Buenos días!
Escribo mi primer diario para compartir mi experiencia por estos países que me han maravillado.
He de decir que el viaje nos ha encantado y ha sido todo un acierto ir en las fechas que hemos ido.
La idea era ir a Suecia y unirlo a algún país próximo, y encontramos un vuelo de Iberia a un precio razonable de Suecia a España el viernes 25 de julio, así que decidimos montar todo el viaje sobre ese vuelo. Investigando descubrimos que había un ferry que cruzaba de Helsinki a Tallin, así que ya teníamos más o menos nuestras ciudades. Las opciones que barajamos fueron las siguientes:
Opción 1: Volar a Riga el jueves 17, ir en autobús a Tallin (por aquí encontré que es un bus de 3 horas y media) desde ahí en ferry a Helnsiki y desde Helsinki en ferry a Estocolmo. El ferry a Estocolmo se gestiona con esta empresa
www.sales.vikingline.com/ ...i/one-way/ . Esta opción salía más o menos en: 139 euros vuelo a Riga + 25 euros autobús + 25 euros ferry a Helsinki +75 euros ferry a Estocolmo + 137 euros vuelo a España =401. Pros: ves 4 ciudades. Contras: el vuelo a Riga llega a las 00:50 del día siguiente y se pierde mucho tiempo en desplazamientos.
Opción 2: Volar a Helsinki el jueves 17, ir en Ferry a Tallin, Volar de Tallin a Estocolmo y de Estocolmo a España vuelo. Está opción salía en 209 euros + 25 + 40 euros + 137= 411. Pros: Los desplazamientos en avión son más rápidos, los horarios eran todos buenos. Contras: el vuelo Tallin -Estocolmo era con Ryanair.
Como veis de precio salía más o menos parecido. Al final, decidimos la opción 2 por ser los horarios más cómodos.
Nos dispusimos a buscar alojamientos. Una de las limitaciones que pusimos es que viajaríamos con un presupuesto, intentando que alojamiento+gastos no pasase al día de 100 euros/persona; 125 en el caso de Suecia. Al final de cada ciudad voy analizando si lo vamos cumpliendo.
En cuanto a la búsqueda de alojamiento, cuando ya tengo claro un viaje y comprados los vuelos miro en booking y cojo una opción que me parezca razonable con cancelación y voy haciendo luego búsquedas de vez en cuando por si aparece algo mejor. Tened en cuenta que a veces aparecen ofertas de última hora, así que es una buena forma de asegurarte un buen precio, aunque no es el método ideal si quieres desentenderte del tema.
En este viaje buscamos para Helsinki y Estocolmo alojamientos baratos cerca de las estaciones centrales, que suelen estar bien comunicadas tanto con el aeropuerto como con el centro de la ciudad. Para el caso de Tallin las opciones eran quedarse cerca del puerto o en el centro, pero al final no había mucha diferencia así que buscamos alojamiento cerca del centro histórico (lo cual recomendamos).
Al final los elegidos fueron:
Bob W Kampppi Helsinki: 172 euros/2 noches. Alojamiento habitación de 20m2 con una pequeña cocina, todo nuevo porque había abierto hacía unos meses, muy moderno. La zona de Kamppi está más o menos cerca del centro (15 minutos andando) y también tienes una parada de tranvía cerca (Fredrikinkatu tram stop) desde la que se llega tanto a la estación central de tren como al puerto. Es verdad que cogimos una oferta por la próxima apertura. Importante: tenía muy buenas cortinas.
Hostel Viru Backpakers Tallin: 255 euros/3 noches. En el hostel cogimos el apartamento, aunque también tenían disponibles habitaciones con baño privado. El apartamento estaba muy limpio, tenía cocina y la habitación separada del salón. Estaba en la calle Viru, en pleno centro histórico, a dos minutos de la plaza del ayuntamiento. Las cortinas dejaban ver la luz, que es la única pega que le pondría (vas a necesitar antifaz).
