![]() ![]() Taiwan en 15 días ✏️ Blogs of Taiwan
Viaje por libre y con guía por Taiwan en Noviembre 2018.Author: Berbem Input Date: ⭐ Points: 5 (3 Votes) Index for Blog: Taiwan en 15 días
01: Dia 1- Taipei: Llegada, Montaña Elefante, Taipei 101
02: Dia 2- Camino Caoling
03: Dia 2- Taipei: Mercado nocturno de Shilin
04: Dia 3- Parque Geológico Yeliu
05: Dia 3- Peculiar Roca Nanya
06: Dia 3- Cabo de Bitou
07: Dia 3- Roca Elefante
08: Dia 3- Taipei: Memorial Chiang Kai Shek de noche
09: Dia 4- Shifen
10: Dia 4- Jiufen
11: Dia 5- Taipei: Chiang Kai Shek Memorial, Ximen, Bagka
12: Dia 6- Hualien y Acantilados de Qingshui
13: Dia 6- Parque Nacional de Taroko
14: Dia 6- Playa Qixingtan y Hualien
15: Dia 7- Parque Nacional de Taroko
16: Dia 8- Changhua
17: Dia 8- Taichung
18: Día 9- Área Natural de Xitou
19: Dia 9- Villa de los Monstruos de Xitou
20: Día 9- Campos de té y Bosques de Bambú
21: Día 9- Puente Houtanjing
22: Día 10- Tainan
23: Día 11- Tainan
24: Día 11- Alrededores de Beimen
25: Día 12- Kaohsiung
26: Día 13- Hengchun
27: Día 13- Parque Nacional de Kenting
28: Día 14- Beitou
29: Día 15- Taipei: Museo Nacional y Maokong Gondola
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A Jiufen llegamos desde Ruifang. Fue algo increíble porque volvimos de Shifen en el tren Pingxi, llegamos a Ruifang, bajamos y salimos de la estación de tren que da directamente a la parada de taxis, no había ningún taxi pero era la zona de taxis (por el cartel), y nada más llegar una mujer con un cartel nos enseñó un cartel con varias fotografías, le señalé lo que parecía Jiufen y ella nos llamó un taxi que salió de la nada, nos hizo montarnos y nos encaminamos a, suponemos, Jiufen, dado que en ningún momento tuvimos tiempo para abrir la boca ni decir nada ni enseñar el nombre del pueblo ni nada, el proceso fue raro y muy rápido. Creo que están tan acostumbrados a los turistas que ya saben lo que queremos hacer porque tras un recorrido por la montaña llegamos a Jiufen, el taxi nos dejó en la parada del bus y nos señaló unas empinadas escaleras. Hay que tener en cuenta que Jiufen no tiene parada de tren por lo que o llegas en coche o en autobús. Le pagamos la tarifa fija y nos acercamos a la parada del bus para disfrutar de las vistas. Jiufen es un pueblo situado en la montaña frente a las costas del Océano Pacífico y como hacía un día soleado y despejado las vistas eran espectaculares. Se podía ver en la distancia la costa noreste y la isla de enfrente mucho mejor cualquier otro día dado que había un cielo despejado y el verde de la costa y la isla se veía con detalle. Tras disfrutar de la vista tuvimos que empezar a subir las escaleras, que dado el calor no nos apetecía mucho pero esto es Taiwán y no hay día sin escaleras. En la subida pudimos parar por estrechas calles y plazas con casas decoradas con farolillos, hay mucha gente visitando Jiufen y eso que es un día entre semana, sobre todo muchos escolares con uniforme. En un lateral de unas de las escaleras en cuesta que recorre el pueblo de Jiufen se encuentra la figura de un minero, y es que hay que recordar que Jiufen tuvo la mayor mina de oro y cobre de Asia durante los años cincuenta. Y justo sobre la figura del minero hay una plataforma llena de turistas haciendo fotos y es que en un lateral se encuentra la Tea House, la casa de té con farolillos que inspiró a Hayao Miyazaki a la hora de crear los escenarios de la película de animación ganadora de un Oscar “El viaje de Chihiro”. De día no tiene el mismo encanto que de noche, por eso nosotras en vez de coger un tour hemos decidido pasar noche aquí, en el mismo alojamiento que recomendó en su diario de viaje de Taiwán. Seguimos subiendo algunas escaleras más hasta llegar a la calle principal que empezamos a recorrer, esta llena de tiendas de todo tipo y, por supuesto, de comida. Así seguimos hasta localizar el alojamiento, ya son pasadas las tres así que decidimos entrar para dejar el peso en la habitación, pero justo antes de nosotras ha llegado un grupo con guía y sus mega maletas así que tenemos que esperar, la cosa se alarga durante una hora y los del sitio nos ofrecen té gratis