Miao
Travel Addict
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Me voy a contestar yo misma y de paso lanzar un aviso a los que pretendan cruzar la frontera de Bangkok a Phnom Penh por tierra: informaos bien, tened muy claro adónde vais y qué compañías os interesan.
Yo estaba empeñada en cruzar la frontera por tierra de Bangkok a Phnom Penh, por aquello de la experiencia local y conocer un poco mejor Camboya, y también por curiosidad y porque a veces puedo ser un poco inconsciente.
Tras rebuscar en el foro y en Internet, no encontré mucha información al respecto, solo lo justo para decidir que la mejor opción sería a través del paso de Aranyaprathet, llegando a Poi Pet y tomando un autobús allí para llegar a Phnom Penh.
*Nota mental: cuando se te ocurre una idea brillante y no encuentras información sobre cómo llevarla a cabo, será porque no es una idea muy popular, ergo quizás no es tan brillante.
Para llegar a la frontera, en la oficina de información y turismo nos dijeron que un autobús desde la terminal Mo Chit era la opción más rápida.
Los detalles del transporte hasta la frontera estaban claros: skytrain hasta la parada Mo Chi, allí tomar un bus de línea regular (el 77 o el 3) y llegar a la terminal de autobuses Mo Chit, donde compraríamos un billete de autobús a Aranyaprathet, de allí un tuktuk al paso fronterizo, cruzar a Poi Pet y a partir de ahí improvisar un poco para encontrar el autobús directo a Phnom Penh. Lo único que creíamos saber sobre el autobús desconocido era que había 2 en todo el día, a las 12.30 y a las 7.30, que luego resultó no ser cierto.
Sencillo, ¿no? Creo que a muchas personas esto les hubiera tirado atrás: skytrain, bus, bus largo de primera clase, tuktuk, paso fronterizo, bus desconocido. A nosotros nos sonaba a aventura.
Resumiendo en pocas palabras: salimos del hotel un poco antes de las 7.30 de la mañana en Bangkok, y llegamos al hotel de Camboya a las 4 de la mañana del día siguiente, sucios, molidos y con muchos sentimientos encontrados. El bus desconocido resultó ser una cacharra que nos arrastró en una serie interminable de paradas, con cambio de autobús a uno todavía peor incluido, durante un total de 11 horas.
Versión extendida:
Creo que puedo saltarme la versión previa al bus mortífero, si alguien quiere detalles al respecto puede preguntar, pero lo que me interesa compartir es el recorrido que realizamos de Poi Pet a Phnom Penh.
Me gustaría resaltar que además de la información obtenida mediante Internet, conocemos a dos personas que hicieron lo mismo hace años, además de llevar con nosotros una guía Lonely Planet describiendo la compañía que nos transportó como "limpia y ordenada donde hablan inglés".
Además, el trato rancio recibido en el paso fronterizo también merece especial mención, pagamos "extras" tanto al salir de Bangkok como al entrar en Camboya, como es bien sabido. Al llegar a Camboya, proliferaban los puestos de control con alrededor de 10 empleados con solo 2 trabajando, que parecían más bien molestos contigo por hacerles trabajar. Aún en el control de Camboya, se nos acercó la primera persona intentando endosarnos billetes de autobús. Primero se hizo el simpático, nosotros, todavía dentro del control de pasaporte, nos imaginamos que era un funcionario y le seguimos la conversación, explicando adónde íbamos, este inmediatamente se ofreció a conseguir un billete de autobús a PP por 15 dólares. Allí ya empezó a mosquearnos el asunto así que le dimos las gracias y le dijimos que no era necesario que nos acompañara, que iríamos solos a la estación. Mientras entramos en el último control de pasaporte, se fue a hablar a un grupo de hombres que acto seguido se nos tiraron encima. Cuando acabamos con el papeleo y salimos a la calle, estaba lloviendo, el tráfico era caótico y no había ningún tipo de indicación, y nos rodearon 5 hombres ofreciendo billetes de bus, y un coche siguiéndonos, al que más tarde se le sumaron 2 motos (nosotros arrastrando una maleta enorme y motos persiguiéndonos ofreciendo transporte). Resultó extremadamente agobiante, solo veíamos puestos de compañías de transporte, uno detrás del otro a cada cual menos fiable, mientras nos empapábamos y éramos acosados por una horda de vendedores.
