Egipto imprescindible!!! ✏️ Blogs de Egipto

Animado por algunos miembros de “losviajeros.com” publico el diario de nuestro viaje a Egipto: siete días inolvidables en el país del Nilo; 5000 años de Historia que han dado mucho de sí…

Mi madre, una amiga y yo soñábamos desde hace mucho con este viaje, y por fin, en mayo de 2009, encontramos hueco para hacerlo juntos. Nos arriesgamos eligiendo la agencia: escogimos Karnak Travel por su precio (muy competitivo) y el programa del viaje (“Egipto todo incluido”, completísimo). La parte arriesgada está en que todos los trámites los realizamos por Internet. Este ah sido el primer viaje que hago en plan “todo organizado por la agencia” (normalmente compro los vuelos y me busco la vida por libre), y tenía serias precauciones con el asunto; más aún después de leer algunas crónicas, que hablan de grupos masificados, guías chanchulleros y decepciones variadas. A nosotros, francamente, la apuesta nos salió a las mil maravillas. Toda la organización resultó perfecta, a un precio bastante razonable (no un chollo… pero bastante bien, teniendo en cuenta que escogimos la categoría de lujo superior, claro). Creo que hacer este viaje por libre habría sido muy, muy complicado…¡y muchísimo más caro!

En fin: que el lunes cuatro de Mayo, a las nueve de la noche, llegamos al aeropuerto de Luxor. Temperatura moderadamente alta, y primera sorpresa: control previo de acceso al país, a cuenta de la famosa gripe porcina. Un grupo de sanitarios – con mascarillas y batas blancas- nos tomó la temperatura antes de entrar en la zona de control de visado y pasaportes. Se ve que todos los pasajeros estábamos sanos, porque pasamos sin ninguna incidencia. Rápidamente localizamos al representante de nuestra agencia (el mayorista que nos atendió durante el viaje fue National Travel Service), que gestionó el asunto del visado y nos acompañó a por las maletas. Allí mismo, en el aeropuerto, cambiamos algunos euros por libras egipcias (no hace falta cambiar mucho dinero, pero sí tener algo de moneda local, porque no en todos sitios aceptan euros, sobre todo si no son billetes). También en el aeropuerto conocimos a dos de nuestros compañeros de grupo durante el crucero: Mª José y Pelayo, dos asturianos encantadores.

Llegamos al barco (Royal Princess, un barco estupendo, con una decoración kitsch que le va muy bien a un viaje como este, en mi opinión), cenamos y nos asignaron los camarotes (espaciosos y muy limpios). Yo tuve suerte, porque estaba en una zona perfectamente silenciosa, pero otros se quejaban del ruido de los motores. Por lo visto esto es normal en todos los barcos: si te tocan los camarotes de la parte trasera, tendrás ruido toda la noche. Cuestión de suerte, me temo. Y a dormir, que el despertador sonaría a las cuatro y media!!!

En el desayuno conocimos a Ana y Dácil (maravillosas las dos), las chicas que completaban nuestro grupo durante el crucero (sí: éramos sólo siete, un lujazo); y también a nuestro guía: el gran Ahmed Diab, un verdadero entusiasta de su trabajo, que convirtió los días en el Nilo en una experiencia auténticamente deliciosa. Baste decir que consiguió que viéramos prácticamente solos la mayoría de los monumentos..¡y no nos llevó ni a una sola tienda! Qué tío tan excepcional, gracias desde aquí, ojalá volvamos a vernos…

En fin: desayuno (toda la comida del barco nos pareció excelente) y salida en lancha hacia el Valle de los Reyes. Llegamos cuando amanecía, con poquísima gente y una temperatura la mar de agradable. Visitamos las tumbas de Ramses IX (estábamos solos, preciosa); Tutmosis III (también nosotros solos, impresionante); y Tausert/Sethnajt (una tumba excepcionalmente bien conservada; en esta ocasión había más gentecilla, pero sin agobios).

De allí, panorámica (desde MUY lejos, no había tiempo para más) del templo de Hatshpsut, y visita del Templo Funerario de Ramses III, Medina Habu. Este templo es de lo que más me gustó del viaje: se conserva fenomenal, tiene hasta la policromía casi intacta en muchas zonas. Curiosamente, no es de los templos más populares, así que puedes verlo muy tranquilamente, y resulta increíblemente evocador. De lo mejor del viaje.

Completamos nuestra maratón tebana con las visitas a los Templos de Karnak y Luxor, en la orilla oriental. Karnak resulta imponente, con su ciclópea sala hipóstila y sus enormes proporciones, pero aquí ya sí que había bastante gente. Creo que habría sido bonito verlo en la tarde noche, pero el barco zarpaba y había que irse. Luxor me gustó más, a pesar de sus proporciones más reducidas. Quizá influyeron las explicaciones de Ahmed, el ambientillo, más tranquilo… No sé.

