Introducción
Agosto de 2.013.
23 días de viaje para ir desde Lima, Perú, hasta San Pedro de Atacama, en Chile, pasando por La Paz y el Salar de Uyuni en Bolivia.
Aunque, en principio, este viaje cubre tres países, básicamente, se centra en Perú, donde estaremos la mitad de los días, o algo más y pasaremos el resto cruzando Bolivia, parándonos en Tiwanaku, La Paz y el Salar de Uyuni, para llegar finalmente a San Pedro de Atacama, en Chile, donde pasaremos un par de días antes de tomar el vuelo de regreso a casa.
En primer lugar, comentar que este es mi segundo viaje al Perú, estuve allí (no en todos los sitios, pero si en la mayoría) en el verano de 1.988 y debo decir, que el turismo a día de hoy en Perú, ha mejorado (y encarecido!) bastante en relación a mi primera estancia. Una de las cosas que más me llamó la atención, fue la limpieza, particularmente en Lima, hace 25 años, casi no se podía cruzar la Plaza San Martin a causa de la suciedad que se amontonaba por doquier, sin embargo, ahora, puedes pasear por todo el centro de Lima y está prácticamente todo impoluto.
Bolivia ya es otra cosa, la ciudad de La Paz me recordó bastante a la Lima del 88, un lugar bastante más precario en cuanto a infraestructuras turísticas y facilidad para moverse, pero, precisamente por ello, quizás más “autentica”, menos de postal que las principales zonas turísticas peruanas.
Lima
Lima es la puerta de entrada a Perú, aquí llegamos después de un largo vuelo pero estaremos solo un día visitando el centro de la ciudad. La Plaza San Martin, la Plaza Mayor o de Armas, con la catedral, donde se encuentra enterrado Pizarro y el palacio del gobierno, el barrio y el parque de Miraflores, nos acercaremos al parque de las murallas, junto al rio Rímac ( o lo que queda de él ), desde donde podremos ver las multicolores casitas que escalan por la ladera del Cerro San Cristóbal.
Cerro, al que recomiendo subir, tomando uno de los autobuses públicos que suben hasta su cima, donde se encuentra un mirador, desde el que poder ver la inmensidad de Lima o lo que de ella nos permita ver el “smog” que cubre la mayor parte de los días del año la ciudad de Lima.
No es que Lima no se merezca mas días, especialmente si te gusta visitar museos, aquí tienes varios museos que merecen la pena visitarse, con exposiciones arqueológicas, culturales y hasta el Museo de la Inquisición, pero en general, Lima podría definirse como una ciudad gris, la niebla que llega desde el Pacifico, junto con el humo de las chimeneas de las casas y de los vehículos, dan una sensación de frialdad, de una luz apagada que no invita a pasear por sus calles y parques. Quizás en enero o febrero, verano allí, la sensación no sea la misma, pero en esta época del año, es la que me dio, tanto esta vez, como la vez anterior en que estuve aquí.