Hostel Generator Estocolmo: 260 euros/3 noches. Este la verdad que fue el peor de los 3, no teníamos cocina y la zona estaba bien comunicada con la estación central, pero era muy lioso llegar porque estaba al lado de las vías de tren. Dado la exigencia física de esta última etapa (Estocolmo son varias islas, por lo que te pasas el día andando distancias largas), hubiese preferido estar más cerca de una estación de metro y hacer menos desplazamientos caminando.
En general, nos hizo muy buen tiempo y disfrutamos mucho el viaje; así que lo recomiendo.
Pues ya cogido todo lo importante pusimos rumbo a la primera parada: Helsinki.
Helsinki en Julio: cuando nosotros fuimos hizo calor para lo que es, con mínimas de 18 y máximas de 28; una temperatura muy agradable para hacer turismo. Amanecía a las 3:30 de la mañana (recomiendo llevar antifaz) y atardecía a las 11:30 de la noche. Además, no llegaba a hacerse de noche del todo.
Jueves 17 de julio.
Primer error del viaje: miré mal los horarios del vuelo y pensé que era a las 10:50, así que cogimos mi pareja y yo el autobús a las 8:50. Al final pasamos el control enseguida y no hubo mayor problema.
Nosotros cogimos el vuelo con Finnair, aunque lo operaba Iberia. La duración del vuelo fueron 4 horas, sin incidencias. Llevamos bocadillos y de cortesía sirvieron agua y zumos.
Para ir del aeropuerto al centro tienes diversas opciones, pero lo más fácil es coger el tren. Llegar al andén no tiene ningún tipo de pérdida: está bien señalizado con un dibujo de un tren. Una vez en el andén es un poco lioso porque cuando llegas hay dos vías. Cualquiera de ellas te lleva a la estación central de Helsinki (trenes I y P).
Nosotros compramos en la propia máquina del andén un billete de ida de zona ABC (es el que necesitas) que cuesta 4,40 euros; pero también puedes pasar el contact less en los lectores que hay dentro del tren. La compañía es HSL y esta es la página en inglés
www.hsl.fi/en.
Lo bueno del billete físico es que es válido por 90 minutos, por lo que no tienes que pagar nada adicional si quieres usar el tranvía o el metro después, puedes hacerlo con un único billete.
Llegamos a la estación central y cogimos el tranvía 6T hasta el alojamiento. El alojamiento estaba fenomenal, tenía una pequeña cocina americana con microondas y dos fuegos, menaje e incluso café molido y cafetera de émbolo. Bajamos a hacer una pequeña compra (el supermercado era el portal de al lado) y salimos a descubrir Helsinki.
Paseamos por el centro sin rumbo fijo, disfrutando de la ciudad. Nos llamó la atención al pasar por Old Church Park que hubiese un cementerio sin vallar ni nada. Era un poco creeppy. Aunque por comentarios que he leído de otros usuarios en Finlandia es habitual.
Continuamos por esplandi y llegando a kauppatori, que es como el puerto donde está allas pool y la noria gigante. Después nos acercamos a la colina para observar la Iglesia Ortodoxa del siglo XIX construida en clinker rojo con 13 cúpulas que recuerda a la de S. Petesburgo.
Nos sentamos en la colina a descansar. Había muy buen ambiente y mucha gente con cervezas en la propia calle, así que dimos por hecho que no estaba prohibido. El día acompañaba, con la luz dorada y buen tiempo. Así que decidimos ir al super más cercano y nos cogimos dos raddler, que nos costaron 3 euros cada una. Un robo a mano armada.
Nos sentamos en el puerto, frente al casino de Katajanokan. Un lugar idílico. Entre la luz, ver el mar, la tranquilidad que se respiraba…Había otras personas haciendo lo mismo, viendo los barcos pasar. Incluso gente sola leyendo o simplemente disfrutando la vista. Se respiraba mucha paz.
