COSTAS DE GALICIA II: FERROL ✏️ Naturaleza-España

Continuación de la serie de tips sobre la costa gallega, concretamente el tramo entre Ferrol y el cabo Ortegal, muy variado y con mucho atractivo natural.

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Las rías altas de Galicia son de reducidas dimensiones si las comparamos con las bajas, pero más numerosas y no menos atractivas. Estos accidentes geomorfológicos son valles fluviales cercanos a la costa y que han sido invadidos por el mar cuando el nivel de los océanos se elevó. El tramo de costa desde Ferrol hasta el cabo Ortegal es muy interesante paisajísticamente. Incluye dos rías, la de Ferrol y la de Cedeira; unas playas espectaculares, muchas de ellas de aspecto salvaje en las que, afortunadamente, la presión demográfica y el desarrollo turístico no han deteriorado significativamente el entorno, y unos acantilados, cerca de San Andrés de Teixido, que figuran entre los más altos de Europa.


La pequeña ría de Ferrol es uno de los mejores puertos naturales del mundo y por ello se ha establecido en esta ciudad un importante destacamento naval ya desde el siglo XVIII. La razón se hace evidente al contemplar la entrada a dicho accidente geográfico: su estrechez permite un control muy cómodo desde tierra con sendos castillos defensivos a ambos lados de la boca de la ría. Incluso llegaron a ser tres las fortalezas que custodiaban este enclave, que ya comenzó a protegerse con baterías de cañones en el siglo XVI. En algunas épocas se levantaba una cadena entre ambas orillas durante las noches para impedir la entrada de barcos.


El mirador de A Bailadora o monte Faro, en el municipio de Ares, y a 250 metros de altura, es un punto panorámico excepcional para contemplar no solo los castillos, sino toda la ría de Ferrol, la ciudad e incluso buena parte de la ría de Ares y Betanzos con A Coruña en el horizonte. Se calcula que desde aquí pueden verse unos 50 kilómetros de costa, lo que ha propiciado que en esta privilegiada atalaya sobre dos rías y el océano Atlántico se hayan construido dos instalaciones militares, hoy abiertas y abandonadas, una de ellas del siglo XVIII y la otra de principios del siglo XX. En la subida a este monte por una estrecha carretera, se encuentra el monasterio de Santa Catalina, fundado en el siglo XII y reformado en los siglos XVI al XVIII, cuando alcanzó gran importancia. Poco resta de sus orígenes medievales, ya que buena parte de sus esculturas se han llevado al museo de A Coruña o a otras iglesias de Ferrol, pero todavía conserva la portada de acceso a la sala capitular con arcos ligeramente apuntados, y con columnas y capiteles dobles tallados en un claro estilo románico. Además, dos claustros, uno renacentista y otro barroco, desprovistos de decoración.


Aunque existen algunas pequeñas calas en el interior de la ría, por ejemplo en los alrededores del castillo de San Felipe, además de la artificial en el barrio de Caranza ferrolano, las mejores playas de la zona se encuentran en mar abierto. Son magníficos arenales en un maravilloso entorno natural. Destacan Doniños, con su misteriosa laguna, San Jorge, Covas, Santa Comba, Ponzos y la preciosa cala de Lumebó, las dos últimas nudistas. Y todas ellas, muy cercanas a la ciudad, entre los 6 y 12 kilómetros.



Si bien la ciudad de Ferrol no destaca por poseer un conjunto urbano especialmente atractivo ni notables monumentos, conserva muchos edificios modernistas para los amantes de este estilo. Y, sin duda, sus alrededores naturales sí se merecen una visita. Entre otros lugares, además de las playas citadas, puede uno adentrarse en el frondosísimo bosque para realizar el sendero de la fervenza (cascada) del río Belelle, en el ayuntamiento de Fene. Una muy recomendable ruta a pie es la que une las playas de Doniños y San Jorge por los acantilados. También vale la pena acercarse al mirador de O Pedrouzo, tras una breve caminata, para contemplar un tramo de la costa con la bellísima playa de San Jorge en primer plano y el cabo Prior a la derecha.


La Punta Frouxeira nos regala unas impresionantes vistas por ambos lados. Hacia el sur, la accidentada y rocosa costa, con arenales intercalados, hasta el cabo Prior y hacia el este, la soberbia y kilométrica playa de Valdoviño (unos 3.000 metros), una de las más peligrosas de Galicia, con el oportuno contrapunto de su tranquila laguna que posibilita el baño en sus playas interiores cuando el oleaje es demasiado bravo en mar abierto.



Para contemplar la costa de Valdoviño es una buena opción acceder al mirador de O Paraño, en la carretera de Cedeira.
Continuando la línea de costa hacia el norte, hay que mencionar otra magnífica playa salvaje de 1 kilómetro, la de Pantín, en la que el mar se muestra especialmente bravo con unas olas de tal envergadura que la han convertido en un destino obligado para los amantes del surf, no solo de España, sino internacionalmente, ya que en ella se organizan campeonatos del mundo.



La ría de Cedeira no se adentra mucho en tierra, pero constituye una amplia bahía muy bien protegida de los embates del mar. La propia capital dispone de un estupendo y largo arenal en el mismo casco urbano, pero la joya de la ría en cuanto a playas, corresponde a Villarrube, magnífico enclave natural totalmente desprovisto de construcciones urbanas y que presenta en sus dos extremos sendos arroyos que aportan sus aguas dulces a la ría. La lengua de arena blanca y fina de 1, 5 kilómetros permite el baño a ambos lados, del mar y del río.



Todavía nos ofrece esta costa un punto culminante muy cerca del santuario de San Andrés de Teixido (el que debe visitarse de vivo si no quiere hacerlo una vez muerto), se trata de los acantilados de Herbeira en los que se alcanzan los 612 metros, que los convierten en los de mayor altura de la Europa continental. Imprescindible subir al mirador de ese mismo nombre por una muy atractiva carretera panorámica que permite contemplar muy amplias perspectivas en todas direcciones, incluyendo hacia el este la preciosa ría de Ortigueira y su valle en el horizonte. En esta zona hay una serie de miradores de costa, todos accesibles en coche por carretera asfaltada, con unas vistas excepcionales, de las mejores de Galicia y, por tanto, de toda la península. Vale la pena acceder a todos ellos.


La costa atlántica gallega finaliza en el agreste cabo Ortegal con su altivo faro situado a 100 metros de altura, junto a acantilados de 300 metros y con varios islotes rocosos enfrente. Desde aquí hacia el este, nos encontramos en los dominios del impetuoso mar Cantábrico, que, interactuando con la línea de costa, nos regala unos de los litorales más bellos de España, como podremos comprobar en el próximo tip sobre las rías de Ortigueira y O Barqueiro.

Otro magnífico tramo costero es A costa da Morte, aquí se puede comprobar: www.losviajeros.com/Tips.php?p=3437

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Última Actualización: 19/08/2020 - 17:58