En primer lugar y para que el asunto no se haga muy pesado, voy a obviar la parte del viaje hacia la bendita tierra asturiana.
Antes de nada decir que tenemos dos niños pequeños por lo que toda la semana está enfocada hacia ellos. Así que los que busquen en este diario información sobre zonas de marcha, garitos de moda o experiencias al límite, ya pueden cambiar de canal

Las fechas: del 10 al 15 de agosto.
Nos situamos ya dentro de los límites de Asturias. Primera parada: Colunga y su Museo Jurásico. Precio 6,50 € adultos y 4€ niños. El museo es pequeño pero coqueto e instructivo. No tiene grandes pretensiones pero consigue un objetivo didáctico muy interesante sin llegar a aburrir a los pequeños (recomendable también la exposición sobre la Edad de Hielo que todavía hay en el piso de abajo del museo). Me gustaría destacar además del propio museo, el parque infantil de al lado, muy bien cuidado y encuadrado en un paraje natural espectacular, con el mar allí abajo.
Tras la visita, nos dirigimos a nuestro alojamiento en San Martín de Podes,junto al Cabo de Peñas, localidad estratégicamente situada a 6 Kms de Avilés, a 30 de Gijón y a 35 de Oviedo. La casa rural se llama Casa Rafael y aunque he de reconocer que la primera impresión no fue todo lo grata que podía esperar, la amabilidad de los dueños (madre e hijo) y, por qué no decirlo, el buen precio de las habitaciones (28 € por día y habitación sin desayuno), compensó alguna de sus carencias. Llegamos a las 20:00 horas por lo que no hay mucho que hacer en este primer día salvo deshacer las maletas y conocer un poco los alrededores. La casa está a pie de carretera pero no hay excesivo tráfico. Tiene dos pisos y nosotros ocupamos dos habitaciones del piso de abajo con un baño compartido para las dos. Son habitaciones modestas,antiguas, sin alardes pero limpias al igual que el baño. La casa tiene un jardín enorme con numerosos arboles frutales, algunos gatos y gallinas. No daban comidas ni cenas aunque podías solicitarlas de un día para otro.
Para cenar esa primera noche, el dueño nos indica dos restaurantes (uno económico y otro más caro) junto a la playa de Verdicio a pocos kilómetros de allí: La Oliva y el Fustariega. Ambos están uno al lado del otro. Como somos 4 y no está el horno para bollos, elegimos el económico. Es más un bar con comedor tipo restaurante de polígono industrial (por poner un símil). El primer inconveniente es que se permite fumar y para colmo nos tocó una reunión familiar al lado donde unos cuantos fumaban. La comida es la justa ni mucha ni poca y los platos iban desde los 6 a los 12 €. Del 1 al 10, yo le daría un 6.
Justo en la mesa de al lado, una pareja muy amable nos escribió en un trozo de mantel una serie de restaurantes de la zona al nivel del que estábamos. Excepto en uno, el resto nos dejó un buen sabor de boca.
Después de la cena, vuelta para la casa con un ligero txirimiri que, teniendo en cuenta la que estaba cayendo en el resto de España, era más que de agradecer. Fin de la primera etapa.