Por fin llego el ansiado día de partir hacia el destino elegido
Como el avión salia a las 19.50 de Oporto, fuimos a trabajar por la mañana y cuando por fin dieron las 14.00 salimos del currele y pusimos rumbo hacia el aeropuerto. Una vez alli, llamamos a la empresa en la que ibamos a dejar el coche y vinieron a recogerlo a la puerta enseguida. Con el coche ya entregado, entramos en el aeropuerto a esperar para facturar las maletas.
Por fin llegó la hora, nos subimos al avión y ya solo quedaba esperar las 2 horitas y cuarto para llegar. El avión estaba muy bien, la verdad es que los ultimos viajes que habiamos hecho fueron con ryanair, por lo que el hecho de poder llevar maleta de mano y bolso sin que nadie te diga: "un solo bulto por favor" es genial. En el avión los huecos eran amplios, mi novio tiene las piernas largas y cogia perfectamente, biennn!!!, además nos dieron la cena (un bocata y un zumo), lo cierto es que el avión muy bien, además tuvimos un vuelo de lo más tranquilo, lo cual agradezco muchisimo, pues no so yo muy amiga de los aviones
Pues lo dicho, 2 horas y pico despues, es decir, sobre las 21.15 ya empezamos a divisar lo que la isla nos depararía
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Despues de recoger nuestras maletas nos montamos en un taxi rumbo al hotel Lince Great. Lo reservamos a traves de travel republic con una oferta que encontramos que nos ofrecia 7 Una vez hecha la entrada dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos a dar un paseillo por ponta delgada y a buscar algun lugar para cenar. Como era tarde y no teniamos ganas de dar vueltas, decimos ir al pueto (marina) buscando algún sitio en el que poder comer algo, así que ahí nos fuimos al burguer king y comer algo rapidito, jajaja,
Tras la cena tocaba tomar la copichuela de rigor para brindar por las vacaciones, así que sin movernos de marina, nos sentamos en la terraza de uno de los distintos locales que allí hay y que ofrecen música en directo.
Nos levantamos sobre las 9.00 h y bajamos a desayunar. Habiamos quedado a eso de las 9.30 con el chico que nos traia el coche que habiamos alquilado para nuestra estancia. Una vez arreglado el papeleo y pagada la señal nos fuimos directitos a por el coche para empezar a recorrer la isla. Como no teniamos rutas programadas, todos los días metíamos en el coche una mochila con toalla, bañadores, chanclas..., y menos mal, porque ese día ya nos hizo falta. Montados en el coche pusimos rumbo hacia Vila Franca do Campo, pero haciendo mil y una paradas por el camino. Cogimos la carretera siempre por la costa, así que en algunos sitios nos metiamos por callejuelitas en las que cogia nuestro coche y nada mas.
La primera parada fue en Sao Roque. Alli nos llamo mucho la atención su iglesia construida sobre un pequeño acantilado. Además en su playa habia un grupo de niños a los que les estaban dando clases de surf.
De ahí seguimos y pasamos por Lagoa; habiamos visto que habia una fábrica de cerámica, pero no paramos. En Lagoa hicimos un gran descubrimiento que fueron las "piscinas naturales" que tiene en las rocas y por las que pagas unos 2€ por una entrada para todo el día. Tomamos buena nota de este lugar, pues anque queriamos conocer lo más posible la isla, tambien queriamos momentos de relax y descanso bajo el sol, que par unos gallegos que viven al lado del mar y que llevaban un invierno y una primavera pasadas por auga, eran muy necesarios,
Seguimos nuestra ruta por la carretera pegada a la costa y perdiendonos en el encanto de cada uno de los pueblos por los que pasabamos. Así llegamos a Caloura, y como no podía se de otra manera, hicimos la parada en su mirador para ver unas vistas increibles;
de ahí bajamos al embarcadero en el que había unos pescadores limpiando el pescado capturado. Desde ahí vuelta a la carretera y siguiente parada en Ribeira Cha. Cuanto más avanzabamos más nos parecía que estabamos regresando a la España de hace 30 años. La gente y su manera de vivir y vestir nos hacia acordarnos de los años 80. Era como estar viendo la serie de Cuéntame.
Seguimos nuestras ruta costera y llegamos a Vila Franca do Campo, cuando estabamos llegando ya divisabamos su islote; estaba tan buen día que decidimos coger unos bocatas para comer alli y darnos nuestro primer chapuzon azoriano. Aparcamos en el puerto y cogimos nuestros billetes para el barco.
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Una vez alli simplemente nos dedicamos a disfrutar del lugar y del buen tiempo. Mientras estabamos alli habia unos señores trabajando en lo alto de la roca, pues resulta que lo que estaban haciendo era montar un trampolin a un monton de metros de altura, ya que el siguiente fin de semana se celebraría alli el campeonato de red bull de saltos. Que locura
Cuando nos cansamos de tomar el sol y de bañanarnos cogimos el barco de vuelta al puerto y tomamos algo alli. Además aprovechamos para contratar ya la excursión para avistar los cetáceos.
Despues volvimos a coger el coche y decidimos ir hasta a lagoa de furnas. Cuando llegamos ya nos sorprendió desde el coche el olor a azufre que se respiraba
Nos alucinaron el lago y las fumarolas. Decidimos dar un paseo alrededor del lago hasta llegar a la capilla de Nossa Señora das Vitórias. La pena en este lugar fue no probar su famoso cocido, pero así tenemos una excusa para volver en otra ocasión
Despues de pasear alrededor del lago fuimos a Furnas, pues yo quería encontrar el famoso lago de aguas ferriginosas en el jardin botánico Terra Nostra Gardem, pero no se si sería por el cansancio que por más que seguiamos unas señales no hubo manera de encontrar la entrada. Dimos tantas vueltas que al final desistimos en nuestro intento. Lo cierto es que la visita a Furnas fue un poco frustrante, pues estabamos muy perdidos, así que decidimos volver hacia el hotel para ducharnos e ir a cenar. Ese día fuimos al snack barriga cheia, un bar situado en la rúa dos Mercadores, en el que comer riquisimos pescados y a unos precios muy económicos. Despues de cenar paramos en la terraza de la Central de Gelados a tomar nuestros "digestivos" de cada noche (ya sabeis, los gin tonic, que dicen que son muy digestivos, jajaja) y a disfrutar de su música en directo.