Nosotros, que ya tenemos una cierta edad, nos apuntamos a la excursión del barco por pura comodidad. Por cierto, hubo mucha demanda y tuvieron que ampliar el número de autobuses y aun así algunos no pudieron hacerla. En líneas generales, a mí me pareció bien: la guía, una muchacha egipcia, nos explicó todo muy bien y era muy agradable.
Visitamos en primer lugar los jardines y el palacio de Montaza, residencia de los antiguos reyes, el último Faruk, hasta que Nasser se hizo con el poder.
Luego fuimos al Museo Nacional de Arqueología, aceptable.
A continuación nos llevaron a las catacumbas de Shawkafa, para mi gusto poco interesantes dado su absoluto estado de abandono: con decir que al llegar a la planta más baja para pasar había unos tablones que estaban sueltos y mi esposa, como muchos otros, casi se pega un trastazo.
Después de esto fuimos a comer; el restaurante me sorprendió por su limpieza y la calidad del servicio, cubiertos y platos muy elegantes. La comida, sencilla: una crema (no recuerdo de qué), entrecot de carne de vaca o pescado y de postre dulces típicos, y un surtido de pan muy variado y muy rico, también café o té; para beber agua mineral, si querías podías pedir vino o cerveza, previo pago de su importe. En resumen, bien.
Por la tarde nos llevaron a la Biblioteca, que es una maravilla: es enorme con una luminosidad extraordinaria y dotada de todos los adelantos más modernos. Contrasta con el resto de la ciudad que aun en las calles principales tiene un estado de abandono espectacular.
Luego fuimos a la fortaleza, donde antiguamente estuvo el célebre Faro, y por último visitamos la Mezquita de El Mursi (el Murciano, pues era de allí, de Murcia), preciosa.
Un poco de tiempo libre para tomar “contacto” con los vendedores callejeros y regreso al barco.
Si la excursión la haces por tu cuenta no hay ningún problema: a la salida del barco, fuera de la estación marítima hay taxis, con los que tendrás que negociar, tú decides si te fías de ellos para que te hagan un recorrido semejante al de la excursión y te vayan esperando mientras haces las visitas; por supuesto dejar muy claro el precio antes de salir, a ser posible por escrito, y no soltar un euro hasta que os dejen en el puerto. Al hacerlo así puedes ahorrar unos pocos euros, pero claro no tendrás guía que vaya explicando nada de lo que visites y tendrás que buscar dónde comer, pues la excursión dura todo el día. Es cuestión de gustos. Respecto a la moneda: para los taxis y las compras se puede pagar en euros y en las tiendas también con tarjeta; para las visitas hay que pagar en moneda local, lo que te obligará a cambiar en algún banco del recorrido.