Aprovechando nuestra estancia de unos días en Milán, hicimos una excursión de un día a Verona. Salimos a las 6,30 de la estación de Milano Centrale en tren (12 €) y a las 8,30 llegamos a Verona.
En la misma estación después de un café, compramos la tarjeta Verona Card por 15€, que realmente a unas pocas cosas que quieras visitar, merece la pena. Empezando por el transporte urbano, que también está incluido. Todos los precios que comento a partir de ahora se refieren a lo que cuesta la entrada sin la Tarjeta, ya que todos ellos están incluidos. Frente a la estación está la parada de autobuses, muchísimos, y cogimos uno cualquiera que indique que te lleva a la Arena o a la Piazza Bra. (El billete ya nos hubiera costado 1,50€) *** Imagen borrada de Tinypic *** En 10 minutos estábamos en la entrada de la Arena. Al ser noviembre no había colas para entrar, asi que lo vimos tranquilamente, pues estábamos dentro unas pocas personas. Lo único que echamos en falta es algún folleto explicativo, ya que fue en el único sitio que no nos lo dieron. Nosotros siempre llevamos una guía del sitio al que vamos, pero no está de más que nos lo hubieran ofrecido. (precio entrada 6€) *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Después de la visita, atravesamos la Piazza Bra, y nos dirigimos por la via Roma hacia Castelvecchio, realmente más que por el museo que alberga, por el castillo en si, y las vistas que ofrece desde la parte alta de sus almenas, a las que se puede subir. (precio entrada 6€) *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Al salir del castillo, fuimos por un paseo a la orilla del rio, hasta llegar a la basilica de San Zeno. Impresionante, por fuera, pero por dentro, una maravilla. Diferente a todas las iglesias que te puedes encontrar en Italia. Merece la pena acercarse hasta allí, aunque pilla un poco a desmano del centro. (precio entrada 2,50€) *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Al salir, en la amplia plaza que hay en la entrada, aprovechamos para disfrutar de los bocatas que habíamos traído. Una vez repuestas las fuerzas, fuimos a la parada de autobús que está allí mismo, para coger uno que nos llevaba hasta el Teatro Romano, otro de los monumentos que está alejado del centro, y en la otra punta de la ciudad. El recorrido tardó unos 20 minutos y te deja frente a la entrada, lo que nos ahorró la larga caminata. El teatro está dentro del Museo Arqueológico, pero al estar éste en obras, han hecho un acceso exterior directamente al Teatro. (precio entrada 1€) No es que sea un gran teatro, si has visto otros como el de Mérida, pero las gradas y la orchestra se conservan bastante bien, y lo mejor, imaginarse las vistas que tendrían los asistentes al mismo, ya que frente a ellos está el rio y toda la ciudad vieja. Saliendo del Teatro, a unos pocos metros a la derecha, está el puente de piedra sobre el río, lo cruzamos y se entra en la Verona vieja a través de un arco. Callejeando hacia la derecha, llegamos al Duomo. Después de ver el de Milán o el de Florencia o otros de Italia, realmente este nos defraudó un poco. Está como encajonado entre calles, con una miniplacita delante, y pequeño pequeño. (precio entrada 2,50€) Ahora ya nos dedicamos a callejear hacia el centro, a la Piazza dell Erbe, núcleo principal de Verona. Cafés, restaurantes, comercios y varios palacios que la rodean. Ya casi era hora de comer, pero teniendo en cuenta que estábamos en noviembre, y que en Italia en esas fechas empieza a anochecer para las 4 y media, decidimos seguir con nuestras visitas, para aprovechar las horas de luz. En la misma plaza está el Palazzo della Ragione y en él el museo de arte moderno, al que no fuimos, pero desde el que se accede a la Torre Lamberti, de más de 80 metros de altura, a la que se accede por escaleras o por ascensor, hasta el campanario. (precio entrada 8€). Las vistas de Verona desde allí son espectaculares. Al bajar, nos dirigimos por la Via Capello hacia la casa de Julieta. Fue el sitio donde más turistas había, pero a pesar de ello, no estábamos más de 50 personas, así que sin problemas de entrar. Lógicamente, nos sacamos la típica foto con la estatua de Julieta que está en el patio, y ya que estábamos allí entramos a la casa, a sabiendas de que ni era su casa ni tenía nada que ver con la obra. No podíamos dejar de asomarnos al famoso balcón y poco más. (precio entrada 6€) Ya eran más de las 3 de la tarde y decidimos buscar un sitio para comer, tarea difícil pues a esas horas en muchos sitios te miraban con mala cara. Volvimos hacia la Piazza dell Erbe, y junto a ella hay otra placita, la de Dante, con una estatua suya en el centro, y de la que salen varias callecitas pequeñas. En una de ellas encontramos un restaurante con una camarera muy amable, que nos recibió muy bien, explicándonos el menú y en qué consistía cada plato. Comimos de maravilla en la terraza, tres platos diferentes de pasta, que como siempre solemos hacer, nos los vamos intercambiando para probar de todo. Muy buenos y abundantes, con el pan y las bebidas nos costó sobre los 30€. Después de la comida, paseito tranquilo por la zona peatonal y las calles comerciales, sobre todo la via Capello y el corso Porta Borsari. Callejeando fuimos hasta la orilla del río, a la iglesia de San Fermo, impresionante por fuera, roja y blanca, y muy curiosa por dentro, con otra iglesia excavada en su interior. Era la hora de cerrar, y la chica de la taquilla, muy amable, nos la explicó con tranquilidad. (precio entrada 2,50€) Y de allí, como pensábamos que estaba cerca, nos fuimos hacia la tumba de Julieta. Eso fue lo peor que pudimos hacer el todo el día. Estaba lejos de todo, apartada, mal señalizada, y cuando llegamos, nos encontramos un museo que no nos interesaba nada ver. Les dijimos que sólo queriamos ver la tumba, ya por curiosidad, y tuvimos que pasar por pasillos con frescos, salir al jardin, volver a entrar, bajar por unas oscuras escaleras, para al final encontrarnos con.... un sarcófago de piedra sin tapa, en mitad de una sala pequeñita de piedra, sin más. Ya sabíamos que no era nada del otro mundo, pero ya que te cobran una entrada, por lo menos podían ambientar un poco la sala, o algún panel informativo o algo. Pero nada de nada. Nos sentimos como si se rieran de los turistas. (precio entrada 4,50€) Ya de aquí, volvimos andando hacia la Arena, con intención de coger desde allí el autobús de vuelta a la estación (casi todos los que paran allí, tienen parada en la estación) y cogimos el tren de las 18,40 hacia Milán, y en dos horitas habíamos llegado. Como habéis visto, la Verona Card nos mereció la pena. Si hubiéramos hecho las mismas visitas y traslados sin ella, nos hubiera supuesto 43,50 € a cada uno. Fue un dia completo, en el que el tiempo nos acompañó, ya que a ratos hacía incluso calor, y sin agobio de mucha gente. Un día perfecto y una ciudad preciosa. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (2 Votos)
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