Tras la escala de Alesund, disfrutamos del segundo de los días de navegación de este crucero. No en vano había que llegar a Honningsvag, el punto más lejano del recorrido. El Costa Pacífica llegó puntial a su destino el 8 de julio, con una escala que iba desde las 12 a las 20 horas. El atractivo de este puerto es que nos permite armar una excursión hasta el Cabo Norte, el punto más septentrional del continente.
Nosotros contratamos una excursión con una agencia externa (la reina) que no salía hasta las dos de la tarde, así que antes aprovechamos para visitar el otro punto atractivo de este lugar: el Bar de Hielo. A las doce y cuarto estábamos al pie del Artic Ice Bar y entramos acto seguido. Es toda una experiencia visitar su interior, meterte en sus iglús y sentarte a tomar algo en sus mesas de agua congelada. La entrada incluye dos chupitos y la tradición dice que el segundo hay que tirarlo de espaldas al mar, a la salida. Al parecer te conceden un deseo si realizas este ritual. Ya os contaré si se cumple... El Artic Ice Bar es propiedad de unos españoles, así que por el idioma no hay problema. Tenéis toda la info en su web, en la que además podéis reservar hora (recomendable para ir a tiro fijo y evitar colas). La tienda es muy completa y no es excesivamente cara comparando con lo que es Noruega.
www.articoicebar.com/es/
A las dos de la tarde partimos en autocar hacia el Cabo Norte. La excursión salió en tiempo y hora y el camino hasta allí es precioso. La carretera sortea montañas y lagos, y por la ventanilla divisas renos y neveros. El autobús realiza una parada en un poblado samí al pie de un lago, en donde un lugareño le da de comer a un reno mientras te haces fotos con él. Nosotros no tuvimos mucha fortuna y al llegar al Cabo Norte nos encontramos con una niebla espesa que apenas nos dejaba ver unos metros por delante de nuestras narices. Vamos, que nos quedamos sin ver prácticamente nada de los acantilados. Lo bueno es que la foto con la esfera la pudimos hacer igual (con su simbolismo) y hay un espacio interior "estilo museo" que puedes visitar. También hay una proyección sobre las auroras boreales. He evitado a propósito el término "mala suerte" porque según nos contaron es bastante habitual encontrar ese tipo de días allí en pleno verano. De hecho nos dieron el dato de que el Costa Pacífica realizó cuatro escalas allí en el 2016 y solo una tuvo buen tiempo. Así que prefiero decir, "no tuvimos suerte". Las fotos de las agencias de turismo son todas con un sol radiante, pero allí no es tan habitual ese clima, al parecer.
El camino de regreso desde el Cabo Norte lo realizamos por la misma carretera, ya sin más paradas, y a las seis ya estábamos a pie de barco dispuestos a embarcar. Lástima de la niebla. Pero bueno, aún así nos gustó el trayecto en bus porque los paisajes son únicos. Sirve de excusa para volver...