Martes 3 de Octubre: Mareb – Seyun
Todo el día de ruta cruzando el desierto de Ramlat-al-Sabatayien.
Hotel Seyun: BMC Hotel.
Nos levantamos a las 4 de la mañana, (nos tenían que haber llamado a las 3 h.), pero se les olvidaron y fue el guía quien nos llamo a la puerta. Con el sobresalto correspondiente por tener que ir a todo gas.
El guía nos pregunto:
- Que ha pasado, ¿como que no estéis los cuatro a punto?
- Como quieres que estemos si se han olvidado de llamarnos -le respondimos-.
O nos despiertan con una hora de antelación o se olvidan de nosotros. Ironías de la vida
El fue a pedir razón al conserje y le contesto que nosotros éramos unos embusteros. Afirmo que nos había llamado.
¿Será posible? Que morro tenía el tío.
Fue un día muy largo 600 km. de desierto, pesado y acalorado. Sude horrores, no teníamos aire acondicionado en el jeep. Allí estos aparatos duran lo que un caramelo en un colegio, el calor hace mella en ellos. Llegue a angustiarme bastante. Fueron 10 horas en jeep. Solo paramos 4 veces.
El desierto es muy bonito, pero después de dos horas se hizo cansino, monótono y aburrido. Los primeros Km. fueron dunas de arena. Las cuales fueron escaseando para volverse un paisaje árido y brusco.
La primera parada fue para hacer las fotos a la salida del sol. (se alargo del tiempo establecido, debido a un pinchazo en el jeep del guía beduino).
La del desayuno que fue de 30 minutos tirando largo, tampoco tenias ganas de más tiempo, a pleno sol ¿os lo podéis imaginar?
En la parada del desayuno, es donde tiramos con el “kalasnikhov”.
Personalmente no me gustan las armas. Las odio. Pero era la única oportunidad de saber que era “eso de tirar un tiro”.
Así que me decidí a tirar. Te ponen miedo en el cuerpo, dicen que te tira para atrás, que tienes que vigilar mucho como te la colocas por que pude hacerte daño.
La verdad que la sensación que me produjo fue de sorpresa, sentí una sensación de mezcla de agrado - tristeza- curiosidad- espanto - miedo. Me sentí como un bicho raro y en mi mente se produjo imágenes inusuales. El tiro me hecho para atrás. Aun ahora no comprendo como una bala tan pequeña pueda producir tanto impulso. (La tengo guardada, por decirme a mi misma que si lo hice). Solo tire una vez. Fui incapaz de repetir esta sensación.
Otra sensación única, no lo había hecho nunca. Y esta me la pase bomba, es bajar en el 4 x 4 unas dunas súper alta. Fue de escándalo. En pocos segundos me sentí participante del Dakar. Que saltos pegamos.
Lo anecdótico fue que el que tenía que conducir el jeep para tal experiencia era nuestro chofer, pero el pobre de conducir, mejor dicho saber conducir no era lo suyo. Nos quedamos atrancados en la arena y fue el beduino/guía quien nos saco del agujero. Y con él fue la que bajamos y saltábamos las dunas.
La penúltima parada para visitar las ruinas de Shabwa antigua capital del reino de Hadramut, estas ruinas han permanecidas ocultas a la vista de los viajeros durante mas de 1500 años transcurridos desde su declive histórico hasta mediados del siglo XX. Antes de esta fecha muy pocos fueron los aventureros que lograron llegar hasta sus contornos. Más que por desconocimiento de su exacta ubicación, por la agresividad de las tribus beduinas que desde tiempos inmemoriales han ocupado sus inmediaciones ofreciendo una feroz resistencia a admitir extranjeros en su territorio. Poco queda de esta ciudad hoy en día. Sus ruinas tienen una óreola de misterio y belleza. Mas si se pueden admirar a la puesta del sol.
Dejando atrás esta ciudad encontramos las canteras de la sal de rocas explotadas desde tiempo inmemoriales.
Y la ultima otro pipi-stop que fue para poner gasolina.
Os preguntareis, ¿es que hay gasolineras en el desierto? Pues si, hay. Pero en que condiciones………
Llegamos a Sayun, directos al hotel con la esperanza de darnos un buen baño en la piscina antes de comer.
