Siempre me ha fascinado el mar, pero tengo que admitirlo: la idea de bucear con botella me daba respeto. Mirar el agua desde la orilla es una cosa… sumergirse en ella y respirar bajo el agua es otra muy distinta. Pero un día, decidí probar un
bautismo de buceo en La Herradura, y todo cambió.
Los nervios del primer contacto
Llegué al centro con una mezcla de emoción y dudas. ¿Y si no podía respirar bien? ¿Y si me entraba pánico? Pero mi instructor (que tenía la paciencia de un santo) me explicó cada paso con calma. Primero en tierra: cómo usar el equipo, cómo respirar de manera relajada, y qué hacer si sentía alguna incomodidad.
Cuando nos metimos en el agua, primero practicamos en superficie. El regulador hacía su trabajo y, sorprendentemente, todo parecía más sencillo de lo que imaginaba.
El primer descenso: el clic mental
Apenas descendimos unos metros, algo hizo clic en mi cabeza. Ya no era un simple espectador del mar, ahora formaba parte de él. A mi alrededor, los rayos de sol atravesaban el agua creando un efecto hipnótico. Bancos de peces plateados se movían en perfecta sincronización, como si estuvieran coreografiando un espectáculo solo para nosotros.
Y ahí estaba yo, flotando sin esfuerzo, respirando bajo el agua como si siempre lo hubiera hecho.
Lo que encontré bajo el agua
Mientras avanzábamos, vimos pulpos escondidos en las rocas, nudibranquios de colores imposibles y un mero enorme que nos observaba con curiosidad desde su cueva. Lo que más me impactó fue la sensación de paz absoluta. Solo el sonido de mi respiración y la sensación de ingravidez.
Fue en ese momento cuando entendí por qué tantas personas se enamoran del buceo. Porque no se trata solo de ver peces… se trata de sentir el mar de una manera completamente nueva.
¿Repetiría? Sin duda.
Salí del agua con una sonrisa que no me cabía en la cara. No solo había superado mis miedos, sino que había descubierto un mundo al que quería volver una y otra vez.
Si alguna vez has pensado en probar el buceo pero te frena el miedo, hazlo. Te prometo que la sensación de tranquilidad y asombro bajo el agua es algo que nunca olvidarás.
Yo lo hice en La Herradura y fue una de las mejores experiencias de mi vida. Si quieres vivirlo tú también, aquí tienes más info sobre cómo empezar lo hice con
Buceo Aqualia
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