Después de terminar la cerveza, nos acercamos caminando hasta la isla de Tervaasari (desde la cual se ven de frente varias fachadas de edificios históricos) y vuelta hacia la zona del alojamiento.
Cenamos cerca del alojamiento, en “Restaurant Levant Bulevardi”, comida de la zona de oriente medio a muy buen precio. Pedimos Mezze con varias cosas y, dado que en estos países te ponen agua por cortesía, no pagamos bebida. Así que nos salió 38 euros dos personas. La comida estaba muy buena.
En esa misma calle había un montón de sitios con buena pinta e incluso terraza. Otra cuestión a tener en cuenta: en Finlandia cierra todo super pronto, a las 21 o 22 horas; así que revisad en Google por si acaso. Nosotros escogimos este restaurante por cerrar a las 22, aunque es cierto que fuimos pronto (20:30).
Después seguimos para dar una vuelta por el puerto de Koydenpunojankatu, en el que había varios barcos curiosos (algunos rompe hielos) que se podían ver sin acceder. Fue un paseo muy agradable y había muy poca gente.
Y ya volvimos al alojamiento a descansar, que después de la paliza de viaje no podíamos más.
Viernes 18 de julio
Desayunamos en el hotel con tranquilidad unas tostadas con huevo y jamón (traído de España); y café. El supermercado era más o menos como en España en lo relativo a huevos, pan, leche… pero la fruta, la verdura y la carne eran mucho más caras.
Para el primer día habíamos planificado biblioteca nacional a primera hora y free tour a las 11. Una hora antes del free tour nos escribió el guía que se había cancelado, pero que había otro a las 10:30; así que nos tocó renunciar a ver la biblioteca.
Así que a las 10:30 estábamos en la plaza del senado, que por desgracia estaba en obras. Contruida en el siglo XVIII, conserva las marcas de una antigua iglesia que fue derruida en tiempos. En la propia plaza está el museo de la ciudad de Helsinki, gratuito, que recomiendo.
La guía nos llevó a dar un paseo por las zonas más importantes de la ciudad y nos explicó varias particularidades de la cultura finesa, incluyendo la cultura de la sauna. También nos llevó al interior de una de las agencias de comunicación, donde se podía escuchar qué estaba sonando en la radio en ese momento. Terminamos en la plaza Kansalaitori, una plaza desde donde se ve el parlamento finés. Tenían una exposición de un fotógrafo español, así que estuvimos viéndola un rato y luego curioseamos la biblioteca, incluyendo su impresionante terraza.
La guía nos recomendó comer allí, ya que al mediodía valía unos 15 euros un menú de buffet. Sin embargo, preferimos ir al alojamiento a comer para poder descansar.
A la tarde pusimos de nuevo rumbo a Kauppatori. De camino, nos paramos un rato en el concierto que había en esplanandi. A esas horas (4 y media de la tarde) la ciudad estaba en pleno apogeo y llena de vida (que para Helsinki es que se veían algunas personas en la calle).
Esta tarde habíamos planificado coger un ferry público a la joya de la corona de nuestro viaje a Helsinki:
Suolemina
Suomenlinna (en finés), o Sveaborg (en sueco), es una fortaleza construida sobre seis islas, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Recomiendo mucho la visita, es totalmente gratuito acceder, tiene un montón de fortificaciones y cañones y una vista a la naturaleza espectacular.
En la propia “estación” del puerto compramos en una máquina un billete de día, que permite desplazarte por todo el transporte público de Helsinki durante 24 horas por 10 euros. Pensad que cada billete individual cuesta 3,20 para la zona AB, así que te toca echar cuentas.
