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Este iba a ser el día de más movimiento. Queríamos ir hasta Agaete y recorrer el camino de vuelta parando en los lugares a visitar.
Por el camino según nos acercábamos a Las Palmas nos empezó a diluviar y nos temimos lo peor. Sin embargo en cuanto cogimos la dirección oeste ya pasada la capital dejó de llover y simplemente nos quedó un día nublado.
Al llegar a Agaete nos dirigimos directamente a Puerto de las Nieves. Lo primero que hicimos fue ir a la playa a ver el Dedo de Dios (que, como ya sabrá la mayoría, ya no hay dedo, solo queda el risco sobre el que se erigía emergiendo del mar). De todas formas merece la pena las vistas de los acantilados y la propia playa.
Después echamos a andar por el paseo (calle de El Muelle), desde donde se veía la isla de Tenerife enfrente, destacando el Teide entre las nubes (ya en retirada a esas horas) y llegamos hasta las piscinas naturales de las Salinas y hasta una explanada más adelante que quedaba encima de unos acantilados y desde donde se veían otros enfrente donde rompen las olas, la playa que hay más allá, y más acantilados. Un espectáculo para la vista donde pasamos un buen rato sentados.
Desandamos camino y paramos en Gáldar. Supongo que la gracia de este lugar es la Cueva Pintada, a la que no entramos, porque el pueblo en sí no nos dijo nada.
La siguiente parada era Arucas, donde queríamos ya comer. Pasamos por turismo y lo primero que visitamos fue la destilería de Arehucas, ya que llegábamos a la última visita a las 14 horas. Visita rápida, la guía con pocas ganas de explicar nada a esas horas. se ve poco de la fábrica y todo acaba en una degustación. Ahora ya puedo confesar que no me gusta el ron, con lo que hice las probatinas por hacer, y aun así cogimos un par de botellas de las múltiples variedades que hay y, eso sí, muy baratas en comparación con los precios que llevaban en cualquier tienda.
Comimos en la calle León y Castillo, dimos una vuelta por el parque que hay junto al Museo Municipal y vimos la iglesia de San Juan Bautista, un edificio que por fuera me pareció simplemente impresionante. Ya a la entrada nos dimos cuenta, en cuanto aparcamos el coche en el parking que hay debajo de la iglesia, desde donde se ve la imponente torre. Si he de quedarme con un edificio en toda la isla, es con este.
De allí nos dirigimos a Firgas, donde queríamos ver el paseo de Canarias. Merece la pena la visita a la fuente y a los azulejos con las imágenes y datos básicos de las islas de Canarias.
Siguiente parada, Teror. No encontramos sitio para aparcar, pero tampoco nos llamó mucho la atención el pueblo, así que con las mismas fuimos a la siguiente parada.
Y esta es, la caldera de Bandama. Era el último tramo de las carreteras de subida y bajada que nos íbamos encontrando desde que salimos de Arucas, que para alguien amante de la carretera como yo fueron todo un entretenimiento. Además era un paisaje diferente a todo lo anterior, con mucha más vegetación.
Subimos hasta el pico Bandama, y he de decir que fue algo un pelín decepcionante. Creo que los datos son más espectaculares de lo que realmente puedes apreciar: Cráter volcánico de 1 km de diámetro y 200 metros de profundidad. Están bien las vistas, se puede ver toda la circunferencia, y al lado contrario se ve la ciudad de Las Palmas, pero no es un sitio al que iría de propio.
Después del largo día, llegamos al hotel a cenar, aun nos quedamos con ganas de salir por la noche a sentarnos frente al mar y no muy tarde a dormir.
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