Agobiados, entramos en una guest house para preguntar, y nos indicaron que siguiéramos recto y giráramos a la izquierda para encontrar la terminal de autobuses. Los hombres a pie se nos alejaron eventualmente, o se subieron al coche que nos seguía, el caso es que el coche nos siguió lentamente durante todo el trayecto hasta la terminal de autobuses, que resultó ser una especie de edificio abandonado, con autobuses aparcados, hombres tirados que en seguida se nos vinieron encima ofreciendo billetes de nuevo, y una pequeña caseta de información.
Nos dirigimos a la caseta de información, nada convencidos y muy mosqueados, donde nos vendieron dos billetes hacia PP por 13 dólares por persona, para un bus que salía a las 5 y, en teoría, llegaba a la 1. Le pedí por favor que nos dejara llamar al hotel para avisar para que nos vinieran a buscar, llamé al hotel, les dije que llegaría a la 1 a la estación de la compañía Ponleu Angkor Khmer (quedaos con ese nombre como compañía para evitar a toda costa), y nos dispusimos a esperar a que saliera de la terminal de autobuses, a las 4.30. Así que eso hicimos. Mientras tanto, nos alejamos 10 minutos de allí para que nos dejaran en paz, y me aproximé a una mujer para confirmar que eso era la estación (la vi vestida con una bata al lado de una farmacia y pensé que quizás tendría algún conocimiento de inglés, lejos de ayudarme la mujer me gruñó y se apartó de mí poniendo caras, un par de hombres lo vieron y se partieron de risa. Absolutamente nadie quería ayudarnos. A los 10 minutos volvimos para entrar en el autobús a la hora acordada.
El autobús al que subimos era cochambroso, con el suelo roto cubierto por una tabla, asientos oxidados, mugriento,... ¿Y teníamos que pasar 8 horas allí en teoría? Desesperante, ¡y eso que no sabíamos que luego nos cambiarían a otro peor! Nos sentaron al final de todo, aunque parecía que éramos los únicos que habían comprado billetes ya que estábamos solos allí.
Cuál fue nuestra (primera) sorpresa al ver que el autobús volvió a la zona donde habíamos sido escoltados por los vendedores, para pararse en todos y cada uno de los puestecillos de venta de billetes que habíamos visto al llegar, y empezó a llenar el autobús.
Una a una, iban entrando todo tipo de personas. Cada vez que subía una mujer (4 en total llegaron a subir) nos tranquilizábamos un poco. Subieron también 2 occidentales, aunque uno de ellos no lo veía nada claro y se bajó muy pronto.
Hablando de bajar pronto, en Aranyaprathet nos dijeron que bajáramos en la última parada, pero la última parada estaba perdida en medio de una plaza con tiendas cerradas, sin tuktuks ni nada, cuando la parada anterior estaba más cerca en realidad del puesto fronterizo y era mucho más amigable, con una guest house y montones de tuktuks, así que nos llenó de confusión que nos "soltaran" en un sitio así decabandonado en lugar de en la parada anterior, donde podríamos haber cogido un tuktuk rápidamente. En cambio, tuvimos que andar un poco hasta la carretera principal y allí buscar tuktuks.
En fin, que el viaje era de lo más desagradable, las paradas "para ir al lavabo" fueron casi todas en medio del campo, excepto la primera que fue en casa de alguien (?). La mayoría de la gente que había en el autobús olía muy mal (lo siento pero así era, del tipo de personas que se te sientan cerca en un autobús, te da náuseas y te apartas, excepto que no puedes apartarte y quedan 8 horas de viaje), y el aire acondicionado estaba a tope. Las paradas eran interminables, casi siempre sin avisar y sin dar ningún tipo de explicaciones, y las que daban eran en otro idioma claro, la conducción era como poco temeraria (me sentía como cuando les ves montando una moto 4 personas con 2 bebés colgando del brazo, excepto que tú te encuentras entre esos 4, y no lo ves desde lejos sino que estás ahí, metido en el emparedado de temeridad. Ah, se me olvidaban los vídeos en la tele de karaoke, la gente cantaba de vez en cuando, y otro vez en cuando ponía clips grabados de programas dehumor de la televisión local. Cuando pensaba que no podía ser peor, nos detenemos y nos piden que cambiemos de autobús: a uno mucho, muchísimo peor.
