Dejamos el hotel Miradoiro de Belvis donde íbamos a dejar el coche por muy buen precio hasta la vuelta, y nos dirigimos andando, ya cargados con nuestras mochilas hasta la estación de tren donde íbamos a coger el tren hasta Astorga, el principio de nuestro camino. El trayecto dura unas 5 horas y los paisajes que se veían eran muy bonitos, sobretodo la parte en el que las vías van bordeando continuamente el río Sil. Al llegar a la estación nos dirigimos andando hacia el hostal La Peseta donde teníamos reservado una habitación, tardamos unos 10 minutos en llegar.
El hostal estaba junto a la plaza principal de Astorga donde está el Ayuntamiento. Dejamos las cosas en la habitación, la cual era cómoda y nueva, nos pareció estupenda. Bajamos a comer al restaurante del mismo hostal y que tiene una gran fama por su calidad y le han concedido varios premios. Pedimos un cocido Maragato y un fabada, la verdad que todo estaba exquisito. El cocido Maragato se sirve de forma especial, el camarero nos explicó que la tradición viene de lejos. Primero se sirve la carne, que trae varios tipos diferentes, después los garbanzos con berza, luego el caldo como si fuese una sopa y por ultimo unas natillas caseras. La cantidad que te ponen es muy abundante y esta todo buenísimo. Después de un descanso fuimos a conocer Astorga. Este pueblo es conocido por su chocolate y mantecadas, que lo venden en cada esquina, pero lo que más nos gustó fueron unos dulces llamados “Merles” que nos recomendaron en el hostal y que los venden cerca de la plaza del ayuntamiento, estaban buenísimos. Culturalmente habría que destacar el palacio Episcopal de Gaudí, una maravilla arquitectónica.
Por fuera es aún más bonito. Por dentro no destaca tanto pero habría que mencionar una sala con dos enormes frescos y un retablo precioso. La catedral que está justo al lado se visita rápidamente y no tiene nada del otro mundo. Luego volvimos dando un paseo y nos sentamos un rato en la plaza del Ayuntamiento donde nos tomamos unos refrescos. Esta plaza es muy bonita pero lo más destacado en mi opinión es la fachada del Ayuntamiento y su campana tocada a cada hora por dos típicos maragatos y sus martillos, muy curioso.
El pueblo tiene otros monumentos como alguna iglesia, un puente, pero no mucho más. Ese día nos acostamos temprano que a la mañana siguiente empezábamos el verdadero camino.
El hostal estaba junto a la plaza principal de Astorga donde está el Ayuntamiento. Dejamos las cosas en la habitación, la cual era cómoda y nueva, nos pareció estupenda. Bajamos a comer al restaurante del mismo hostal y que tiene una gran fama por su calidad y le han concedido varios premios. Pedimos un cocido Maragato y un fabada, la verdad que todo estaba exquisito. El cocido Maragato se sirve de forma especial, el camarero nos explicó que la tradición viene de lejos. Primero se sirve la carne, que trae varios tipos diferentes, después los garbanzos con berza, luego el caldo como si fuese una sopa y por ultimo unas natillas caseras. La cantidad que te ponen es muy abundante y esta todo buenísimo. Después de un descanso fuimos a conocer Astorga. Este pueblo es conocido por su chocolate y mantecadas, que lo venden en cada esquina, pero lo que más nos gustó fueron unos dulces llamados “Merles” que nos recomendaron en el hostal y que los venden cerca de la plaza del ayuntamiento, estaban buenísimos. Culturalmente habría que destacar el palacio Episcopal de Gaudí, una maravilla arquitectónica.
Por fuera es aún más bonito. Por dentro no destaca tanto pero habría que mencionar una sala con dos enormes frescos y un retablo precioso. La catedral que está justo al lado se visita rápidamente y no tiene nada del otro mundo. Luego volvimos dando un paseo y nos sentamos un rato en la plaza del Ayuntamiento donde nos tomamos unos refrescos. Esta plaza es muy bonita pero lo más destacado en mi opinión es la fachada del Ayuntamiento y su campana tocada a cada hora por dos típicos maragatos y sus martillos, muy curioso.
El pueblo tiene otros monumentos como alguna iglesia, un puente, pero no mucho más. Ese día nos acostamos temprano que a la mañana siguiente empezábamos el verdadero camino.