¡¡ILUSOS DE NOSOTROS!!.
Piscina si que había pero sin agua. En un estado lamentable.
Nos quejamos a Mossen. Al ratito nos dijo que no nos preocupáramos que nos la llenaran enseguida.
Nos miramos sorprendidos. Como era posible llenar en pocas horas una piscina casi olímpica. No discutimos, para que.
El guía nos comento que teníamos tiempo libre hasta las 19 horas. Teníamos 4 horas………… sin hacer nada.
No había nada abierto. En Ramadan esta gente duermen hasta altas horas del mediodía y después comienza a salir, abrir alguna que otra tienda hasta las 18 h que cierran todo y vuelven abrir sobre las 20 h. Así es el país. O lo tomas o lo dejas.
Así que nos fuimos a la habitación a comer y descansar.
Nuestra comida del día fue un bocata de Atún. (Comida que repetimos infinidad de veces en todas las vacaciones). Si digo yo que llegamos a Barcelona todos con una cara alargada y con los ojos saltones de los atunes.
Sobre las 16 horas nos llama Mossen a la habitación diciendo que la piscina ya esta llena.
Nos miramos sorprendidos. ¡¡Incomprensible.!!
Se bajo mi compañera de viaje Silvia. Nos trajo la información de la tal piscina. Había 2 palmos de agua de color marrón.
Nos resignamos y continuamos con nuestro reposo. Mas a la tardecer bajamos a la terraza de la piscina a mirar la puesta de sol. Había un sr. limpiándola. Pues buenoooooo.
Por la noche el guía nos ofreció la posibilidad de ir a comer con la pareja de Valencia, también estaban en Mareb. Dijimos que si.
Ay, ay, ay, amigas vaya con el hotel que estaban ellos hospedados. Que bonito y fantástico. Igualito, igualito que el nuestro. Aquello era un paraíso. Un hotel de la compañía Movenpick.
Comimos muy bien, la segunda y última comida que hice con gusto. ¡¡¡Cuanto la iba a soñar el los días sucesivos!!!.
Comí una ensalada muy buena, langosta más buena aun y un postre exquisito.
Al regresar al hotel nos paramos en la plaza del pueblo con una vista estupenda hacia el palacio del sultán (iluminado) a tomar un té. Menos mal que era de noche, por que el bar brillaba por la ausencia de una buena limpieza.
Y………… a dormir en nuestro “cutre hotel”.
Miércoles 4 de Octubre: Seyun/Tarim/ Shibam/Según
Seyun, visitamos el palacio del sultán.
Tarim, capital islámica y religiosa del Wadi Hadradum donde predomina una mezcla de arquitectura islámica y del lejano oriente.
Shibam, Declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Seyun : BMC Hotel
Nos levantamos a las 8 h. El desayuno tan pobre como el que hasta el día de hoy nos tenían acostumbrados.
Juan comenzó a encontrarse mal. Dolor de cabeza y estomago. Pero no quiso quedarse en cama, no quería perderse la excursión de visitar estas tres ciudades.
La primera fue Tarim.
La ciudad en si no es muy bonita. Dentro de ella hay el palacio llamado Al Ahqaf, convertido en biblioteca que es la de mayor tamaño del país. Alberga mas de 14.000 volúmenes y 3.000 manuscritos, que no pudimos visitar por estar cerrada. El omnipotente Ramadan.
En este paseo también visitamos la Mezquita de Al Muhdar por fuera, aquí no es que estuviera cerrada, es que no te dejan entrar, sitio sagrado….. Destaca en ella su blanco inmaculado.
Regresamos a Seyun para visitarla. Lo primero visitamos el Palacio del Sultán de Seyun. Su estructura es majestuosa e impresionante. Pero por dentro esta vació. Me asombro que un edificio tan grande, sus habitaciones fueran tan pequeñas. En aquellos tiempos se ve que les gustaban los espacios reducidos. Me pareció más un laberinto de pasillos que un palacio. Desde arriba se veía parte de la ciudad de Seyún . Las vistas indescriptibles de tanta belleza.
Dimos una vuelta por dicha ciudad y en su mercado compramos miel. Nos comento Mossen que era una de las de mejor calidad del mundo. Casi……… que me lo creo, pagamos su precio como si fuera oro. Carísima. Pero muy gustosa.