para tomar ahí mientras esperamos, y unos cupones de descuento que usamos para comprarnos un café heleado. Finalmente conseguimos subir a nuestro habitación y el lugar, aunque son todo escaleras, es muy curioso, la habitación es enorme, la taza del baño es de estilo japonés, y en las paredes de las escaleras tienen un antiguo impermeable taiwanés (no sabíamos lo que era pero en uno de los tours con guía que contratamos vimos otro igual y le preguntamos al guía qué era eso, en ocasiones viene bien tener un guía). Salimos del hotel y continuamos por la calle hasta uno de los miradores del pueblo desde donde vimos uno de los templos de Jiufen y disfrutamos del atardecer sobre la costa. Una vez pasado el atardecer volvimos al entresijo de calles y escaleras que ahora aún estaba más abarrotado de gente que antes, y es que las calles adornadas con los farolillos iluminados tienen un mayor encanto que vistas de día. Sin duda hay que disfrutar de Jiufen de noche. Regresamos hasta la Casa del té y la figura del obrero de las minas, aquí es raro que no hubiera ningún accidente bajando esas empinadas escaleras, que tienen una vista del mar y de los farolillos muy bonita pero que está tan llena de gente que parece la salida de un festival de música de la gente que hay. Muchos son estudiantes japoneses, aquí lo que más nos encontramos son turistas japoneses, casi parece que esté en Japón en vez de en Taiwán. Llegamos a la parte de la Casa de té que iluminada con los farolillos nos guata mucho más, aunque hay un flujo constante de turistas y más turistas haciéndose fotos con la casa en cuestión dado que ahora sí que refleja el parecido a la inspiración de “El viaje de Chihiro”. Decidimos entrar a la casa de té para acabar el día tomando un té desde la terraza, al entrar nos dicen que solo hay servicio tradicional de té pero no nos importa, de las tres solo a una le gusta el té a una por lo que subimos hasta la terraza y una chica nos sirve el té y nos hace una muestra en inglés de cómo se sirve el té de forma tradicional, nos deja una gran olla de agua en el suelo con fuego para que se mantenga hirviendo y todos los demás componentes para tomarnos el té y las pastas. Fue bastante divertido, y los japoneses al lado nuestro nos ayudaron en el proceso de conseguir rellenar el té de nuevo. Cuando terminamos volvemos a pasear por las calles de Jiufen hasta las nueve de la noche en la que tanto los mercados (ya sean de souvenirs como de comida) están cerrando y Jiufen se queda desierta, nadie pasea por sus calles y nosotras regresamos al hotel para dormir. Aquí también hemos cogido el mismo alojamiento que ALFMA en su diario de Taiwan y la habitación es enorme, con un saloncito incluido, estuvo muy bien. Journeys 10 to 12, Total 29
Nos levantamos temprano para poder llegar a Ruifang a tiempo para coger el tren que teníamos reservado. Los billetes de tren los puedes comprar en el momento o reservar y coger con antelación. En esta página web www.railway.gov.tw/en/index.aspx se pueden ver todos los horarios y recorridos lo que sirve para organizarse muy bien el viaje. Nosotras nos miramos los horarios, creamos un recorrido y excepto cuando cogimos trenes locales (Taipe-Ruifang, Tren Pingxi, Taichung-Chanhua y vuelta) ,el resto de trenes los compramos el día de nuestra llegada a Taipei en las ventanillas de la estación central. Asi que nosotras ya teniamos los billetes de tren de Ruifang a Taipei, calculando que hay media hora de trayecto en taxi de Jiufen a Ruifang salimos con una hora de antelación a la salida del tren por si acaso. Justamente cuando llegamos ala parada de taxis de Jiufen no había ninguno y tuvimos que esperar, afortunadamente llegó uno a tiempo para llegar a Ruifang con tiempo de sobra para coger el tren. Nuevamente no pudimos ni decir a donde íbamos, el taxi nos cogió y nos dejó en la estación de tren de Ruifang sin que dijéramos palabra. Este tren no tenía espacio para las maletas excepto las bandejas superiores a los asientos que según el tamaño de la maleta no sirven. Cuando se viaje con equipaje es bueno saber estas cosas.Cuando llegamos a la estación central de