Después de comer llegamos al museo, en el que estaremos poco más de 2 horas. Para entrar nos comenta el guía que tenemos que pagar de manera obligatoria unos cascos para poder escuchar sus explicaciones. El precio es de 30 libras. Nos cuenta que es necesario para bajar el nivel de ruido dentro del museo, y no molestar a otros grupos al levantar la voz el guía. Tras pagarlos y usarlos unos minutos, mi mujer y yo nos los quitamos pues se oye bien al guía sin necesidad de llevarlos puestos.
El guía nos lleva a ver las principales esculturas y objetos, y nos las explica, entre ellas:
Ataúd y trono de Tutankamon
Estatua sedente del faraón Kefrén
El faraón está sentado en un trono en posición hierática para reafirmar su poder. Y en la parte posterior de su nuca lleva el símbolo del dios Horus.
Triada de Micerino
Se trata de una de las esculturas más importantes de toda la civilización egipcia. En el centro está el faraón Micerino; lo acompañan, del lado derecho, la diosa Hathor (deidad del amor y las artes) y a la izquierda, la divinidad del nomo de Cinópolis.
Después nos dio 1:20 minutos libres para ver el resto del museo por nuestra cuenta. En el que nos dimos una vuelta por todas las salas y nos detuvimos un poco más en algunas cosas que nos resultaron más llamativas, como:
Estatuas de Amenhotep III y Tiyi
Estas esculturas, de más de 36 metros de altura, están en el centro de la primera sala.
Barca solar
Los egipcios de la antigüedad imaginaron que asociándose con el dios solar en el momento de su viaje perpetuo a bordo de las barcas sagradas, sus almas vivirían eternamente. Por eso se han encontrado barcas solares en el interior de tumbas.