Los dos hombres, Juan y Emilio se decidieron a comprar una falda para ellos, como la que usan los yemenitas. Les entro el capricho de ver si lo de ir con faldas les iba a ellos o no. (Después vimos que si, casi no se la quitaron en todo el viaje).
Nos fuimos a comer a nuestro hotel. Malísimo, suicísimo, con platos y vasos de plástico. (Mas tarde nos dimos cuenta que en todos los restaurantes los usan). Nos dieron arroz, un tipo de chanfaina y cordero, este ultimo no es que este muy convencida de que fuera cordero, pero……. De lo que estaba segura, es que era una especie de carne.
Ha pleno sol sobre las tres de la tarde, fuimos hacer la visita a Shibam. Surge sobre el mismo lecho de Wadi Hadramunt como un espejismo inconcebible. Es la ciudad que aparece en todos los catálogos turísticos en España. Desde fuera es una ciudad increíble. Te preguntas como pueden aguantar los edificios tan altos hechos con barro y que parecen aun más gigantes de lo que son en realidad, debido a su apiñamiento y sus minúsculas ventanas.
En medio de la explanada desierta se levanta esta ciudad amurallada, como si se les terminara el espacio y solo la pudieran hacer crecer hacia el cielo. Con el tiempo ha ido creciendo fuera de sus murallas a lo que llaman Salí Shibam (barrio nuevo) sin ser los edificios tan altos.
La UNESCO, contempla la puesta en marcha de grandes proyectos de reconstrucción, la situación de muchos edificios es precaria, pero la imprevista guerra civil en 1994 ha retrasado el proyecto, aun ahora los habitantes de esta ciudad están esperando la puesta en marcha de la campaña económica que les permitiría restaurar estos rascacielos del desierto.
La ilusión y el encanto de esta ciudad fantástica se desvanecen, se esfuman tan solo al entrar dentro de ella. Hay suciedad, plásticos, papeles, botellas, etc, tirados por cualquier rincón de la misma.
Nos subimos a una colina llamada de Sahil, para poder tomar unas vistas. Nos acompañaron unos niños la mar de simpáticos y amables, nos debieron de ver muy viejecitas a Silvia y a mí, ya que nos dieron la mano para ayudarnos en la subida para que nos fuera más llevadera. Dijo yo……
Al regresar tuvimos una grata sorpresa. La piscina estaba llena y limpia. Nos falto tiempo para ir a ponernos el bañador. Juan ya no podía con su cuerpo y se quedo en la cama. Le pusimos el termómetro y tenia fiebre.
A mucha gente no le gusta el agua caliente. A mi me pasa todo lo contrario, no me va la fría. Disfrute un montón en esta piscina. Sin exagerar, el agua estaba tan caliente que cuando salías de la piscina el contraste con el aire era tan fuerte que tenias frió. Estuvimos los tres – Emilio, su mujer Silvia y yo- un buen rato bañándonos hasta que anocheció.
La cena fue el no parar de reír. A Emilio se empeño que quería lechuga y se las trajo para hacer entender al chef que era la lechuga. El resultado es que se quedo sin ella, no llegaron a entenderse (Lo de chef es un decir).
Comimos mal. Ensalada de pepinillo con tomate y algo de carne.
Al salir al vestíbulo del hotel nos encontramos con unos beduinos amigos de Mossen junto con Emilio se pusieron hablar. Silvia y yo escuchábamos. Aquí me di cuenta que tanto los hombres orientales como los occidentales se lo pasan estupendamente bien hablando de sandeces y tonterías, más si hacen referencias al sexo.
Estuvieron un buen rato contando chistes pornos. Nuestro guía hacia de traductor entre Emilio y ellos.
Cuando se cansaron de hablar de tonterías los hombres, - espero no ofender a nadie con mi comentario - salimos al pueblo a comprar la comida para el día siguiente y tomar té.
Lo que compramos consistió en pan y latas de atún. Manzanas para el postre.
El té, que deduzco que con la suciedad es mas bueno, lo volvimos a repetir. Dejo constancia que era de un sabor exquisito.
Juan continuaba mal. Al llegar estaba como soñando en voz alta, no lo desperté. A dormir.
Jueves 5 de Octubre: Seyún – Wadi Doan – Al Mukalla.
Mukala. Antiguo enclave cuyos vestigios se remontan a más de 950 años.
Travesamos el valle de Doan cuyas aldeas son las mas bellas de la región, Khuriba, Rashid, Sif y Al- Ajarian.
Santuario de Alattas, uno de los sabios religiosos de Wadi enterrado en el pueblo de Mashad.
Alhagarin, famoso por su arquitectura mezcla de paja y fango.
Hotel Al Mukalla: Almasila Hotel.
Hoy teníamos por delante 420 Km. de ruta. Nos levantamos a las 7 horas. Dirección a Al Mukalla.
A Juan le había bajado la fiebre y se encontraba mejor. En una parada de pipi-stop coincidimos con un grupo de Madrid 4 chicas y un chico. Muy simpáticos. Nos los íbamos a encontrar en sucesivas ocasiones. Hablamos de lo típico, que como les iba el viaje a ellos, si les gustaba, etc. No estaban muy contentos con su guía y tenían algún que otro desengaño. Viajaban con Kananga. -Mi cariñosa y apreciada agencia del año pasado.-
Visitamos un pueblo de Alhagarin. Es una de las localidades más hermosas, su nombre significa “las dos ciudades” haciendo referencia a la ubicación de sus dos barriadas independientes. Lo curioso es que muchas de sus casas están literalmente edificadas sobre las azoteas de las de inmediatamente inferiores. Toda la ciudad cuelga de una gran ladera. Además el blanco enlacado de algunas de sus torres destaca sobre las tonalidades ocres del resto de los edificios y sorprende el color verde de los frondosos palmerales que la rodean.
Las ciudades de Rashid, Al Khureird y Sif solo las vimos pasar a pie de carretera, lo justo para apearnos del Toyota y tirar un par de instantáneas.
Comimos a pie de carretera, cerca de un pueblo, debajo de un árbol, había más suciedad en el suelo que el basurero municipal de mi pueblo. Coincidimos, con los de Valencia, o ellos coincidieron con nosotros. Durante la comida los chicos del pueblo salieron de colegio y todos nos vinieron a saludar. Juan que había pensado en la posibilidad de tener contactos con niños se trajo un montón de bolígrafos y esta fue una buena oportunidad. Así que regalo a todos ellos un boli. Los hicimos poner en fila delante del desorden que se produjo al ver los bolis. Siempre hay el más listo que lo quiere todo para él y no repartir con los demás. Te llena el ver la alegría de los chavales por un simple bolígrafo.
Cruzamos un puerto de montaña de 1ª categoría. Con unos desniveles que rozaban el 15 %. En pocos Km. subes casi a 3.000 mts. sobre el nivel del mar. A medida que subías te encontrabas con camiones que estaban tirados en la carretera esperando que sus motores se enfriaran. Aquí nuestro chofer nos las hizo pasar canutas, adelantando a mas de un caminó en plena curva. Cerrabas los ojos y pensabas:
- De esta no salimos.
Protestábamos al Mossen por la forma de conducir de Mohamed.
- De que no era manera de conducir y que alguna vez no nos escaparíamos de una situación peligrosa.
Y él tan tranquilo nos respondió:
- Dios existe.
Maldita la gracia con la respuesta.
Lo de Dios existe, fue una frase bastante repetitiva en todos los trayectos de carretera.
Y debe de ser verdad, al menos allí Dios debe de existir, si no, yo no estaría en estos momentos escribiendo mi relato. Los sustos fueron muchos y de campeonato.
Al final del puerto nos encontramos con un medio pueblo rodeado de palmeras, escribo medio, por que eran cuatro chabolas y al lado de la carretera un tenderete de coco. Compramos uno, nos bebimos el zumo. Que rico que estaba. Durante toda la bajada del puerto Emilio insistía a Mossen de que nos tomaba el pelo. Que no podía ser que en este lugar hubiera cocos. Al ser verdad Emilio se quedo pasmado y boquiabierto.
El coco lo abría un señor con los pies. ¿¿Describo la situación?? No, mejor que no…… no vale la pena. Lo que si puedo decir es que bebí y estaba riquísimo.
Al llegar al Pueblo de Al Mukala nos llevamos una decepción. Una gran urbe muy sucia y dejada. Con un caos circulatorio impresionante. Al – Mukalla es la capital del gobernado (equivalente autonomía) de Hadramunt. Una de las ciudades más activa del Yemen pero sin grandes atractivos. Se puede considerar moderna, popular y sucia.
Nuestro hotel solo verlo por fuera nos cayó el ánimo a los pies. Por dentro peor aun. Solo decir que fue el peor hotel de todos los que nos hospedamos.
Un hecho significativo cada vez que queríamos subir a nuestra habitación (un 4º piso) teníamos que avisar para que dieran la corriente al ascensor.
Lo bueno del día fue el “xou” que monto Emilio, casualidades de la vida el guía nos daba la llave de las habitaciones y siempre la peor le tocaba a ellos, a Emilio y Silvia, sea por el tamaño, vista al exterior o lo que fuera.
Esta vez no fue distinto, solo entrar en el cuarto de baño al encender la luz, le explota la bombilla. Llamo por telf. al señor de recepción. Subió dicho sr. a ver el problema y en vez de cambiar la bombilla va y los hacen cambiar a ellos de habitación.
Al rato oímos llamar a la puerta y vemos que es Emilio nos cuenta el percance
Nos decía:
- Pero os dais cuanta lo perezosos que son, en vez de cambiar la bombilla nos hacen cambiar de habitación. Ahora entiendo como va este país.
Se fue y al cabo de un cuarto de hora, vuelve a llamar a la puerta. Abrimos y es él con una cara de enfado y nos dice:
- ¿Sabéis que ha pasado?, esta segunda habitación que nos han dado ahora no se oye ni se ve la TV.
Le contesto:
- ¿Y que? Si igualmente no entendemos nada.
- Pero yo quiero verla. -Contesta picado-.
Emilio es así, quiere que todo funcione.
Así que nos comenta que ha vuelto a llamar al conserje y le ha explicado que la TV no funciona.
Los vuelven a cambiar por tercera vez de habitación. Maletas para un lado, maletas para otro-.
Emilio enfadado y nosotros partiéndonos de risa. La situación era de lo más cómica.
Pero no termino aquí los traslados. En esta última no le funcionaba la luz en toda la habitación.
Otra vez lo mismo. Llama al conserje y según Emilio, esta vez le dijo:
- Por favor tráeme una bombilla nueva, devuélvenos a nuestra primera habitación que yo mismo cambiare la bombilla y santas pascual.
Y así se hizo.
Juan y yo pasamos una hora la mar de entretenida con tanto ir y venir de Emilio, Silvia y sus maletas. De tanto reírme mis ojos se llenaron de lágrimas.
Una vez solucionado el problema-habitacional. Nos fuimos a dar una vuelta a los alrededores del hotel. Poco que ver. Al final nos sentamos en un cuchitril a tomar una taza de té. Nos distrajimos con solo mirar el ir y venir de los coches y la forma de conducir de los yemenitas. La gente súper cordial, solo vernos se deshacían en hacernos las cosas fáciles para atendernos y entendernos.
Por la noche fuimos a cenar a un restaurante popular. Muy bastorro, esto ya era el pan de cada día, pero comimos marisco – gambas y langosta - muy bueno.
La curiosidad de este restaurante era que en el techo había raíles con sus correspondientes cortinas distribuidas en estancias más o menos pequeñas. La razón, pues cuando iban familias a comer corrían las cortinas para que las mujeres pudieran quitarse el velo para comer y estar ajenas de los ojos forasteros.
Al terminar nuestra cena la ciudad ya estaba en pleno apogeo y mas despierta que nunca.
Nos dirigimos hacia el mercado. Dividido en dos partes el normal y el nombrado Mercado de las Mujeres.
El Mercado de las Mujeres – principalmente se vende ropa y perfumes - fue una situación surrealista total. De ciencia ficción. Verte allí en medio de docenas de mujeres vestidas de negro y que te miran a ti como bicho raro, te cuesta asimilarlo. Es necesario estar allí y vivirlo. Te preguntas a ti misma, ¿estoy en mi mundo?
