Llevábamos ya dos días en Londres y estábamos totalmente fascinados con la ciudad. En este día íbamos a ver toda la zona de monumentos y museos de la zona del Támesis, hasta llegar al Tower Bridge.
Comenzamos la mañana caminando por Victoria Street, pasando por la Catedral de Westminster. Se notaba más ajetreo en ese Londres en el que comenzaba una jornada laboral.
Caminando, sin darnos cuenta, llegamos a la Abadía. En este sentido la London Pass me defraudó un poco. En Roma existen acesso directos para aquellos poseedores de la Roma Pass mientras que aquí en Londres tenías que hacer la cola igual que el resto....pero bueno como ya he comentado las colas van relativamente rápido en Londres.
La abadía abría a las 9:30 de la mañana y a las 9:00 ya estábamos allí y de los de la mitad de la cola. Conforme se iba acercando la hora de apertura, aquello se puso hasta arriba de gente.
Al entrar quedamos fascinados por el edificio y comenzamos a recorrerlo siguiendo un plano. Nada más entrar llegas al altar mayor. Allí NO FOTO....pero para variar a mi pareja se le escapó un par de ellas....
A partir de ahí vas sala a sala, rincón a rincón y sobre todo lo que más me gustó fue el patio central-claustro y después unos jardine smás interiores en los que incluso era como una zona residencial, con pocos vecinos, claro.
Durante el trayecto de la visita fuimos viendo las tumbas de la gente que estaba enterrada allí. Personajes famosos de la historia como Newton, Dickes, Hendel o Lord Byron.
Tras visitar la Abadía cogimos el crucero por el Támesis para llegar hasta la Torre de Londres. Únicamente una parada por medio (en London Eye) y unos 30 minutos de trayecto. Si querías ir hasta Greenwich debías cambias de barco.
Había una barbaridad de gente (he de decir que el día que más gente ví en Londres durente nuestra estancia).
Posteriormente pasamos a recorrer algunas partes interiores de la muralla y de la Torre, y nos fuimos para hacer cola y ver las Joyas de la Corona. Allí se acercaban los cuervos para comer lo que la gente les echaba...jejejje están acostumbraditos.
Tras 25 min de cola entramos viendo todo lo que poseía la corona británica. Hay gente que no le gustó mucho aunque a mi me dejó más bien indeferente pero si que pensé en cuánto estaría valorado lo que allí dentro tenían metido...imagino que incalculable.
Desde allí directos al Tower Bridge para entrar dentro del mismo, recorrerlo, admirar vistas y cruzar el río hasta la otra parte.
Desde allí entramos al HMS Belfast, que bueno, para niños esta bien y eso pero no lo creo imprescindible en una visita a Londres.
Tras finalizar allí nos paramos a comer en los jardines y plazas de la rivera del río. Había unas vistas preciosas de todo el Londres financiero.
Estuvimos 1h y 30 min de parón entre buscar a las parejas (habíamos quedado con unos amigos y las mujeres puesto que no subieron al barco tardamos en encontrarlas) y comer. Consecuencia nos retrasamos un poco bastante....
Nos fuimos a las London Tombs Experiencie, pasando y viendo la cola del London Dugeon. Una experiencia, superbien ambientado y para soltar adrenalina....
Ya eran las 16:30 pasadas y a partir de esa hora ya empiezan a cerrar todos los museos y momumentos de Londres. Pasamos por la Southwak Cathedral, que estaba ya cerrada.
Al finalizar fuimos hacia el teatro de Shakespeare y cerraron justo en ese momento por lo que no pudimos entrar.
Así que fuimos paseando y disfrutando, pasando por el Tate Modern, vistas de la catedral de San Pablo, Royal Festival Hall hasta llegar a Jubilee Gardens (no recuerdo el tiempo exacto pero no se me hizo muy largo) para tratar de montar en el London Eye.
Menudas colassssss más de 3 horas. Uffffff!! Así que decidimos dejarlo e intentar al día siguiente.
Desde allí (nuestros amigos habían quedado con unos familiares) cogimos nuestra fabulosa travel card y nos fuimos hasta Marble Arch.
Recorrimos Oxford Street y entrar en tiendas (a esto le dedicaré una etapa propia sobre compras) para acabar de nuevo por Picadilly, ver el ambiente de la ciudad y acabar de nuevo ya bien anochecido en el hotel.
Allí planificamos la jornada del día siguiente, tratando de priorizar sobre lo que nos gustaría ver, sabiendo que habría otras cosas que tendríamos que dejarlos para una futura nueva visita.