El ferry a Suolemina es muy fácil de coger. Hay unas filas con un semáforo y unas barreras. Cuando llega el barco y baja toda el mundo, la luz del semáforo se ilumina. Simplemente, llegado ese momento pasas la barrera y accedes. No necesitas fichar el billete ni nada, simplemente se abre el control y punto. El Helsinki son muy confiados y no hay a penas delincuencia, por lo que no controlan los accesos como en España.
El Ferry entra dentro del transporte público, pasa cada 15/20 minutos y dura 15 minutos aproximadamente. Es un paseo muy agradable que permite ver algunas islas de Helsinki a su paso. Hay parte cubierta y parte exterior. En la parte exterior hay asientos y bancos.
Una vez llegamos a Suolemina nos impresionó mucho. Es completamente gratuita. Dispone de un centro de visitantes en el que hay una exposición sobre lo que puedes ver en la isla así como información en inglés. Además, hacen visitas guiadas, de las que te informan en el propio centro. Nosotros íbamos un poco a la aventura y a explorar las islas, pero es muy buena opción para conocer su historia.
En la isla hay de todo: algunas cafeterías, kioskos en los que venden bebidas y helados e incluso un super mercado.
Decidimos hacer un recorrido para ver lo más importante, así que pasamos por el arco del centro de visitantes y nos dirigimos hacia la iglesia luterana, de acceso gratutito. Nada más llegar ya se veían casas de madera idílicas.
Seguimos el camino por unos edificios de ladrillo hasta llegar a un puente que conectaba la isla en la que está el puerto con la parte en la que está el fuerte. El fuerte es bastante extenso, tiene una infinidad de túneles a los que puede accederse y recomiendo perderse y explorar. Además, visitamos el Sepulcro de Augustin Ehrensvärd.
Disfrutamos mucho de la vista en general. Estaba todo plagado de casitas de madera de colores y hacía muy buena tarde, por lo que era todo idílico: una isla finlandesa en medio de la naturaleza.
Luego, visitamos el submarino vesikko, que cuesta unos 8 euros. Si no os interesa mucho este tema, yo me los ahorraría, aunque es cierto que si vais con niños es un poco más barato y una visita interesante.
Después atravesamos el café Piper, también idílico, y seguimos hasta Sveaborgs badstrand. Como hacía calor, había mucha gente (aunque para nada agobiante) sentados en las rocas, nadando y disfrutando de la tarde. Nos sentamos en unas rocas a beber cerveza y contemplar la inmensidad del mar báltico. Si sale un día bueno que sepáis que allí os podéis bañar, aunque el báltico tiene fama de que está muy muy frío. Hay baños públicos y papeleras. Incluso fuente de agua potable.
Cuando nuestros niveles de cortisol estuvieron al mínimo, continuamos explorando hacia Gyllenborg Bastion, una parte llena de búnkeres y cañones que justo al lado del mar.
Ya después de la caminata, volvimos al puerto a coger el ferry de regreso con mucha pena.
De vuelta en Helsinki fuimos directamente a cenar. San Google nos indicó que en el centro comercial de Kamppi había varios restaurantes. Toda la zona centro de Helsinki tiene centros comerciales y túneles e incluso hay una calle con calefacción para combatir las bajas temperaturas del invierno, que llegan a -25C, por lo que los restaurantes de los centros comerciales son restaurantes al uso.
En internet tenía muy buenas críticas el Hoku, así que fuimos a ese. Dos platos de salmón teruyaki, 62 euros. De beber no pedimos nada más que el agua de cortesía. Las raciones eran super generosas y venía con varios acompañantes. Además, el sitio era muy agradable, en la última planta del centro comercial con una terraza acristalada. Puede que el mejor salmón que haya comido en mi vida. Lo recomiendo mucho.
Volvimos al alojamiento, que estaba muy cerca, y a las 23:30 volvimos a salir para ver el fenómeno de la “noche blanca”. Por su latitud, en Helsinki la mayoría de la “noche” es en fase crepuscular, por lo que a penas se oscurece el cielo. Es bastante curioso y mereció la “paliza”.