Toda la calle llena de escarabajos andantes.
Todas ellas hablando, comprando, a la par, de cuatro en cuatro………….
Que incomodidad, fastidio, molestia ir con el manto negro y no quiero pensar en pleno día con el sofocante sol.
Mas de una vez les mire a los ojos, ellas me devolvían la mirada, después se giraban y comentaba algún que otro chisme a cerca de mi o de nosotros y todo seguido se ponían a reír entre ellas.
Me preguntaba, ¿que les hacia tanta gracia?
Una de mis dudas es si se encuentran en la calle el marido con su mujer, o la madre con el hijo, o dos hermanas, ¿se llegan a reconocer?
Se lo pregunte a Mossen y me respondió que si, que no tienen ningún problema. Aun así, me quedo con la duda.
El otro mercado era de fruta, vestidos, dulces –como les llega a gusta los caramelos, chocolate a esta gente -. Había infinidad de paradas de pasteles caseros. No probamos ninguno. Personalmente no me apetecían.
Emilio que tiene el pelo rizado y largo, muchas veces se peinaba con cola de caballo. Esta vez el guía se la hizo quitar aludiendo que la gente se reía de él por que no era normal que un hombre llevara cola de caballo. Esto a mi, aunque no me iba ni venia con mi persona, si que me dio rabia pensar que siempre tenemos que hacer lo que ellos les parece correcto.
Cuando están en nuestro país aceptamos su forma de vestir ¿no?
¿Pues por que no acepta la nuestra?
Tenemos que ir vestidos como ellos quieren - no enseñar ni brazos ni piernas -. No poder comer delante de ellos por que según su religión en el Ramadan no se come hasta después de la puesta de sol. (Más de una vez nos dieron un toque por que bebíamos agua, al final te hacían encontrar tan mal, que lo hacíamos a escondidas, como unos delincuentes). Entre otras cosas.
No me gusta esto……………. No, no, no.
Antes de ir a dormir como es costumbre el guía nos cuenta el plan para el día siguiente. En esta noche no fue nada, nada, nada, para nada de nuestro agrado.
Teníamos que regresar a Sanaa, la capital, por que la zona de nuestros próximos destinos estaba cerrada por la policía militar.
Una semana antes habían secuestrado a unos turistas franceses, (ya teníamos constancia de este hecho por Internet antes de irnos y también tengo entendido que por algún canal de TV dio esta noticia) se ve que las negociaciones entre terroristas y gobierno no fueron buenas.
El gobierno había prometido respetarlos y aceptar algunas de sus peticiones si dejaban en libertad a los turistas. Los secuestradores aceptaron el acuerdo, pero el resultado final fue que una vez puestos en libertad, el gobierno se les hecho en cima - ahora están en prisión – Y por miedo a posibles represarías, el gobierno había decidido cerrar toda la zona costera del sur del Yemen.
Esto si que me dolió en el alma, justamente uno de los paraísos del Yemen. La zona costera bañada por el Océano Índico de aguas cristalinas. Y sus playas de arena blanca sombreadas por verdes palmeras.
Una jugarreta con mayúsculas. Dos días de regreso perdidos. Ya que volvíamos sobre nuestros pasos. Mas tarde nos encontramos con la pareja de Valencia y el grupo de Madrid, a ellos los trasladaron en avión hacia otro destino, saltando así la zona conflictiva.
Viernes 6 de octubre: Al Mukala/ Seyun
Seyun:: Hotel Almansina.
Nos levantamos y a desayunar. Aquí si que fue el más no poder. El comedor que estaba en el último piso, dudo que alguna vez hubieran pasado el trapo del polvo. Los muebles, cristales, aparador etc….. tenían un color blanquecino del polvo que llevaba allí estancado por lo largo de los años.
El desayuno, un asquito; en un plato una cucharada de mermelada, una cucharada de mantequilla, pan duro, un huevo y por supuesto té. Ni tan siquiera la naranjada en polvo. Emilio se puso hecho una fiera.
Antes de partir hicimos una mini tour para despedirnos de esta ciudad visitando El palacio del Sultan Husn al Guzayzi (lo que se entiende por visitar, no fue – estaba cerrado). Es una pequeña fortaleza que desafía el equilibrio sobre una minúscula roca. Es el símbolo de la ciudad.
