Esta es una nueva entrada sobre mi viaje a Nueva York, que he pubicado, junto a otras, en mi blog:
malditatartadequeso.blogspot.com.es/ ...oches.html
Bastantes personas me han preguntado sobre el hotel que reservamos para pernoctar en Nueva York por lo que me he animado a escribir una entrada que intente mostrar en profundidad cómo ha sido nuestra estancia y las virtudes y defectos que encontramos en las siete noches que estuvimos en el Hyatt Place.
Ubicación, ubicación y ubicación. Lo primero que uno mira cuando busca un hotel es la localización más adecuada al propósito del viaje. Dado que nosotros íbamos de turismo, pensamos que la zona más adecuada para ubicarnos era el Midtown, ya que está relativamente cerca de todo o con buenos accesos al transporte público y es una de las zonas más emblemáticas. Además, tiene mucha más actividad de noche, lo cual nunca es desdeñable para tomarse una copa o cenar algo más tarde de lo normal. El principal problema era que es la zona más cara de toda la ciudad para reservar un hotel, lo cual no es poco problema. Dado que teníamos un presupuesto del que no queríamos salirnos, nos tocaba hacer una exploración profunda de todas nuestras posibilidades para ver si encontrábamos finalmente algo que nos cuadrara.
Tras varios días buscando, encontramos dos hoteles que cumplían con nuestros requisitos: The Strand, situado en la calle 37, entre la Quinta y la Sexta y el Hyatt Place, en la 36, también entre la Quinta y la Sexta. De precios andaban muy parejos y la ubicación era prácticamente la misma, por lo que nos tocó decidimos finalmente por la decoración. Aunque ambos son relativamente nuevos, la decoración del Strand, con un toque clásico que no es de nuestro gusto, nos llamaba menos que la del Hyatt, algo más aséptica, pero más moderna. El precio fue de unos 150 € por noche, lo cual era bastante barato comparando con otros hoteles de la zona que ofrecían los mismos servicios o, incluso, menos. Además, el Hyatt Place incluía desayuno y Wifi en el precio, lo cual también era una agradable excepción a la norma de los alojamientos de la Gran Manzana. Mención especial para el Wifi, que funciona muy pero que muy bien. A nosotros nos daba hasta para hacer videoconferencias.
Estando ya allí, comprobamos que el hotel se ajustaba más o menos a lo que habíamos imaginado. Nada más entrar en el vestíbulo, te das cuenta que se trata de un hotel mucho más pequeño de lo habitual en la ciudad, con una pequeña cafetería donde se realizan los desayunos (conviene no ser muy dormilón para no tener que hacer cola para entrar a desayunar) y una recepción de dos mostradores y unos pocos sofás para que te sientes si tienes que esperar. También puedes encontrarte un rincón con tres ordenadores, con conexión a internet gratis y una impresora.
Nosotros realizamos el registro de forma muy rápida y sin problemas, ayudados sin duda porque varios miembros del personal son hispanos (recordad que en la tarjeta te retendrán 50 $ por noche que vayas a estar, a modo de fianza. Unos días después de haberte ido, la retirarán).
Tras registrarnos nos encontramos con un fallo que tiene el hotel: sólo tiene dos ascensores. Dado que es un edificio estrecho y alto (creo recordar que eran 26 pisos de alto, con ocho habitaciones por planta), esto provoca que en horas puntas haya que esperar a que llegue el ascensor a tu planta.
En cuanto al hotel en sí, presenta una decoración neutra y relativamente moderna, dado que es de reciente construcción. No es que sea muy bonita ni llamativa, pero no es estridente ni tiene el punto hortera que le sobra a algunos alojamientos de la ciudad. Las habitaciones son funcionales y muy amplias ya que caben sobradamente un sofá, un escritorio con televisión, dos mesillas y una cama tamaño extragrande. Durante nuestra estancia las limpiaron perfectamente cada día. El mayor pero que le encontramos a las habitaciones es que, sin dudas, apenas tienen armario y tienes que organizarte con las cajoneras del escritorio y con el propio sofá. Y el mayor punto a favor, es que si te encuentras en una situada a partir del duodécimo piso, tienes buenas vistas aseguradas. Uno de los lados del hotel da al Empire y otra hacia el Norte, que tampoco tiene malas vistas, aunque no son comparables a las de la otra vertiente, claro.
El desayuno está muy bien, siempre preparan 3 o 4 platos calientes, que van desde salchichas hasta revueltos y después tiene todo lo básico para que te puedas hacer unas tostadas, tomar una macedonia o comer unos cereales. También mencionar el detalle, muy chulo, de que puedes prepararte un típico café para llevar en vaso de cartón.
Al lado del hotel te puedes encontrar bastantes restaurantes y tiendas. De hecho, está situado prácticamente al lado de Macy's (menos de dos minutos andando) y a diez minutos o algo menos de Times Square, subiendo directamente por Broadway. ¡Ah! Y no podemos olvidar que está al lado de la espectacular tienda de Victoria's Secret, en la que, um, podéis recrearos con sus bonitas prendas.
Por último, el hotel tiene un servicio de recogida y traslado al aeropuerto que a nosotros nos salió bastante a cuenta, ya que éramos cinco con multitud de maletas y hubiéramos tenido que coger dos taxis. Nos trasladaron en una minivan, por 77 $ más peajes y propinas, es decir, unos 95 $ aproximadamente.
En resumen, en mi opinión se trata de un hotel muy recomendable tanto por precio como por ubicación, que cumple con su cometido sin lujos ni estridencias. El personal es amable y atento por lo general y te da dos servicios básicos que son difíciles de encontrar en Manhattan: Wi-Fi y desayuno incluido en el precio básico.
Nuestra cama, enterrada en compras: