Empezamos nuestro último día en Escocia con otro desayuno escocés, estupendo, al nivel de todo lo que estábamos encontrando en el B&B. Dejamos las maletas en el coche, y nos fuimos andando al castillo, en un agradable paseo por Stirling.
La entrada iba incluida en el Explorer Pass, y también la audioguía. El castillo está muy bien, es muy bonito, aunque para mi gusto la audioguía es un poco pesada, ya que no te cuenta las cosas sin más, sino que hay personajes que te narran sus historias... Hay una exposición que te describe la historia del castillo y otra bastante didáctica para niños pequeños. Las dependencias del palacio, donde vivió la reina, están amuebladas y son muy chulas, y hay unos tapices impresionantes. También se visita el taller donde se hacen estos tapices, que son réplicas de los originales que había en el castillo. En total es una colección de 7, pero de momento solo han terminado y expuesto 5.
En total estuvimos unas 3 horas en el castillo.
A la salida del castillo entramos a visitar la iglesia de Holy Rud, la única iglesia en Escocia que ha vivido una coronación. Está dividida en dos partes, y la más antigua tiene los techos de madera, lo que me hizo recordar la novela de Los Pilares de la Tierra.
Antes de ir a por el coche paramos en un supermercado a comprar provisiones para la comida y para la cena en el avión. Después fuimos al Monumento Nacional a William Wallace, que es una torre en una colina, cerca del puente donde tuvo lugar la Batalla de Stirling. Hay senderos para subir andando, pero también hay un autobús cada cuarto de hora que te lleva gratuitamente. Nosotros subimos en el autobús, estábamos bastante cansados de la caminata del día anterior. No entramos en el monumento, ya que no nos merecía pagar la entrada, así que disfrutamos de las vistas y comimos allí, aprovechando el único rato de sol del viaje. Pero el sol duró poco, porque cuando estábamos bajando en el autobús empezó a llover. Menos mal que no decidimos bajar andando, porque no no habíamos llevado chubasquero ni nada.
Y con esto concluyó nuestro viaje. Pusimos rumbo al aeropuerto de Edimburgo, paramos en una gasolinera antes de llegar para dejar el depósito lleno y dejamos el coche en la oficina de Arnold Clark. Con las indicaciones que nos habían dado fue muy fácil encontrarla. Nos llevaron en autobús al aeropuerto, y al cabo de unas horas estábamos volando rumbo a España.
En definitiva, el viaje nos gustó mucho. Escocia es un país muy bonito y la gente es muy amable, aunque la comida es un poco regulera. Nos quedaron muchos sitios por recorrer, nos hubiera gustado ir a la Isla de Skye, a Saint Andrews,... pero no teníamos tiempo, y preferimos ver las cosas con calma, y no hacer demasiados kilómetros. Algún día tendremos que volver, pero creo que tardaremos.