He estrenado "era" en el
Parador de Benavente. Precisaba un alto en mi largo camino a Asturias desde el sur y un parador me pareció una opción fiable.
El establecimiento ocupa un enclave privilegiado en el solar de una antigua fortaleza, con vistas a los valles del Órbigo y el Esla. A la vez, es estupendo para la visita pues se llega fácilmente a pie a Santa María del Azogue y casco medieval a través de un bonito parque-mirador. Hay suficiente aparcamiento gratuito.
Deliciosa la terraza a la vera de la Torre del Caracol. Dispone de piscina.
Ya, al interior, ascendiendo la escalera a la derecha de recepción se llega a una estancia con un formidable techo de artesonado mudéjar que permiten visitar.
Se mantiene el desayuno buffet en turnos regulados y con los alimentos en recipientes individuales, cerrados y reaprovechables.
Habitación muy amplia, algo desangelada pero confieso que me gusta esa austeridad tan "paradores". En lo negativo, no hubiera esperado un mal aislamiento acústico respecto a la habitación contigua (y los ronquidos de su ocupante) en un edificio histórico. O tal vez el vecino es un campeón, yo qué sé. Pero, en conjunto, un buen alto en el camino, que es de lo que se trataba.
Benavente tiene un paseo de dos o tres horas muy agradable.