DÍA 2 – BEJA, ÉVORA, Menhir y Cromlech ALMENDRES, ARRAIOLOS y EVORAMONTE.
Volvimos a salir de nuestro “campamento base”. Esta vez sí nos marchamos temprano pues nos esperaba un largo camino por recorrer ese día. Muchas cosas que ver y poco tiempo. Para que el día no se nos hiciera muy pesado decidimos usar la “estrategia psicológica” de irnos al lugar que nos quedaba más lejos para ir recogiéndonos hacía casa y que así se nos hiciera más ameno.
Así que nuestra primera parada se trató de BEJA, la segunda ciudad más poblada del Alentejo y con un centro histórico al más puro estilo Alentejano portugués.
Lo más destacable de esta ciudad es la Torre del Homenaje de 40 metros de altura (la más alta del país), su fortaleza y su muralla. Particularmente llamó muchísimo mi atención el color de la piedra de la torre, de un color gris-azulado que de lejos se asemeja a una Torre de hierro que está oxidándose. La Torre del Homenaje puede visitarse y es posible subir sus tres pisos hasta la última cámara.



Aquí se ve lo bien que se aprovechan las murallas:


Otra de las cosas que me gustó de la ciudad fué la Porchada en la Plaza de BEJA.

Nuestra siguiente parada se trata de ÉVORA. Évora es, probablemente, la ciudad más famosa de todo el Alentejo portugués y su centro histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Plaza mayor de Évora.

Évora tiene un templo romado conocido como el Templo de Diana (aunque no es su nombre oficial). Este templo es una restauración del original pues durante la Edad Media se utilizaron piedras para la construcción del castillo de Évora. Más tarde fue una torre y por último una carnicería. Finalmente en el siglo XIX se recuperó la estructura original de Templo romano.


La Sé-Catedral de Évora de estilo románico. La construcción de esta Catedral comenzó en el siglo XIII y fué terminada en el XIV. Su claustro, de estilo gótico, se construyó en el siglo XIV.




Iglesia de San Francisco. Esta iglesia alberga la Capela dos Ossos o Capilla de los Huesos, construida entre los siglos XVI y XVII y que alberga nada más y nada menos que los huesos de más de 5.000 monjes franciscanos. Por si fuera poco macabro el asunto de forrar paredes y techos enteros con huesos, de las paredes cuelgan dos esqueletos, perteneciendo uno de ellos a un niño. La capilla te recibe con el lema “Nosotros los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos”. Se pueden hacer fotografías pero creo recordar que debes pagar un pequeño extra al comprar la entrada (algo así como 2€ cuando yo fuí) para tener el “permiso” para tomar las fotos.




Y el acueducto que atraviesa la ciudad de punta a punta y más allá. Sí, Évora tiene un acueducto muy bien conservado (¡Cómo no!). Pero lo que resulta curioso de este acueducto es el gran uso que “hoy en día” se le da. ¡Fijáos!


Por último está la Universidad de Évora.


A las afueras de Évora, en ALMENDRES, y para a quienes les guste la prehistoria, encontramos el CROMLECH neolítico más importante de la península Ibérica, el Cromlech de ALMENDRES datado entre 4.000-3.000 a.C. También podemos encontrar el MENHIR neolítico de ALMENDRES, con cuatro metros de altura y datado entre 4.000-5.000 a.C.
Está bien señalizado así que no hay pérdida, aunque el camino para llegar es largo y pasas un buen trecho dando saltos y preguntándote "¿Seguro que voy bien por aquí?", así que no desesperéis. Se puede visitar de manera gratuita y es muy interesante deambular por entre las piedras

La próxima parada del día era en ARRAIOLOS. Este lugar es un buenísimo ejemplo para disfrutar de las características casas pintadas del Alentejo; casas blancas como la cal pero con sus ventanas y puertas enmarcadas con colores. Predominan las pintadas con el color azul cielo, pues se creía/cree que protegen contra el diablo, aunque también vimos casas con las lineas amarillas y en menor medida verde y rojo.
El castillo de Arraiolos, que data del siglo XII, está situado en lo alto de la colina. Está “abandonado” y se puede entrar y salir de él libremente. Además se puede observar una pequeña iglesia en el centro de la planta del castillo, también abandonada aunque muy cuidada. Lo que me resultó más curioso de este enclave es que las murallas están construidas en forma circular, así que al verlo desde abajo llama especialmente la atención.
Última parada del día: EVORAMONTE. No deja de ser “uno más” de los encantadores pueblos del Alentejo portugués de villa medieval, pero destaca su CASTILLO, robusto y macizo, al que se accede por un camino donde se muestran los restos de la villa medieval con algunos carteles explicativos sobre la vida en aquella época. Llegamos diez minutos después de que cerraran, así que no pudimos visitarlo por dentro.
Y hasta el día siguiente...
