vistas del Roque Aguayro, del propio Barranco de las Vacas que se extiende casi hasta el mar, con las poblaciones de Arinaga y Vecindario abajo.
Aparcamos después de los dos espacios reducidos que te indiqué antes, después de dar la curva debajo de la que queda el secreto a voces, que no se ve ni se intuye desde la carretera. Es un terreno de tierra bastante más amplio; de todas formas, la gente aparca también en los bordes de la estrecha carretera de doble sentido. De esta forma vamos bajando rodeados de flora canaria, siempre teniendo la carretera de enfrente como guía, por la que acabamos de venir desde Agüimes, porque el barranco está justo debajo de ella. En un corto paseo llegamos al viejo puente; con cuidado, puedes bajar y verlo desde el nivel inferior; desde esta altura apenas podrás avanzar más, porque el barranco cae al vacío por donde hubo de hacerlo el agua hace años.
Desde el puente seguimos hacia la izquierda, por el cauce seco del desfiladero, sorteando piedras. Subimos por una baja pared artificial de piedra con mallas de retención (albarrada) y en breve cruzamos el túnel lleno de recuerdos de los que han pasado por allí. Ya podemos aventurar lo que encontraremos a continuación, las paredes de ceniza volcánica que se han hecho tan famosas con sus formas sinuosas y anaranjadas. Contrastan, desde luego, con el sitio en que están encajadas y con el entorno desde el que venimos.
Son apenas unos 50 metros de recorrido por donde el agua, que correría barranco abajo, tuvo la paciencia de labrar a lo largo de los años esta garganta estrecha hoy seca. Esta parte es la que, al parecer, según los expertos, recibe el nombre de Barranco de Barafonso, aunque popularmente se conoce como de las Vacas. La visita nos lleva casi hora y media, a un ritmo muy lento.
Si seguimos la carretera 550 en dirección hacia Temisas, podemos visitar las
Cuevas de la Audiencia o de Risco Pintado. Tampoco están señalizadas. Dejamos el coche en la misma carretera, pasado el bar El Chorro, unos metros más adelante a la derecha, mientras tenemos a nuestros ojos las casitas de Temisas, con los restos de piedra de un pequeño canal de agua.
A pie, desandamos parte de la carretera que hemos recorrido, hasta el km 9, pasadas las paradas de guagua. A la izquierda encontraremos la subida.
Tenemos que caminar sin pérdida hasta este cruce, desde el que seguimos de frente por una senda estrecha rodeada de pitas y sus enormes pitones caídos y tuneras.
Cuando llegamos a estas marcas hechas con piedras, tenemos que desviarnos a la derecha, teniendo como referente los altos pitones caídos.
Sin darnos cuenta, llegamos a la entrada de la cueva, bajo la cresta de la montaña. Son unos 20 minutos desde que iniciamos la subida.
Se trata de un conjunto de cuevas artificiales con diferente uso: silos, hornos, habitacionales, tagoror… El nombre de la “Audiencia” se cree que viene porque el lugar fue punto de reunión de los aborígenes (tagoror), según atestigua la estructura de las piedras que hay en la base del Risco Pintado.
Tenemos que agacharnos hasta llegar a una de las estancias, la más famosa en imágenes, con la cueva dividida en dos por una pequeña columna de piedra. Hay que tener precaución, porque la exposición al vacío del risco es inevitable; también con las oquedades que hay por el suelo y en las paredes.
Hacia la izquierda, casi reptando por un túnel en la roca, accedemos a otro espacio, lleno de pequeñas cavidades y otras más grandes. Desde aquí tenemos Temisas casi a nuestros pies.
La forma del conjunto arqueológico con cuatro gradas en arco se asemeja a otros que hay en la isla; buena parte de sus restos están hoy en el Museo Canario, en la capital.
Más difícil de detectar es la entrada a las
Cuevas del Gigante. Tenemos que seguir por la misma 550 hasta la entrada al Observatorio de Temisas, donde podemos aparcar y abarcar con la mirada Temisas a la izquierda, las Cuevas de Risco Pintado de frente y la costa, con la Punta de Gando, a la derecha.
El camino que se abre se bifurca en dos; a la cueva nos lleva el que va pegado a unas construcciones de color naranja que pertenecen al Observatorio; más adelante, dejamos a la derecha una casa semiderruida. No nos lleva más de 10 minutos. Tenemos que estar atentos y guiarnos por estas imágenes: las marcas blancas en la tierra nos indican que a la izquierda está la entrada a la cueva.
También estas formaciones rocosas pueden servir de guía: está justo debajo.
Y es que a esta cueva entramos desde el techo, caminando, claro. No es muy frecuente esta forma de acceder desde una entrada excavada en el suelo.
En este conjunto habitacional hay tres cavidades de grandes dimensiones, de ahí el nombre, que albergan hasta 15 cavidades artificiales y naturales. Es la parte accesible del poblado.
A la izquierda podemos entrar en otra dejándonos casi resbalar por una especie de escalera labrada en la toba volcánica, que después tenemos que subir, sin apenas dificultad.
Esta cueva debes visitarla con más precaución, porque es más estrecha y la cercanía a la caída libre es mayor.
El otro camino que dejamos al principio ofrece también unas buenas vistas del entorno.
Una buena ruta de media jornada por el sureste grancanario que seguro no te deja indiferente.