RUTA DE DOS HORAS EN CHAVES
Este es el recorrido a pie que hicimos por la ciudad durante un alto en el camino viajando al sur de Galicia por la A-52.
La A-75 (peaje electrónico /
Easy-Toll) nos acerca a esta antigua llave del reino de Portugal -de lo que dan testimonio sus cinco fortalezas-. Toda llave o clave (o chave, en portugués) guarda algo valioso y aquí estamos, dispuestos a descubrirlo.
Aparcamos gratis y muy convenientemente para la visita en Rua Alferes João Batista, cerca de Largo Maria Rita, sin entrar al núcleo histórico pero muy cerca ya de él. También vi posibilidades de aparcamiento en la contigua Rua dos Bombeiros Voluntarios. Hay aparcamiento de pago en Rua Candido dos Reis, cerca ya del Puente Romano, y alrededor del Forte de San Francisco.
La
Rua Direita, especie de calle mayor, nos acerca al corazón civil y religioso de la ciudad, la
Praça de Camões donde se emplazan
ayuntamiento,
Palacio de los duques de Braganza y las
iglesias Matriz y de la Misericordia. Únicamente encontramos abierta la Iglesia Matriz.
Retomamos la Rua Direita hasta desembocar en la de Santo Antonio que nos dejará sobre una joyita local: el
Ponte Romano de Trajano, con sus dos formidables miliarios de piedra y unas vistas bonitas hacia la
iglesia de la Madalena, de paredes encaladas y aire andaluz. Esta es buena zona para tomar algo en alguna de las terrazas de la ribera. Cruzamos el Támega y callejeamos un poco por el barrio de la Madalena.
Volvemos a cruzar el venerable puente, esta vez con vistas a algunas fachadas coloridas que tampoco están mal. Seguimos el curso despacioso del río por su margen derecha en busca de las termas o
Caldas de Chaves. La presencia de restaurantes y tiendas de regalos nos confirman que vamos bien, pues las aguas termales constituyen uno de los mayores atractivos del lugar. Encontramos un complejo balneario de buen tamaño, moderno y salpicado de zonas verdes y, tras preguntar a unos amables flavienses (bonito gentilicio), el afloramiento de agua termal a mayor temperatura en Europa (73ºC) Las vaharadas de vapor en torno al manantial dan fe de ello. Se encuentra en una glorieta pública y se puede recoger agua gratis. Rodeando el edificio contiguo entramos a una sala semicircular provista de butacas y un mostrador donde la gente solicitaba vasos del agua benéfica y se aposentaban a tomarla tranquilamente alrededor. Solicito un vaso y hago ademán de pagar. Me informan de que es gratis. Agradezco y me siento a saborear ese algo indefinible que tienen los balnearios (¡y a esperar que baje la temperatura del agua!) mientras contemplo boquiabierta a una señora que apura su vaso recién servido sin pestañear.
¡Cómo se les iba a pasar por alto este lugar a los romanos! A posteriori averiguo algo sobre las propiedades del agua de Chaves que es usada en el tratamiento de enfermedades reumáticas, osteoarticulares, del aparato digestivo y de las vías respiratorias, así como para el mantenimiento y recuperación de la condición física y la belleza. Pues nunca viene mal.
En una panadería compro un pastel de Chaves que, con toda seguridad, también tiene sus propiedades y complementa al agua sanadora. Luego está el famoso folar, un pan orondo que suele llevar algún relleno y los hay tanto dulces como salados. Y la miel
do Celeiro ¿Será por remedios?
Dejamos atrás las Caldas y nos encaminamos al
Castelo de Chaves. Una Torre del Homenaje bastante bien conservada es el último vestigio de la fortaleza que edificara el rey Dinis en el siglo XIV. Ahora la arropa un jardín primoroso y es este un rincón emblemático en la Ciudad Flavia.
Atravesamos de nuevo la Praça de Camões donde una cuadrilla de hombres está cantando y tocando instrumentos en lo que parece ser una tradición local (Veremos otra por el estilo en el jardín del Bacalhau). Nos quedamos unos minutos a escuchar y nada me cuesta pensar que nos despiden a nosotros.
Salimos de Chaves por Rua Santo Antonio y Candido dos Reis contorneando los imponentes muros del
Forte de San Francisco.
Me gustó. Tal vez por el genuino ambiente portugués, porque el turismo la deja de lado a pesar de que las comunicaciones son buenas y los atractivos varios, por la huella milenaria de la historia o por ese carácter peculiar de las ciudades balneario donde el tiempo parece pasar de otra manera.
Castillo de Chaves. Torre del Homenaje.