Siempre me he preguntado cuál es el auténtico itinerario completo de la ruta de la plata y el por qué de ese nombre. Buscando he sabido que, aunque en la actualidad, la ruta completa se considera desde Gijón hasta Sevilla, en sus orígenes era esta vía, o mejor dicho esta calzada, la conexión que cruzaba de norte a sur la península ibérica por su parte occidental, y que construyeron los romanos, como tránsito de sus caballerizas, por tanto era una vía empedrada que partía desde
Astorga, (Asturica Augusta), en el norte de la provincia de León hasta
Mérida, (Augusta Emérita) en el norte de Badajoz. La antigua vía de la plata estaba adornada por importantes puentes romanos y en su recorrido podíamos encontrar grandes mansiones donde poder hospedarse o simplemente recuperarse y descansar del arduo “viaje”, algunas de ellas son hoy paradores nacionales.
Como Astorga ya he tenido el privilegio de visitar en ocasiones pasadas, aprovecho para recomendaros de allí un paseo, visitando sus murallas, su palacio y su catedral. Y si alguien se aburre, le invito a que deguste el afamado cocido maragato y/o se deleite con unas estupendas pastas de té artesanas, y si os resulta que ello os provoca una digestión pesada siempre tenemos el recurso de hacer una buena ruta en bicicleta o senderismo saboreando los parajes. En marzo o abril, para mí son los mejores meses, siempre y cuando la lluvia nos respete.
Los puntos principales de la vía son: Astorga-Benavente-Zamora-Salamanca-Béjar-Plasencia-Cáceres-Mérida, pero cada uno de sus tramos está conformado por un sinnúmero de pueblos de gran belleza, algunos muy singulares por la arquitectura de sus casas. No estaría de más, coger unas buenas bicis e ir haciendo los recorridos, aunque para ello, yo aconsejaría un mes completo.
Nuestro viaje está vez se ha conformado con Salamanca, Plasencia, Cáceres y Mérida, y he de confesar que lo peor de todo es que no visitamos el teatro y anfiteatro romano de Mérida, por cuestión de tiempo, (el climático y el real de espacio-tiempo), y por tener demasiado teatros de estas características en las retinas de nuestro recuerdo de Turquía, el pasado mes de mayo, así que habremos de volver para cuando empiecen las actuaciones del próximo Festival internacional de teatro clásico, que este año será desde el día 5 de julio al 25 de agosto, imagino que el revivir esas escenografías en un lugar tan privilegiado y con esa acústica debe poner la carne de gallina y los pelos de punta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Acabada la vía de la plata, continuamos camino a los territorios de las minas de Río Tinto, pasando primero por los pueblos de
Zafra (Badajoz) y
Aracena (Huelva).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De Zafra me gustaron sus placitas y callejuelas y el olor intenso a romero que se sentía por todo el pueblo, de los monumentos destacar el parador nacional, (antiguo Palacio de los Duques de Feria), que data del siglo XVI. Me decepcionó el lugar donde comimos, que por respeto no nombraré, pues soy consciente que no deben pagar justos por pecadores, la ensalada flotaba en agua, el pescado estaba crudo, la carne de ternera resultó ser suela de zapatilla, el postre casero se podría consideran un arsenal de azúcar y el helado tenía bloques de hielo. Siempre nos queda el consuelo de poder degustar los buenos jamones de Jabugo, siempre que el bolsillo nos lo permita, sobre todo si es un auténtico “pata negra” bien cortado.
Después de un gratificante paseo por los parajes y monumentos, sin nadie por sus calles, cogimos rumbo a
Aracena, que me resultó un deleite para los sentidos, el simple deambular por sus calles, el parloteo de sus viandantes. Nada más llegar al pueblo fuimos directos a la
Gruta de las Maravillas, nos explicaron que estaban a punto de cerrar puesto que eran las seis de la tarde, una faena pues son una preciosidad, tendremos que regresar para pasar 45 minutos en su interior, lo de cuarenta y cinco minutos, no es algo inventado es lo que dura la visita de recorrer algo más de un kilómetro. Se dice que son las mejores, o una de las mejores cuevas subterráneas con estalactitas y estalagmitas forjadas por el gran escultor que ha resultado ser el agua cuando se le presta piedra en su recorrido.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Como nuestro propósito quedó en fracaso en cuanto a entrar en la gruta, nos dirigimos a Nuestra Señora de los Dolores del Castillo, que es la iglesia que está en lo alto del pueblo y desde donde se pueden observar los parajes de la sierra, mereció la pena respirar el aire, sentir paz y el deleite del sendero.
Al anochecer “amerizamos” en el pueblo de Ríotinto.
Cuando digo que amerizamos, aunque llegamos en coche, lo digo porque es lo que se siente cuando se recorren los paisajes de la basta extensión de las Minas de Río Tinto, parece que te encuentras en
el planeta Marte, con esos tonos rojizos de los terrenos. Dormimos, cenamos y desayunamos en el hostal Atalaya, un lugar afable y de trato muy correcto. Por la mañanita y como estábamos a dos minutos del
museo minero Riotinto Ernest LLuch, pasamos allí la mañana, que aunque estuvo muy interesante no pudimos coger el tren del museo, solamente visitar el museo e ir en coche a la
Mina Peña de Hierro, todo ello aderezado con lluvia, una pena, pues a pesar de todo a mí me encantó, como siempre me decepcionó que no se puedan hacer fotos en el museo, eso sí pasé más frío que un perrito chico.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Espero que los que decidáis visitar las Minas de Riotinto tengáis mejor ojo que nosotros con el tiempo, aunque he de reconocer que el hecho de que sólo estuviéramos 4 personas en el interior del museo y de la Mina Peña de Hierro fue un privilegio por las explicaciones del guía y porque no me quiero imaginar en un balconcito de unos 10 metros de ancho con 15 o 30 personas, no se disfruta igual.
*** Imagen borrada de Tinypic ***