DÍA 3 – ALCÁNTARA (Esp), IDANHA-A-VELHA, MONSANTO, GUARDA y TRANCOSO.
Bueno y aquí comenzaba “nuestro viaje”. Abandonamos nuestro “campamento base” y nos vamos a la aventura
La primera parada prevista para este día era la aldea de IDANHA-A-VELHA pero nos detuvimos un momento en el Puente Romano del siglo II de ALCÁNTARA (en España) que pasa sobre el Tajo y desde donde también se puede ver la Presa de Alcántara que contiene el río antes de llegar a Portugal. Además, en un extremo del puente hay un pequeño templo dedicado a Diana y a su lado, la calzada romana de Alcántara.
Aquí la presa y la calzada romana:
El templo romano:
Pasamos por ALCÁNTARA no porque nos desviásemos del itinerario sino porque decidimos usar en esa ocasión las carreteras secundarias españolas, porque las portuguesas por la zona del Alentejo son menos cómodas que las nuestras
Tras esta parada a las afueras de ALCÁNTARA, nos vamos hacia IDANHA-A-VELHA una encantadora y coqueta aldea de 79 habitantes. Al llegar te recibe su robusta muralla doble de orígen romano-visigodo. Sí, doble. Cuando te adentras en la aldea al pasar por debajo de la puerta principal de la muralla puede observarse muy bien el contorno de la defensa. Callejeas por sus calles empedradas y sus casas de piedra y te encuentras con la pequeña Iglesia Matriz del pueblo que, mala suerte la nuestra, estaba cerrada ese día.
Bordeándola y yendo a su fachada principal encontramos la plaza del pueblo donde se erige el Pelourinho del siglo XVII, lo que en España se conoce como la Picota, que era el lugar donde se juzgaba, condenaba y ahorcaba a los “delincuentes”.
Seguimos el recorrido y nos fuimos encontrando a varios aldeanos a las puertas de sus casas quienes nos saludaban simpáticos con una sonrisa curiosa, pues yo creo que no están muy habituados a recibir turismo a pesar de que su aldea rebosa encanto por todas partes y pertenece al programa portugués de “Aldeas históricas de Portugal” que busca fomentar el turismo en todas ellas. Mientras íbamos hacia la Torre del Homenaje llamada “Torre dos Templários” (pues los Templarios gobernaron en Idanha hasta el siglo XIV), que es lo único que queda del castillo, observamos que había bastantes mujeres entrando y saliendo por una puerta de color naranja y que llevaban cubos con agua. Curiosos que somos nos quedamos un rato mirando lo que hacían y resulta que donde entraban era el antiguo horno medieval del pueblo y lo estaban limpiando y adecuando entre todas.
Nosotros decidimos no molestar y seguimos nuestro camino, subiendo por una pequeña cuesta empedrada, y llegamos hasta la “Torre dos Templários” de la que solo queda lo que es la estructura (por dentro está “hueca”). De esta torre los aldeanos extrajeron parte de la piedra para construir sus casas y si os fijáis en las casas que están alrededor del recinto notaréis algunas de las piedras de la Torre en los muros.
A los pies de la Torre había una excavación arqueológica llevada a cabo voluntariamente por los estudiantes de arquitectura, arqueología y antropología de la Universidad de Coimbra, con la misión de descubrir los restos del castillo. Se podían ver los “hilos” que separaban los cuadrantes y las lonas cubriendo el yacimiento (Si algún arqueólogo o aficionado a la arqueología lee esto, perdón por la falta de tecnicismos) así que merodeamos un poco observando los restos.
Tras esto nos dirigimos a la iglesia visigoda, lo que se conoce como SÉ-Catedral que data de los principios de entre los siglos VI y VII. También estaba cerrada. La Sé tiene unos horarios para entrar a verla pero lo malo era que ese día era el día de “descanso” así que no podíamos esperar... porque nadie vendría a abrirnos :_( Justo frente a la Sé hay un centro de interpretación donde se hayan los restos de la antigua ciudad; pero también estaba cerrado.
Un poco decepcionados por nuestra mala suerte, bordeamos la SÉ y ¡Sorpresa! Nos encontramos una “exposición” al aire de libre de enormes piedras y tallas con inscripciones en latín así como restos de la antigua ciudad (la zona militar) por donde puedes merodear sin problemas. No, no es una “exposición” al aire libre, al parecer tuvimos la suerte de aparecernos mientras estaban en proceso de restauración, (pues esas piedras forman parte del Museo Egitanense que se halla dentro de la SÉ), así que las piedras las tenían allí mismo hasta que terminaran las restauraciones.