Taipei nos fuimos a buscar la línea verde de metro, a la parada de Chiang Kai Shek. lo primero que visitamos fue el Chiang Kai Shek Memorial Hall de día, porque como nos había gustado de noche no podíamos dejar de verlo de día. El lugar está situado en el centro de la ciudad y tomamos el mismo metro que por la noche. Después de unos días cálidos pero soportables este día había decidido hacer mucho calor, y como en la plaza no hay ningún sitio que te resguarde del sol abrasador, además no era un calor húmedo sino un calor intenso que dejó a mis amigas un poco sin ganas de ver el lugar. Yo en cambio me moví del auditorio al teatro nacional para ver todos los detalles de los coloridos edificios de día. Después disfrutamos de la vista de la puerta de día, que ya se veía de color blanco aunque si hacía dos noches había estado libre de obstáculos ahora lucía unas vallas en medio. Habíamos faltado un día y ya nos había puesto obstáculos a la vista. Desde la puerta caminamos hasta el memorial para, ahora sí, subir los peldaños que nos llevarían arriba del todo. La subida y bajada solo se podía hacer por un lado porque el otro seguía cortado por obras. Las mejores vistas de la plaza se obtienen desde la escalera del Memorial. El Memorial es un edificio de forma octogonal de color blanco con azulejos azules y la escalera tiene 89 peldaños que son los años que tenía Chiang Kai Shek a su muerte. Al subir las 89 escaleras se accede directamente donde está la estatua del dirigente custodiada por la guardia. La escultura es enorme de un color marrón y es más bonito el techo que la escultura en sí, aunque supongo que para los taiwaneses tienen un gran significado, los vi muy distintos en su cultura a lo que son en China continental y Hong Kong y más parecidos a los japoneses, por lo que entiendo que no se sientan muy chinos, de verdad son muy diferentes. Los guardias que hay a cada lado de la estatua son muy jovencitos y deben pasar un calor horroroso, nosotras lo pasábamos y no llevábamos tanta ropa (y eso que tienen unos pequeños ventiladores a su espalda), suelen estar quietos y cuando se mueven lo hacen muy lentamente, luego tienen a uno trajeado a sus espaldas que está ahí para susurrar con ellos si está todo bien o mal y recolocarles la ropa si se les ha movido. Como faltaba poco para la hora en punto nos quedamos esperando el cambio de turno de guardia. Durante el cambio de guardia se mueven con una coreografía de movimientos lentos, como cuando mueven las piernas o el brazo mientras guardan la estatua del dirigente. Cuando acaba el cambio de guardia otros trajeados y otros soldados se quedan en el lugar, en nuestro caso el soldado que le tocó hacer guardia le debía picar la nariz porque le susurro algo al trajeado (no entendemos el chino que hablan en Taiwán pero aunque lo entendiéramos no se oía nada) y el otro se echó a reír bajito y le rascó la nariz. Desde aquí se puede bajar al tercer piso o al primero por ascensor para así visitar lo que era el despacho de Chiang Kai Shek, pero nosotras, con tanta gente como había, no lo hicimos sino que bajamos por las escaleras y cogimos el metro la línea roja esta vez para ir al barrio de Ximen. En esta zona las calles son peatonales y están las tiendas de marca, quería haber venido de noche porque parece que estés en el barrio de Shibuya en Tokio, pero al final un resfriado me lo impidió. Como no nos van nada las compras (somos viajeras atípicas, ni comida ni compras cuando viajamos) nuestro recorrido por el barrio iba destinado a la visita cultural. Empezamos por la Casa Roja que está al lado de la estación de metro. Esta casa de color rojo es de ladrillos y aspecto octogonal, dentro hay una serie de tiendas y un aire acondicionado muy fuerte (como todo el aire acondicionado que ponen en Taiwán) pero que nos supo a gloria por el calor que hacía fuera. Hay un cartel, como en todos los sitios históricos, que cuenta la historia del edificio, que originalmente era un mercado. Aquí cerca había un templo que no encontramos pero continuamos nuestro camino por unas calles muy taiwanesas que consisten en que la acera está techada (magnifico