Primer día de tránsito. Salida a las 9:00 de la mañana de la T4 de Barajas. Facturo el equipaje. 8Kg y medio, y todavía pudo ser menos. Metí un par de calcetines de más. Salida puntual desde Barajas, escala en Roma de 2 ½ h y llegada a la hora pactada a Amman.
Allí tenía que coger otro vuelo hacia Aleppo, pero sin tránsito. Según me dijeron en la embajada no había modo de coger ese vuelo sin pasar controles y volver a facturar, por ese motivo llevé visado múltiple. No me sirvió para nada. Al llegar a la terminal de llegadas había un mostrador para los vuelos en tránsito de la Royal donde pude conseguir la tarjeta de embarque. Conseguí que me trasladaran el equipaje al vuelo a Aleppo sin necesidad de pasar el control de pasaportes. Fantástico! Solo faltaba para ser perfecto que llegara mi mochila…y vaya…que llegó y todo. Y yo sin champán para celebrarlo.
Llegada a Aleppo a las 21:30. Busco el ATM que hay en el aeropuerto y saco lo máximo que me deja: 10000SYP.
Después de huir del asedio de los típicos taxistas que se aprovechan de la confusión de los recién llegados, salgo al parking del aeropuerto. Intento negociar con varios taxistas para acercarme al centro de Aleppo. Ninguno accede a poner el contador y negocio entonces el precio. Me di cuenta que de haber andado unos metros más saliendo del aeropuerto y parando un taxi de los muchos que circulaban por la calle seguro hubiera pagado 3 veces menos. Pago la novatada del primer día -350SYP-. Fuera del aeropuerto es más fácil de encontrar un taxista que acceda a poner el contador.
En el centro voy peregrinando de uno a otro de los muchos hoteles económicos que hay, y de todos me voy con el ‘full’ haciendo eco en mis oídos. Debí reservar, vaya. Encontré, después de pasearme al menos por 12 hostales y pensiones, una habitación libre bastante cutre para solo una noche -450SYP-. A las 23:30 que eran no se podía pedir más. Después de jugar un poco al corre que te aplasto y vuela que te estampo con los inquilinos no invitados de la habitación me enfundo en el saco, y a la de tres estoy contando corderitos, para que a eso de las tres, a los 3.211 corderitos aproximadamente que llevaba contados, me despierten los gritos de una mujer en la habitación de al lado. Una hora y algo más que duró el culebrón. Si por lo menos entendiera lo que decían. Me dieron la noche entre la mujer, el marido y los huespedes que se unieron a la discusión a gritos.