Creedme, me sorprendió muchísimo. Yo, pensando a la española, me dije “¡Cómo dejan esto aquí! ¡Cualquiera podría venir y llevarse alguna! ¡O hacer la gracia del graffiti o grabar su nombre o cualquier otra barbaridad!”. Pero claro, aquello era Portugal y los portugueses cuidan enormemente su patrimonio.
Nos despedimos de IDANHA-A-VELHA y nos encaminamos a otra de las “Aldeas históricas de Portugal” que rebosan encanto por todas partes, MONSANTO una belleza situada en lo alto de una montaña rocosa de enormes piedras redondeadas. De primeras, MONSANTO fué conquistada a los Moros y donada en el siglo XII a la Orden de los Templarios y, de segundas, fué declarado el “pueblo más portugués de Portugal” y galardonado además con el “gallo de plata” que se coloca como veleta sobre la Catedral o Iglesia del pueblo en reconocimiento. Y claro, uno entiende esta distinción cuando empieza a caminar por sus calles y observar sus peculiares casas.
Una de sus particularidades reside, como ya ha comentado, en las enormes piedras redondeadas de granito que pueblan lo alto de la montaña. Pero cuando vas paseando por el pueblo esas gigantescas “piedras con forma de pelota” están por todas partes. ¡¡Y forman parte de las casas, habiendo sido usadas como paredes!! ¡¡Incluso como tejados!! ¿Curioso? ¡Pues a mí me lo pareció!
Recorrimos sus encantadoras y coquetas calles estrechas, empedradas y empinadas hasta decir basta, como buena aldea medieval. Y después nos dirigimos hacia el castillo. El camino se hace difícil pues se trata de un cuarto de hora subiendo y subiendo por tierra y piedras que en ocasiones resbalan. LLEVAD AGUA, sobre todo si vais en verano, porque se puede pasar verdaderamente mal bajo el sol alentejano hasta llegar arriba. El castillo está abierto al público, es gratuito y puedes merodear por todas partes. Nosotros nos subimos a la muralla e incluso “trepamos” a una de las torres aunque después de un pequeño susto con mi pésimo equilibrio y un azote de aire como que dejamos de hacer el cabra.
Y que conste, las “grandes pelotas de piedra” también son parte de la muralla.
Dentro del recinto también se pueden observar los restos de una iglesia, junto con un par de féretros de piedra medievales (ya que en esta fortaleza de guerra fueron enterrados muchos de los combatientes caídos durante la Reconquista Cristiana), así como el campanario. Nos resultó interesante contemplar que la torre-campanario estaba separada de la iglesia, muy al estilo italiano, donde el Campanile es independiente del resto del sepulcro.
Antes de marcharnos del encantador Monsanto entramos en una de las tiendas de recuerdo y me hice con un imán que representaba a las casas de pelotas de piedra :P. ¡Ah! Y entramos en la oficina de turismo, que nos pasamos a la subida sin darnos cuenta, para dejar constancia de nuestra visita
Tras estas dos paradas de rigor enfilamos carretera hacia GUARDA. Al llegar a GUARDA aprovechamos para comer nuestros bocadillos sentados en la plaza del pueblo frente a la robusta Sé-Catedral. La Sé-Catedral fue mandada construir por João I y se remonta al siglo XVI por lo que su estilo es gótico tardío con influencias manuelinas. Fué empleada como fortín y refugio durante las guerras, de ahí que su aspecto exterior no cuadre con una Catedral de estilo gótico.
Después paseamos por lo que queda de la judería de Guarda, donde encontramos un par de iglesias, y pudimos ver parte de la muralla que se conserva.
Y visitamos la Torre del Homenaje que es lo que queda del Castillo.
Tras una vuelta más por el centro del pueblo, volvimos a por el coche y seguimos nuestro camino hacia TRANCOSO. Lo que más destaca de esta ciudad es que sigue rodeada por completo de las murallas.
Su castillo, de acceso libre y gratuito, es mezcla de estilos románico y gótico, tiene cinco torres de planta cuadrángular y se conserva la Torre del Homenaje a la que se puede acceder.
Por último el Pelourinho y la iglesia de San Pedro del siglo XVII en el centro de la ciudad.
Y con esta útlima visita, ya solo nos quedaba buscar un sitio para dormir...
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