para evitar la lluvia o el intenso sol) y están ocupadas o invadidas por los comercios (ya sean tiendas o restaurantes). Y en los laterales de las aceras un sinfín de motocicletas aparcadas. Los taiwaneses se mueven mucho en moto porque es la forma más rápida, en las próximas entradas ya os contaré todas las curiosidades que vimos, el caso es que al final el único hueco para que el peatón camine es la carretera junto a los coches y las motos aparcadas. Aún así es muy difícil tener un accidente porque al parecer están acostumbrados a tener que caminar por la carretera y los coches y motos saben convivir con ello. Seguimos por la calle hasta llegar al templo de budista Qingshui, ocupaba toda una explanada grande y tenía afluencia de gente, pero a estas alturas ya habíamos visto templos budistas y no nos acercamos para verlo de cerca y nos quedamos con su exterior. Aquí descansamos a la sombra en una placita antes de coger la calle que nos llevaría a nuestros próximos puntos turísticos. Tras el descanso (hacía bastante calor) fuimos caminando por el lateral izquierdo de la calle hasta llegar al templo taoísta Banka Quinshan, la calle no tiene nada en especial y el templo está en un rincón muy pequeño. Al igual que pasa en otros templos de Taiwán no solo se venera al Rey Qingshan sino a un montón de dioses. Además aquí vimos que les encanta mezclar dioses taoistas con budistas y todo dios que puedan meter. Este templo no le gustó mucho a una de mis amigas porque los taoístas tienen unas figuras de gran cabeza (como si fueran cabezudos) y aspecto furioso, así que dan un poco de miedo. Aun así es recomendable visitarlo para ver un tipo de templo diferente. En Taiwán cada templo es distinto y no puedes decir que visto uno vistos todos porque, aunque por fuera lo parezca, no es así. Siguiendo por la misma calle llegamos a unas puertas chinas que nos indican el inicio del mercado nocturno de Huaxi. Como es de día la mayoría de los comercios están cerrados y solo vemos abiertos algunos rincones de comida y los sitios de masaje. Lo bueno del mercado es que tiene techo que protege del intenso sol. Tras pasa un par de puertas chinas salimos del mercado para llegar al templo Longshan. Este es el templo más importante de Taipéi, es de 1738 y se ha tenido que reconstruir dos veces debido a los tifones pero siempre conservando el aspecto original. El lugar es bastante grande y estaba lleno de turistas y de creyentes que conviven en armonía porque cada uno va a lo suyo. Nada más entrar a la derecha está la cascada Jingxin y en el centro el templo. La cascada de agua refresca el ambiente, que como decía, hacía mucho calor. Entrando por la derecha acabas llegando al patio principal que está lleno de mesas con comida y la entrada con un altar con alguno de sus dioses. Está lleno de fieles que vienen a hacer sus oraciones y presentan la comida a los dioses, había mucho incienso y el templo era muy grande pero lo que más nos llamaba la atención eran los files. La duda que nos quedaba es que hacían luego los del templo con toda esa comida, porque el templo estaba lleno de comida. Al salir del templo buscamos un sitio para comer pero como son tan especiales con la comida acabamos entrando en un 7-11 a comprar cualquier cosa comestible y nos paramos a a comer algo en el parque junto a una pareja de japoneses y todo un grupo de vagabundos. Es lo que tiene ser tan raras comiendo, al final acabamos con unas patatas fritas en un parque de vagabundos taiwaneses frente al templo de Longshan, eso sí, entretenimiento tuvimos un rato. Tras la comida regresamos al hotel a recoger nuestras maletas para coger el tren a Hualien, nuestro próximo destino. Aquí teníamos un tren reservado, el Puyuma Express (al final cogimos todos los tipos de trenes que tienen en Taiwán) y fueron 3 horas de trayecto, por lo que no salimos muy tarde de Taipei para no llegar muy tarde a Hualien y descansar para el día siguiente. Journeys 10 to 12, Total 29
