Nuestro vuelo salía de Madrid a las 16:40. Dejamos el coche en el parking del Hotel SHS Aeropuerto. Nos costó 35 euros la semana. El servicio está muy bien, porque aparcas el coche y te llevan al aeropuerto, y cuando llegas a la vuelta te van a buscar al aeropuerto. Es un aparcamiento descubierto pero vigilado. Por poner alguna pega, decir que a mediodía, el transfer al aeropuerto solo sale cada hora, por lo que te toca esperar un buen rato hasta que te llevan. Hay otros parkings algo más caros que tienen mayor frecuencia en el autobús que te lleva al aeropuerto.
El vuelo con Easyjet salió puntual y no tuvimos problemas. Nada más empezar a sobrevolar Gran Bretaña nos encontramos con una nube que nos acompañaría el resto del viaje, ¡y es que no vimos el sol en toda la semana! Aterrizamos en el aeropuerto de Edimburgo a las 7. En un cajero en el aeropuerto sacamos dinero para poder pagar algo en efectivo. El cambio que nos hicieron en el cajero no fue muy bueno, nos salió a 1,30 euros /libra, cuando la tasa de cambio de VISA era de 1,25. En la casa de cambio del aeropuerto estaba a 1,31 y en la ciudad todavía peor. Cuando pagábamos con tarjeta nos cambiaban a 1,26, por lo que si te aceptan la tarjeta es la mejor opción.
Para desplazarnos al centro de Edimburgo fuimos en el Airlink, el autobús que te lleva directamente. Cuesta 3,5 libras por trayecto (o 6 libras ida y vuelta) y tarda una media hora. Nos bajamos en Waverly Station, la última parada, en North Bridge. Nuestro hotel, el Travelodge Edinburgh Central Waterloo Place Hotel estaba muy cerca, como a 5 minutos andando. Está muy bien situado, al final de Princess Street y muy cerquita de Calton Hill, a un paso de todo. La cadena Travelodge es de hoteles de bajo coste, y su precio varía según la demanda y las plazas libres (como en los aviones). A nosotros nos costó 40 libras la noche sin desayuno, aunque en otras épocas lo puedes conseguir más barato. No te dan gel ni champú, pero la habitación es amplia y con ventana, y limpia. Tiene lo necesario para hacer té y café, como en todos lo hoteles en Escocia.
Nuestra habitación estaba en la planta -2 y con ventana a la calle, lo que nos dio una primera idea de que Edimburgo es una ciudad que te puede llevar a confusiones con las alturas.
Una vez situados, salimos a dar una vuelta, para tener una primera toma de contacto con la ciudad y buscar algo para cenar. Junto a nuestro hotel encontramos el Balmoral, un hotel de 5 estrellas ubicado en unos de los edificios más bonitos de Edimburgo.
Fuimos por Princess Street, que estaba en obras, por lo que el paseo no era demasiado agradable. Vimos el Monumento a Walter Scott, y nos desviamos hasta George Street, para tomar algo en un pub que nos habían recomendado, el Standing Order.
El sitio es bastante recomendable, el edificio y el local muy bonito, y es de lo más barato que se puede encontrar en Edimburgo. Nos tomamos una pinta de cerveza y para comer un Scottish pie con judías y patatas fritas cada uno por 11 libras en total. Luego pedimos una pinta de sidra, porque nos llamó la atención que allí fuese una bebida tan popular, todos los pub tienen al menos un tirador junto a los de cerveza. La pinta nos costó 3,5 libras. A mi personalmente no me convenció, demasiado dulzona, sobre todo después de haber tomado cerveza. Recordaba a la sidra El Gaitero, pero con más azúcar.
Antes de volver al hotel a descansar dimos un rodeo por la Royal Mile, que nos pareció muy bonita, aunque he de decir que Edimburgo es más bonita de día que de noche.