El puerto pesquero. Gozamos de la parte final de la subasta donde vimos algún que otro atún, tiburón pequeño además de peces desconocidos para nosotros.
Emilio, una vez hecho este pequeño tour y ponernos en marcha dirección a Sanaa le dio un rapapolvo al guía de escándalo, por la situación que estábamos viviendo, malos hoteles, mala comida, mal servidos etc, etc, etc…..
A mi parecer no sirvió de nada, continuamos con la misma tónica todo el viaje.
O quizá si……, en Seyun nos cambio de hotel.
El trayecto muy molesto otra vez Km. y Km. de carretera.
Nos paramos a comer en una especio de albergue, que mejor hubiera sido comer debajo de un árbol, el albergue era viejo, sin cuidar, con las paredes llenas de póster carcomidos por el paso del tiempo y todo lleno de polvo. Pero la ventaja es que estábamos a la sombra y no hacia calor. Como ya era nuestra costumbre, pan con atún y fruta.
Llegamos al hotel a primera hora de la tarde. Lo bautizamos “blau-grana” que eran los colores que dominaban los manteles del comedor. Una vez dentro vimos que más o menos era lo mismo. Quizá una pizca más limpio. Las habitaciones muy grandes pero con una camas diminutas, parecía una habitación sacada del cuento de Alicia en el país de las Maravillas. El hotel era nuevo con los muebles viejos. Su destino será igual que los otros hoteles, los construyen y nunca más se acuerdan que hay que hacer mantenimiento para que perduren en buenas condiciones.
Había piscina, pequeñita pero limpia aunque se estaba llenando. El agua como en el otro baño muy caliente. La explicación es que las tuberías de agua no están enterradas en el subsuelo, al estar al aire libre el sol hace su trabajo.
Lo inaudito fue cuando llego la hora del rezo. Al lado de la piscina había una parte cubierta, tipo porche, en el cual la gente del hotel salieron a rezar. La sensación que nos dio esta situación fue de lo más burlesco. Unos rezando, nosotros bañándonos. Incluso llegamos a sentirnos un poco embarazosos. Decidimos irnos. Aun era muy temprano sobre las 18 h. nos quedaban bastante rato hasta la cena. Fuimos a dar un paseo por el pueblo, estaba a mas de 1 km. al centro de la ciudad. En este paseo nos dio la sensación a todos nosotros de andar por pueblo fantasma, sin ningún tipo de ruido, ni tan siquiera el susurrar del aire. Por lo menos el ladrar de algún que otro perro, ni esto. Todo el mundo estaba recluido en las mezquitas rezando o en sus casas preparando la comida. Regresamos enseguida al hotel tanto silencio y soledad nos producía “yuyo”.
La cena estuvo pasable si no contamos la larga hora de espera. ¡¡¡OJO!!! Pudimos hacer medio aperitivo, nos trajeron -por que lo pedimos- aceitunas para engañar a nuestra tripita durante la espera. Al terminar salimos a tomar el te al bar donde ya habíamos ido anteriormente, delante del Palacio del Sultán. Ahora la ciudad era un revoltijo de gente por todos lados.
Sábado 7 de octubre: Seyun / Sanaa
Sanaa: El Hiltawon Hotel.
Nos levantamos a la 7 h. Regresábamos a Sanaa. El trayecto discurría por carretera asfaltada más rápido, pero nadie nos quito los 1000 km. de carretera. Volvimos a pasar malos ratos por culpa del chofer, muchos sustos en la carretera.
No tuvimos ninguna desgracia, por que “Dios o Ala” nos protegió.
A medio trayecto comenzó el “xou”. En el segundo control militar, - cada 100 Km. había uno - nos hicieron retirar de la carretera y parar el coche.
Nuestro guía entabló una conversación con el policía/militar. Discutieron o al menos esto parecía.
Al final el militar se largo, vimos que toma su arma su cargador y se dirigió hablar con su compañero.
Aprovechamos para preguntar a Mossen que pasaba.
El nos respondió que el militar venia con nosotros en el jeep o se negaba a dejarnos continuar, nos retenían.
- Pero donde se va a meter, ¿si no hay sitio? - Fue nuestra respuesta.
