Hellesylt / Geiranger. Excursión al monte Dalsnibba. ✏️ Diarios de Viajes de Noruega

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Primer día en los fiordos noruegos propiamente dichos.
Nos despertamos ya en Hellesylt, y las primeras vistas que nos rodeaban eran impresionantes, altas montañas verdes, con una enorme cascada al lado del pueblo, el precioso color del agua y muchas gaviotas que jugueteaban volando alrededor del barco.
El tramo del fiordo desde Hellesylt a Geiranger es patrimonio de la humanidad, por ese motivo, y por no gastar demasiado en excursiones, aún sabiendo que por la tarde volveríamos de vuelta, decidimos no coger las excursiones en Hellesylt.
La verdad es que fue un acierto, ya que por la tarde se puso a llover y no se podía estar en cubierta disfrutando del paisaje.
El trayecto en barco tiene una duración de unas 2 horas, con unas vistas impresionantes y unos paisajes de cuento, dicen que éste es el fiordo más bonito de todos, la verdad es que a mí todos me parecieron preciosos, aunque en este había más cascadas y caídas de agua que en otros, y también hace que sea tan espectacular el que no sea tan ancho como otros y al estar flanqueado por altas montañas, da la sensación de estar en un cañón.
Yo iba de lado a lado de la cubierta intentando empaparme del paisaje e intentando tomar las mejores fotografías.
Cuando llegamos a Geiranger nos recibieron con varios cañonazos, a los que el barco respondió con unos saludos de silbato, se me pusieron los pelos de punta. Creo que este saludo mutuo se produjo porque éramos de los primeros cruceros de la temporada.
Una vez que el barco hubo amarrado nos trasladaron con unas barcas a tierra firme, donde nos esperaban los autobuses para hacer la excursión. Habíamos contratado "Vistas de Geiranger", con una duración aproximada de 3h y un coste de 62 € por persona. Cogimos la excursión por conocer el monte Dalsnibba y la verdad es que no nos defraudó. El trayecto desde Geiranger hasta la primera parada fue espectacular, pasando por al lado de una gran cascada y viendo nieve y pequeños torrentes a lo largo de todo el recorrido.
La primera parada del autobús fue en un restaurante al lado del lago Djupvatnet, donde tomamos unas deliciosas pastas y un té o cáfe, incluidos en el precio de la excursión. A pesar de ser junio, el lago estaba prácticamente helado en su totalidad y había nieve a todo su alrededor.
Tras este tentempié iniciamos la ascensión hasta la cima del monte Dalsnibba, la carretera es un poco estrecha y desde las ventanas del autobús se veía el vacío, lo cual impresionaba un poco, aunque el guía nos dijo que no sufriéramos que el conductor tenía mucha experiencia, en algunos tramos, el autobús paraba para que pasara el que bajaba.
Una vez arriba te encuentras con un aparcamiento y una tienda de suvenires con unos aseos. En el trayecto hasta la cima, hay unas preciosas vistas del lago Djupvatnet y el lago Langvatnet, muy próximo a éste.
Lo mejor de todo, las vistas, una impresionante vista del fiordo donde se veía nuestro barco, fue una pena que la tarde estaba un poco nublada y no había buena claridad, de hecho, incluso nos nevó en la cima. En la cima te sorprende la gran cantidad de montañitas de piedras que la gente hace, se supone que dan suerte, también lo vimos en el pico Arreiro en Madeira.
Ya de vuelta a Geiranger, el autobús nos paró unos 15 minutos en un mirador desde el que había unas espectaculares vistas del fiordo y de todos los barcos que allí había atracados. Desde aquí es desde donde se toman las fotos que aparecen en todas las guía y folletos de Geiranger, simplemente espectacular.
Una vez que el autobús llegó a su destino, nos hicimos unas fotos por allí y visitamos la tienda de suvenires que había justo a lado de la zona de embarque. No hubo tiempo para mucho más, ya que desde allí hasta el centro del pueblo había un buen paseo. Al pasar con el autobús vimos alguna iglesia de madera y algún cementerio pintoresco, pero es un pueblo muy pequeñito y lo realmente bonito ya lo habíamos visto.
Volvimos impresionados de la excursión de nuestro primer día, ya que los paisajes eran diferentes a todo lo que habíamos visto en otros viajes.
El viaje de regreso y la salida del fiordo ya lo vimos tranquilamente con una cervecita en la mano desde los grandes ventanales del salón principal, ya que poco antes de zarpar comenzó a llover.

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