Madrugamos, hoy toca el PARQUE NACIONAL DE TIMANFAYA, y aquí sí debo decirlo, había mucha gente, sobre todo cuando nos fuimos.
Nada más aparcar ya nos indican que en 5 minutos sale un autobús así que decidimos quitarnos cuanto antes el momento bus y después ver las demostraciones y esas cosas. Era algo que me agobiaba bastante; por suerte no necesito el transporte público para desplazarme habitualmente, y llevo evitando hacer uso del mismo desde que comenzó esta pesadilla del virus, así que ahora, la idea de meterme en un autobús (sin límite de aforo, hasta completar absolutamente todos los asientos) me atraía entre poco y nada. Lo de hacer las fotos a través de un cristal, pues más de lo mismo. Pero bueno, aún así intenté relajarme y disfrutar, en la medida de lo posible, del trayecto.
El día 1 de septiembre [de 1730] , entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza… y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra.
Con estas palabras empieza la narración en la guagua, y aunque ahora nos parezca que solo vemos montañas, son verdaderos vestigios de las brutales explosiones de los casi 25 volcanes que habitan en el Parque de Timanfaya. El paisaje lunar más que de este planeta, toma por completo la zona, y por suerte, sin la intervención de la mano del hombre prácticamente.
Y es que según leí en internet, dadas las pocas referencias que se tenían de la luna cuando se decidió emprender su conquista, la leyenda cuenta que los tripulantes del Apolo, para familiarizarse con lo que se iban a encontrar, miraban fotos de Lanzarote. Lo que llevó a la NASA a fijarse en la isla de Lanzarote fue su geología, ideal para comprender el clima terrestre y las posibilidades de vida en el planeta rojo.
Lo que está perfectamente documentado es que un equipo de la Agencia Espacial Europea puso a prueba sus equipamientos en la isla, para hacer simulaciones de los problemas que se podrían encontrar en el terreno de Marte y en la Luna, bastante semejante a este. De hecho, en la actualidad, el cabildo de Lanzarote mantiene un acuerdo con la ESA a través de un programa de entrenamiento, con el objetivo de dotar a los astronautas de nociones básicas sobre el entorno que se pueden encontrar en las futuras misiones espaciales.
La escasa vegetación de la zona sobrevive gracias a las partículas que arrastra el aire.
Bueno, pues estas son algunas de las fotos que buenamente pude tomar desde la ventana de la guagua:
Tras la visita en el bus, también se incluyen las demostraciones de un "géiser", y de cómo se prende fuego por la acción geotérmica. Y por último cómo se cocina una barbacoa de productos típicos con las altísimas temperaturas del interior de la tierra.
Nos hicimos las típicas fotos con el diablillo, símbolo del PArque, y nos dirigimos a la experiencia que más ansiaba Hugo, el ECHADERO DE CAMELLOS. A mi no me encantaba la idea de subirnos a lomos de un animal para hacer la turistada y que te den un paseo, soy poco amiga de estas experiencias con animales, pero Hugo estaba ilusionadísimo con la idea de subir en uno de ellos, de hecho lo primero que dijo al levantarse ese día fue: qué ilusión tengo por estar con los camellos.
Así que allá vamos. Está muy cerquita de la entrada al Parque, y como hay poca gente apenas tenemos que esperar. 12 euros por camello (realmente son dromedarios, pero allí los llaman camellos), da igual que suba una persona, que dos.
Y ahora sí, nos ponemos los bañadores porque pasaríamos el resto del día disfrutando de las PLAYAS DEL PAPAGAYO
Ya sabíamos que debíamos acceder por un camino de tierra y que el precio era de 3 euros, íbamos con esos antecedentes. Pero fue muy "pro", bajar la ventanilla en la taquilla y que nos dijeran: Adelante, hoy no se paga. Eso sí, pasé todo el camino pensando que cómo diésemos a la piedra equivocada y pinchásemos íbamos a acordarnos del caminito toda nuestra vida. Anonadada me hallo todavía al ver pasar a coches a 70km/h, y nosotros sin pasar de 30 por si acaso...
Aparcamos y en una primera vista desde la zona del chiringuito vemos que la Playa del Papagayo propiamente dicha, tiene muchísima gente, así que optamos por la otra: Playa de la Cera, que tenía bastante menos afluencia.
Ese chiringuito es lo único en cuanto a servicios que encontraréis en la zona. Podéis tomar algo o comer con unas maravillosas vistas. Por cierto, había cola para poder entrar cuando nos fuimos.
Aquí pasamos el resto del día, nos bañamos, tomamos el sol, comimos, y sobre todo, descansamos. Una maravilla, y es que este tipo de sitios alejados de las masas siempre son un acierto.
Os dejo las últimas fotos:
Volvimos al hotel a media tarde, justo para echar unos minigolf con Hugo antes de que anocheciese, tomarnos unas cervecitas pre-cena y paseíto después para ir bajando tanta comida. Toca irse despidiendo del paraíso...