Y tanto que le hicimos hueco. Emilio se vino para atrás. Así que durante bastantes Kms. estábamos igualitos que sardinas enlatadas. A esto le sumamos el calor que nos ayudo a que todos nos sintiéramos sudorosos y pegajosos como la miel.
Teníamos la esperanza cada vez que llegábamos a un control se apearía. “Na de na”. Pasaron bastantes controles y el militar con nosotros. Acalorados, incómodos, con dolor de espalda y rodillas. Casi no podías cambiar de postura. Un malestar que “pa” que contar.
Comentábamos entre nosotros si un pelotón de beduinos armados nos atacaran con ganas de “juerga” hasta que punto el militar podría ayudarnos.
Esta incertidumbre la transmitimos a Mossen, el cual le pregunto al militar la cuestión.
El militar le respondió a Mossen una larga parrafada, el dialogo entre los dos duro largamente un cuarto de hora.
Se gira Mossen hacia nosotros, nos responde:
- Defendernos. (Esto fue todo lo que nos tradujo de la conversación).
¡¡Tendría guasa la situación!! Si al primer tiro que dispararan los otros, ya estaríamos todos al otro “barrio” – léase cielo o infiernos según nuestros pecados -.
Por fin se bajo. Cual nuestra sorpresa que nos volvieron hacer retirar de la carretera y esperar otra vez.
Volvimos a preguntar a Mossen:
- ¿Y ahora que narices pasa?.
A la cual nos respondió.
- Estamos esperando a un coche patrulla para que nos acompañe.
De detrás de unos arbustos vimos salir un jeep con un laza misiles en su parte de atras y 5 soldados encima de el. Si no tienes miedo, os prometo que te lo hacen coger o son unos exagerados de mierda.
Carretera y manta. Los militares delante y nosotros detrás. En todo el trayecto como niños pequeños nos hacíamos carantoñas.
Llegamos a Sanaa, al mismo hotel de la primera noche. Lo primero que hice es mirar las sabanas. Diferente habitación, pero por desgracias los pelos también se habían trasladados para darme la bienvenida.
Comimos en la habitación. Atún y fruta. Otra vez atún, si señor. Es que no había nada más. En los tenderetes cualquier se atrevía a comprar latas desconocidas para nosotros.
Descansamos. Ducha y de tiendas. Juan se compro un reloj chulisimo con pantalla táctil (bastante mas barato que en España). Su capricho de este viaje. Y para mí unas cuantas pasminas.
Por la noche fuimos a tomar bocatas al mismo “fase food” del primer día. Seguidamente nos fuimos a por el zumo de magrana, buenísimo.
Mientras tomábamos tranquilamente nuestros zumos, como en las películas, de golpe y porrazo oímos gritos, los camareros salieron corriendo, alguno con una especie de porra en su mano.
Este bar esta partido en dos partes, una es una especie de terraza cubierta, donde estábamos nosotros. La otra parte un bar normal, pero la comunicación entre las dos partes era a través de unas pequeñas ventanas y para ir de un lado a otro es necesario salir a la calle.
Pues….. dentro del bar cubierto se enfrasco una pelea de las de muy señor mío, con vasos partidos en la cara y puñetazo va puñetazo viene.
Se calmo la cosa y dos de los afectados entraron en la terraza para calmarse. Llevaba sangre en la cara. Su respiración era tan fuerte que incluso la oíamos. Parecía la cosa calmada, cuando de repente uno de los ellos sale otra vez a la calle y solo poner el pie en la acera, otra vez la pelea. Otra vez espectáculo, pero esta vez nos pillaba a nosotros en medio ya que nos habíamos levantado para irnos, no sabíamos que hacer, Emilio se encontró en un lado de la pelea y nosotros en el otro. Mucha gente se agolpo alrededor del barullo haciendo círculo. Ante nuestra cara de horror, unos chicos nos dijeron que estuviéramos tranquilos que no pasa nada. Me rió yo de este comentario, como que no pasaba nada?????
Otros al ver que poníamos cara de espanto, nos indicaron la salida por atrás del bar. Y así lo hicimos, salimos a todo correr por la puerta trasera. Vaya susto.
Fue el tema de nuestra conversación de regreso al hotel.