A las doce en punto regresamos al barco, que partió Nilo arriba para cruzar la esclusa de Esna. Me quedé con la sensación de que había dejado de ver muchas cosas en Luxor… Y efectivamente, así fue. Hacen falta al menos dos días para verlo todo en las dos orillas, y otro más para visitar Abydos y Dendera. Quizá la próxima vez…

La travesía en el crucero, indescriptible, contemplando las frondosas riberas del Nilo, y, sólo un poco más allá, el desierto, tan cercano. En la cubierta del barco (entre baño y baño en la piscina, tomando una cerveza, dejando pasar el tiempo, simplemente) podría pasarme un par de vidas. Y el atardecer, ya, ni digamos…

Llegamos a la esclusa, con el consiguiente espectáculo de vendedores lanzando chilabas desde sus barquitas hasta la cubierta. Qué capacidad para el comercio tiene esta gente, es increíble. Cena en el barco, tertulia de grupo (nuestras charlas en el barco también fueron GRANDES momentos de este viaje) y a la cama, tan felices.

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[size=18]Día 2: Como el resto de viajeros, empezamos la mañana visitando el templo de Edfú. El traslado se hace en calesa, y resulta difícil explicar el caos y el follón que se monta junto a los barcos. Llegar al templo también tiene su dificultad: hay que esquivar a las decenas de vendedores que te asaltan a lo largo del camino. El secreto: decir “no” de manera educada, pero con firmeza. Con MUCHA firmeza, la verdad.



El templo de Edfú (de la época Ptolemaica) es también impresionante, y está súper bien conservado. Lo malo es que resulta imposible degustar sus encantos con calma, porque todos los cruceros descargan su cargamento de turistas a la misma hora, y las salas están atestadas de viajeros con ansia de foto. A pesar de eso, es una visita obligada.



Luego, al barco y navegación (preciosa) hacia Kom Ombo. El día estaba nublado, lo que tiene sus ventajas (nada, pero NADA, de calor); y sus inconvenientes (el paisaje del Nilo, a pleno sol, debe ser aún más colorido y luminoso, claro).



Kom Ombo está bien… pero más deteriorado que los anteriores. Cuidado con los vendedores que han instalado sus puestos a lo largo del muelle: son, con diferencia, los más pesados y agresivos de todo Egipto (al menos, del Egipto que yo he conocido). En cambio, resulta encantador tomarse un té con menta en el café que hay al final del paseo… Y quizá, si hay tiempo, fumar una shisha…



Se suponía que esa noche íbamos a tener la famosa fiesta de las chilabas… Pero la cosa quedó en un bluff, porque los italianos del barco eran tela de aburridos, nosotros tampoco teníamos el cuerpo para mucho cachondeo; y, para colmo, echaban por la tele un partido de la Champions (egipcios y turistas, igualmente fanáticos del fútbol… ejem…). Después de nuestra irrenunciable tertulia nocturna a la fresca brisa del Nilo, cada uno a su camarote. Sólo disponíamos de dos horas de sueño.

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[size=18]Dos y media de la madrugada: a levantarse, recoger la bolsita del desayuno-picnic y camino a Abú Simbel. Como sabréis, hay que unirse al convoy que sale a las cuatro de la mañana (hay otro a las once) en dirección a los templos. Me comentó Ahmed que es el único convoy turístico que se mantiene vigente en Egipto: antes había que unirse a otros similares para moverse entre las distintas ciudades del país, pero según parece esa limitación se levantó hace un par de meses. Es una gran noticia, porque permitirá mucha más libertad a futuros viajeros. Advertid@s quedáis.

El viaje en el minibús a Abú- Simbel es francamente incómodo, pero merece MUCHÍSIMO la pena. Los templos de Ramsés II y su mujer Nefertari son un “must” de este viaje. Irrenunciable ir a visitarlos, a pesar de la paliza. Para colmo, de nuevo tuvimos bastante suerte, porque hacía fresquito y no había demasiada gente. Hora y media para disfrutar de los templos… y otras tres horas en la minibús hasta Asuán. Agotador, sí: pero altamente recomendable.

(las fotos de Abú Simbel las añadiré más adelante, porque aquí – gran drama- se me estropeó la cámara y necesito que me pase fotos ajenas!!!)

Las visitas a la presa alta y el obelisco inacabado me parecen muy prescindibles. En cambio, el paseo en faluca que dimos después de comer; y la posterior visita al poblado Nubio (con y traqueteo en camello; degustación de platos nubios y tatuaje de henna incluidos), a mí, personalmente, me encantaron. Son un remanso de paz después de tanta locura, y se agradece la experiencia.

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