Subimos al autobús, que ya tenía gente dentro. Las condiciones eran todavía peores: los asientos estaban rotos, así como los reguladores de aire acondicionados, olía mal no, lo siguiente: pútrido, fétido, a una mezcla de almizcle y cloaca insoportable. Yo entré un poco en estado de shock, pero lo mejor fue que se pasaron como una hora cargando más bultos hasta que llenaron el pasillo de cajas (casi nadie llevaba maletas, solo cajas con ropa, uno incluso llevaba cubos de plástico con ropa dentro que le iba cayendo), bultos que llegaban hasta al lado de mi asiento al final del pasillo, y encima de los bultos... ¡más gente todavía sentada! Un autobús patera.
Estábamos encajonados, en asientos rotos, con el aire acondicionado en la cara sin poder regularlo aunque casi que agradecías el aire frío para distraer del mal olor, sin haber ido a un lavabo propiamente dicho en demasiadas horas, sin saber adónde estábamos ni cuántas paradas quedaban ni a qué hora llegaríamos realmente, sin poder movernos del asiento sin pasar por encima de nadie, sin nadie a quien preguntar nada... Solo quedaba un occidental en el autobús y más tarde averiguamos que no hablaba inglés, nadie que nos hiciera caso ni contestara a nuestras preguntas... Y ninguna opción alternativa en absoluto, afuera del autobús era todo rural, oscuridad, sitios dejados de la mano de Dios... Solo nos quedaba esperar y esperar. Obviamente no podíamos sacar ningún aparato electrónico o ver alguna película o nada, en medio de ese panorama, lo último que queríamos era llamar la atención y hubiera sido muy, muy inapropiado. Los hombres escupían por la ventana, gritaban, había bebés llorando todo el tiempo, la gente comía y tiraba los restos al suelo, el traqueteo descolocaba los asientos de sus posiciones, ah y me olvidaba de la música local a toda pastilla, cuando al conductor le apetecía incluso a la 1.30 de la mañana con medio autobús durmiendo. Nuestra máxima diversión era acertar cuánto tiempo había pasado.
No pretendo sonar dramática, hay cosas mucho peores que le pueden pasar a un viajero y soy muy consciente de ello, pero intento describir la escena lo más claramente posible para que nadie pase por esto de manera inconsciente, como nos pasó a nosotros. Nos esperábamos una experiencia local y nos encontramos con una experiencia bastante más desagradable delo que nos esperamos, como quien se sube a una montaña rusa esperando un tobogán.
En conclusión: las horas pasaron, las paradas absurdas y eternas se siguieron sucediendo, milagrosamente no nos mareamos, y cuando ya no teníamos energía ni esperanza (cada parada esperabas que fuera la última), llegamos a Phnom Penh a las 4 de la mañana. Me imaginaba que la persona enviada por el hotel a buscarnos a la estación llevaría horas durmiendo.
¿Quién llega a una ciudad así a las 4 de la mañana? Menuda locura.
Intenté pedirle al conductor que llamara a nuestro hotel, pero absolutamente NADIE del autobús hablaba inglés, ni intentaron hablarlo por lo menos o ayudarnos.
Al bajar del autobús se nos tiraron encima conductores de tuktuk, así que tras vacilar ligeramente, nos dejamos timar para llevarnos a nuestro hotel.
Como digo, muchos sentimientos encontrados al respecto: no es que hubiera preferido un avión, sigo pensando que el paso por tierra es una experiencia, pero esto que hemos pasado no se lo recomiendo a nadie a no ser que, como se mencionó en algún post, sea masoquista.
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