Se pueden hacer varias excursiones esde Hualien (el Lago de la carpa y el Lago de las siete estrellas), si bien el auténtico plato fuerte de una visita a Hualien es el Parque Nacional de Taroko. Así que en Taipei reservamos un tren, el Puyuma Express (al final cogimos todos los tipos de trenes que tienen en Taiwán) y fueron 3 horas de trayecto desde Taipei a Hualien, por lo que no salimos muy tarde de Taipei para no llegar muy tarde y poder descansar para el día siguiente. El Puyuma tiene espacio para las maletas pero es muy pequeño y está ocupado, así que dejamos las maletas en nuestros asientos porque son muy espaciosos, nada que ver con los europeos. Como se hace de noche tan pronto nos daba igual el tipo de tren que coger porque no íbamos a tener vistas, pero existen dos tipos de trenes que van a Hualien, el costero y el de montaña, por el nombre ya se sabe por qué zona van los trenes. La última parada de nuestro tren es Hualien así que cuando íbamos a llegar el revisor pasó por todos los vagones pidiendo el billete de tren, y lo más curioso es que lo hizo como los japoneses, se presentó al vagón, dijo algo y se inclinó por la mitad, cuando llegó al final del vagón tras revisar todos los billetes se volvió a inclinar y salió. Buscamos un hotel cerca de la estación para andar poco con nuestras maletas, y mientras íbamos camino del hotel escuchamos un estruendo atronador, al día siguiente el guía de tour que contratamos nos dijo que cerca está la Base de la Fuerza Aérea de Hualien desde donde despegan los aviones de combate F-16. El hotel Meci donde nos alojamos está muy bien; bien situado, cómodo y tiene un hall que ofrece refrescos, café, té, cosas para comer tanto dulces como saladas. Desde nuestra habitación tenemos el parque por lo que hay vista directa a las montañas. También fue aquí donde más español oímos, pues aquí ya hay turismo de todo tipo, y también donde vimos el único Carrefour, aunque el guía nos dijo que a los taiwaneses no les gusta mucho comprar ahí. Nuestro guía nos recogió puntual en el hotel de Hualien y salimos en dirección al acantilado Quingshui, por el camino pudimos disfrutar de las montañas del parque nacional de Taroko, aunque unas espesas nubes cubrían sus cumbres presagiando lluvia, aunque al final nos salvamos de la lluvia y tuvimos un soleado día. Llegamos al área que está alrededor del acantilado Quingshui a primera hora y no había nadie pero a medida que pasamos el tiempo disfrutando de las vistas empezaron a llegar coches y autobuses de turistas. Fue una sabia decisión comenzar por aquí. El guía estacionó el coche en el lado norte del túnel de Chongde, desde esta zona no solo tenemos las montañas de Taroko alzándose sobre nosotras sino que podemos ver abajo del tono el recorrido del tren costero que atraviesa las montaña en su dirección a Taipei. Desde aquí andando se lleva a una plataforma de observación que permite disfrutar de la mejor vista del acantilado pues se puede ver la montaña del suelo al pico y también la playa y el color de las aguas del océano. El área alrededor del acantilado Qingshui ha sido designada como una de las Ocho Maravillas de Taiwán. El acantilado de Qingshui es el único lugar en el Parque Nacional Taroko donde se puede presenciar los tres tonos de color que conforman el Océano Pacífico: un azul blanquecino, un azul más claro y un azul oscuro. Los diversos tonos de azul se deben a la profundidad del lugar. De hecho, el color de los acantilados, junto con los de la costa del Pacífico y el cielo azul impresionan.La playa de Chongde y su costa de guijarros grises complementan el mosaico de colores del lugar. Hay también una piedra gris escrita en chino, no recuerdo qué dijo el guía que decía la piedra pero es una piedra de mármol obtenida del parque de Taroko por lo que es especial. Además el pico más alto, la montaña Qingshui, se eleva 2408 metros directamente desde el océano Pacifico y no podíamos dejar de mirarlo de diversas zonas, esos colores son espectaculares. A su lado, el otro lado de la costa, también visible desde aquí, no causa tanta impresión. Aunque solo es una parada para ver el color del océano y los acantilados, merece la pena detenerse en el camino hacia el parque de Taroko. Journeys 10 to 12, Total 29
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