DÍA 5: Vemos las cataratas de Iguazú (lado brasileiro)
El shuttle del aeropuerto nos hace sufrir en demasía, pero llegamos a tiempo al aeropuerto internacional do Galeao para viajar con TAM hacia Foz do Iguaçu. En el mini aeropuerto nos esperaba un taxista argentino con el que habíamos contactado por internet. Se llama Rubén y su empresa, Cataratas Taxi. Todo fue genial. Traslado aeropuerto de Foz-cataratas más recogernos y traslado al hotel, 380 pesos, con cambio a 7 pesos el dólar (buen cambio), 55 dólares.
Fue muy divertido porque para ahorrarnos un plus que tienen que pagar los taxistas (25 reales, unos 8€), Rubén se convirtió en "amigo" de toda la vida y nos recogió sin ningún distintivo de taxi. El buen hombre casi nos obliga a visitar el parque de las aves (seguro que tenía comisión), pero la verdad es que nos encantó.
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No es un sitio muy grande, pero hay una cantidad enorme de aves
Rubén se llevó nuestras maletas y nos dijo que nos recogería en la puerta de las cataratas para llevarnos al hotel.
Después de ver el parque de las aves (: loros, tucanes, papagayos, águilas, borboletas (mariposas), etc, cruzamos la carretera para ir a las cataratas.
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Desde el lado brasileño se puede apreciar la majestuosidad de las mismas. La fuerza del agua es impresionante, un espectáculo maravilloso.
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La Gargante del Diablo desde el lado brasileño
Rubén nos recoge y lleva al hotel, el Saint George en el centro de Puerto Iguazú, después de cruzar la frontera con colas tipo Andorra años 80-90. La diferencia de precios hace que muchos brasileños crucen a comprar, a cenar, etc.
Cenamos nuestra primera parrillada en el restaurante Parrilla Pizzería Color (Avénida Córdoba, 135), justo enfrente del hotel. Buenísima y muy completa. Muy cansados nos fuimos a dormir esperando volver a ver el parque al día siguiente.
DÍA 6: Vivimos las cataratas de Iguazú (lado argentino)
Después de saborear el desayuno del hotel salimos rumbo al lado argentino. Compramos los boletos del autobús en la estación a un minuto del hotel y unas empanadas para comer en las cataratas.
Si en el lado brasileño hay un autobús, el argentino tiene un trenecito ecológico muy lento aunque muy mono que nos acerca hasta las pasarelas de la garganta del diablo. Iniciamos el camino y nos detenemos en varias ocasiones para contemplar la fauna: pajaritos, un lagarto enorme, varios coatíes y hasta un cocodrilo!!!
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Un coatí, una mezcla entre oso hormiguero, mono, perezoso, al lado de unos pájaros
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Las pasarelas de hierro están ancladas al cauce del río y llevan hasta la misma garganta. El espectáculo allí es sobrecogedor.
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El vapor de agua resultante de la caída de la cascada nos moja una y otra vez, pero es agradable y nos estamos un buen rato disfrutando de las vistas e intentando hacer fotos.
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La caída de agua en la Gargante del Diablo (lado argentino) es impresionante, sobre todo por lo cerca que está la gente.
Después bajamos hasta la estación Cataratas para ver las cascadas desde otras perspectivas. Dos circuitos ofrecen las mejores vistas, el superior y el inferior.
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Empezamos por el inferior y acabamos por el superior. Vemos monos, un faro, además de la experiencia inigualable de vivir las cataratas muy de cerca.
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Perdemos el autobús de vuelta porque se adelanta en su salida (acababa de empezar el derbi Boca-River, seguro que algo tenía que ver...) y hay que esperar al siguiente, con la consiguiente desesperación ante el ataque de los mosquitos asesinos.
Cenamos de nuevo en Color, esta vez una pizza buenisísima.
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