Viernes 28 de abril de 2017
El desayuno en el barco empezaba más temprano de lo habitual porque había que dejar los camarotes a las 08.00 am. La mayoría iba con sus equipajes de mano, que dejaban a la entrada del restaurante o bien adentro, en las sillas, en el caso de carteras, abrigos o bolsos pequeños.
Como nos quedaban por delante dos días libres en Atenas, habíamos decidido contratar por agencia la excursión a Delfos (89€). Por lo tanto, después de ubicar el equipaje, nos acercamos a nuestra guía, quien nos avisó que nos íbamos a trasladar en un taxi hasta el punto de partida de la excursión, el Arco de Adriano, porque el micro salía a las 08.30 am (nuestras valijas iban en el micro). No pasamos por ningún puesto de control, simplemente salimos y subimos al taxi que nos esperaba en el estacionamiento. Nos quedó la tarjeta del crucero, que guardamos como souvenir.
El viaje de ida a Delfos duró 3 horas, al igual que el de vuelta. En el camino hicimos una parada para ir al baño, y muchos aprovecharon para tomar o comer algo. Cuando llegamos, la guía nos sacó las entradas y empezamos con la visita. El paisaje es hermoso y hay mucho para ver; como siempre, es preferible saber algo de la historia del lugar si no se va con excursión porque la experiencia es más enriquecedora. Nos resultó útil llevar calzado cómodo porque el camino en algunos tramos era empinado, y en especial protector solar porque el sol pegaba fuerte y no había mucha sombra.
Tuvimos una hora de tiempo libre, que aprovechamos para seguir recorriendo las ruinas y llegar hasta arriba de todo, donde estaba el estadio.
Luego nos encontramos con la guía y el resto del grupo en la puerta del Museo Arqueológico (ubicado en el mismo recinto), que también íbamos a visitar. El museo no era muy grande, tenía pocas salas y nos pareció interesante.
Salimos del museo y volvimos al micro. A continuación, paramos a almorzar (el almuerzo estaba incluido en la excursión) en un restaurante llamado Aggelos Tavern. Era un menú ya establecido, de entrada nos sirvieron pastel de acelga y una tira de queso frito, de plato principal nos dieron un medallón de carne con papas fritas y arroz (se podía repetir), y de postre comimos una porción de torta con crema pastelera. Las bebidas se pagaban aparte; en las mesas ponían jarras con agua gratis y eso fue lo que tomamos. No es un lugar que elegiríamos para comer, pero estuvo bien (quizá la comida que no preparan para los grupos sea mejor).
Terminamos de almorzar cerca de las 15.30 pm e iniciamos el viaje de regreso. Había gente que seguía en otro micro hacia Meteora (la excursión combinada de Delfos y Meteora requiere dos días); a nosotros nos hubiera gustado conocer ese lugar, pero ya teníamos noche de hotel reservada en Atenas.
El micro en el que viajábamos fue dejando a todos los pasajeros en sus hoteles y por último quedamos nosotros. Por la ventana vimos que nos íbamos acercando al President, pero también notamos que lo íbamos dejando atrás. El conductor seguía manejando por la avenida y nos parecía raro… Después de unas cuantas cuadras (y un buen rato) retomó el camino en dirección al hotel, y ahí nos dejó. Cuando bajamos del micro y fuimos a buscar nuestras valijas, el señor nos explicó que había habido una manifestación y que por eso tuvo que extender su recorrido.
Llegamos a Atenas a la tardecita y descansamos un rato en el hotel. A la hora de la cena, guiados por los comentarios que habíamos leído en Internet, fuimos a comer a Liondi, un restaurante situado frente al Museo de la Acrópolis (estación de metro Akropoli). Pedimos un abundante menú para compartir que incluía varios platos típicos griegos, entre ellos, estofado de cordero, moussaka, queso feta, gemistá (verduras rellenas), tzatziki y gyros al plato. Nos gustó todo, en especial la mousakka. Con bebida, propina y sin postre gastamos alrededor de 40€.
Volvimos al hotel y nos fuimos a dormir; mañana es nuestro último día en Atenas.
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