Quinto capítulo del viaje por los Balcanes, por Macedonia.
"Ohrid, Ocrida, Ojrida"
Un mes antes todo se había torcido y la probabilidad de encontrarme donde en ese momento me encontraba se reducía a un anhelo difícil de alcanzar en el que la inexperiencia, la timidez, o lo que fuese, pesaba con fuerza. No obstante, bastó con cambiar la perspectiva para que ésta se volviera más ligera. Ahora allí estaba, tratando de ubicarme frente a carteles indescifrables, en Ohrid, deshaciendo la utopía a cada paso. Continuaba mi camino al sur, aún por Macedonia, tras dejar atrás Skopje. El cielo se había inundado de nubes, pero el bochorno seguía empeñado en hacerse notar. Aunque aún no lo supiera, el caos que al llegar me acompañó entre las muchísimas calles empinadas (y calcadas entre sí) iba ya anunciando frenéticamente el compás que distinguiría los siguientes días, bañados por un gran lago que da nombre desde mil años atrás a la vetusta ciudad que lo costea.
[SIGUE LEYENDO]